Capítulo 2

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La forma en la que su cuerpo se movía, aquellas kilométricas piernas mostrando la flexibilidad de la majestuosa y delgada figura dejándose llevar al ritmo de la música a veces rápido, a veces lento...

Tan sensual.

La vio caer al suelo abriendo sus piernas con gran destreza logrando que aquel movimiento pareciera tan sencillo como caminar. Su trasero se contoneaba mientras la canción avanzaba y sus labios se movían al ritmo de la canción. Elevó los brazos por encima de su cabeza a la par que sus manos se deslizaban de forma grácil pero hábiles. El peliverde se sorprendió al reconocer uno de los movimientos de la mujer. Jamás había visto usar las habilidades de alguien en artes marciales de ese modo.

Zoro tragó en seco sin poder disimular la cara de idiota que tenía después de contemplar completamente hipnotizado la actuación de Kuroashi. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado. Sentía que el tiempo se había detenido y no fue hasta que notó la mano de su mejor amigo sujetar su brazo que pudo salir de su ensoñación.

-¿Me estás escuchando?

-Perdón... ¿Qué has dicho?

-Te decía que los chicos han decidido continuar la fiesta en otro bar. ¿Todo bien? Pareces más perdido de lo normal.

Frunció el ceño. En parte por el comentario de Ace pero, sobre todo, porque no quería irse de ese lugar. Al menos, no sin ver de nuevo a Kuroashi. Se levantó rápidamente con intención de buscar aquella rubia cabellera que de ahora en adelante, estaba seguro aparecería cada noche en sus sueños. Sin embargo, después de conducir su vista por todo el bar, no encontró rastro alguno de ella.

-Oí, Zoro.

Esta vez el pecoso movía su mano de arriba a abajo delante de su cara para llamarle la atención.

-Esta bien Ace. Voy al baño. Esperadme fuera.

No quería contestar mal al moreno, ni dejar plantados a sus amigos pero tampoco quería irse de allí sin más. Así que se dirigió al escenario con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera indicarle dónde encontrar a la artista.

Pero para su desgracia, no quedaba nadie allí.

¿Cuánto tiempo había estado embobado para que todo estuviese recogido? Suspiró con frustración mientras iba hacia la salida a encontrarse con el resto. No podía quitarse la imagen de aquel cuerpo tan hermoso moviéndose al son de la música pero, estaba claro que quedándose ahí no conseguiría nada. Además, todavía era el cumpleaños de Ace y quería estar con su amigo así que hizo un gran esfuerzo por desechar los recuerdos que le devolvían al preciso instante en el que contempló a Kuroashi por primera vez.

-Por fin apareces ¿Se puede saber que estabas haciendo para hacernos perder tanto tiempo? -Preguntó Nami molesta mientras le acusaba con el dedo.

Se notaba que el alcohol ingerido en el primer bar ya había comenzado a hacer efecto en la pelinaranja. Zoro notó cómo una venita palpitaba en su frente y se preparó para contraatacar. No era extraño ver al peliverde discutiendo con aquella mujer cada vez que salían a beber pero, de pronto, un recuerdo fugaz le atravesó la mente, haciéndole detener en seco.

-Nami-san y yo la hemos visto varias veces. Ella es realmente fantástica. -Había dicho Robin unas horas atrás.

Así que ellas la conocían ¿Verdad? Al menos, podían tener alguna pista de cómo encontrarla. Ahora el problema era ¿Cómo hablar con ellas sin que empezaran a entrometerse como siempre hacían? Estaba seguro de que Nami le cobraría a cambio de cualquier tipo de información que le pudiese dar y Robin... Bueno, ella tal vez descubriese todo lo que pasaba por su mente incluso antes que él con solo unos minutos conversando. De solo imaginar ambas posibilidades sintió un gran escalofrío recorrer su cuerpo.

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