Capítulo 28

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 Abrió los ojos perezosamente mientras enfocaba con un poco de dificultad los diferentes elementos de la habitación en la que se encontraba. Miró a su lado y comprobó que Sabo seguía dormido mientras se perdía en el movimiento que hacía la sábana cada vez que su acompañante respiraba tranquilo. Se giró a su derecha para poder mirar el reloj situado junto a la mesilla. Aún era temprano pero Sanji sabía que no volvería a dormirse así que con la mayor cautela posible se dirigió hacia su ropa para sacar del bolsillo de la chaqueta su paquete de cigarrillos. Después se encaminó a la terraza y cerró la puerta asegurándose de que no había peligro de despertar al mayor.

Prendió el mechero y disfrutó de cómo éste iluminaba la tenue oscuridad que comenzaba a desaparecer. Llevaban días en aquel lugar y lo único que pasaba por su mente era la idea de quedarse allí para siempre y no tener que volver al agotador mundo real. Soltó el humo respirando profundamente por la nariz y volvió a darle una calada. Esta vez más larga que la anterior. Se giró sobre sí mismo para contemplar el cuerpo desnudo de Sabo. Los días pasaban y el viaje del rubio estaba cada vez más cerca. Y él ni siquiera sabía cómo debía sentirse. ¿Estaba triste por la partida de su acompañante? Por supuesto. Sin embargo también estaba feliz de que el mayor saliera a hacer lo que mejor sabía; 

Ser libre.

Ni siquiera le importaba el hecho de que la relación que tenía ahora con Sabo terminase. Ambos sabían muy bien cuando decidieron conocerse mejor que aquello era algo sin compromisos ni ataduras y Sanji nunca tuvo ninguna objeción hacia eso. Por otro lado, las cosas iban mejor de lo que habría imaginado con Zoro. Parecía que el marimo y él habían vuelto a la total normalidad en aquellas vacaciones. Todos sus amigos habían comprobado aliviados cómo las charlas y disputas habituales entre el cocinero y el espadachín se sentían tal y como al principio. 

Como si nunca hubiera pasado nada entre ellos.

Aquel pensamiento le hizo dar un paso hacia atrás mientras sentía una punzada de dolor en el estómago. Negó un par de veces con la cabeza y le dio una última calada al cigarro antes de apagarlo. Expulsó el humo con lentitud notando cómo su estómago se deshinchaba poco a poco y cerró los ojos. Sin embargo no tardó en abrirlos de golpe al sentir una mano sobre su hombro.

-¿No crees que es un poco temprano hasta para ti? -Susurró Sabo en su oído mientras depositaba un suave beso sobre el hombro desnudo de Sanji.

-No puedo dormir. -Respondió el cocinero sonriendo y reclinando su cabeza hacia atrás para apoyarse en el recién llegado. 

-No me extraña que durmiendo tan poco lleves noches cayendo primero. Te estás volviendo sensible al alcohol. -Se burló el mayor. 

-¿Ah? ¿Qué mierdas dices? Es solo que ahora que estoy de vacaciones soy consciente de todo el cansancio acumulado que arrastro. -Se defendió el mayor a la defensiva.

Esta respuesta provocó una carcajada por parte de Sabo. -Está bien, lo entiendo. 

El rubio acarició la cabeza del cocinero provocando que se sonrojase un poco ante aquel tacto. -¡C-cállate maldita sea! -Gritó empujando con cuidado al contrario. -¡Esta noche aguantaré más que tú, ya lo verás!

-Entonces será mejor que volvamos a la cama. -Dijo Sabo abrazando al menor. -Debes recuperar horas de sueño si quieres aguantar.


-


-¡¡¿Es que sólo sabes beber y dormir? ¿Cómo puede ser posible?!!

Los gritos de Nami irrumpiendo en la habitación sólo provocaron que la persona que se encontraba en la cama emitiera un sonoro gruñido.

-Ni siquiera puedo distinguir a un animal salvaje de ti. ¿Acaso sabes qué hora es? ¡Todos te estamos esperando para comer! 

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