Sujetando la lanza desde la base en el último instante, la cuchilla perfora el cráneo del esqueleto y logro tirarla de regreso a mí, agarrándola con ambas manos, para dar un golpe de abanico contra un cadáver hinchado que sale de una casa, pero en cuanto cae al piso, veo mi error y comienzo a correr, para escuchar la explosión y el fétido aire que llenaba ese cadáver.
Apoyándome en la lanza mientras respiro agitado, con la luz del atardecer menguando cada vez más.
«Vamos, ya estas cerca», me digo antes de seguir con mi carrera por las calles de esta ciudad en ruinas, llena de hierba que sale entre los adoquines, raíces en las paredes de los árboles, y una tendencia a ser muy inclinada, incluso si estoy cerca de la base de la colina.
La noche se aproxima cada vez más, las luces de las antorchas se vuelven visibles en la distancia, y sin pensar en nada más, me arrojo contra la puerta abierta, cayendo al piso de madera mientras los cadáveres surgen de las sombras, literalmente sombras que crecen y se vuelven no-muertos, que se empiezan a convertir en cenizas si se aproximan mucho a la luz.
Me pongo en pie y comienzo a encender las lámparas de aceite, llenando de luz este enorme edificio, mi base cerca de la muralla exterior de la ciudad, puesto que correr hasta la catedral cada vez que anochece es un suicidio, por no decir una pérdida de tiempo, de modo que tener estos lugares repartidos por la ciudad, es la mejor forma de estas a salvo.
El lugar es una especie de sitio multiusos, pues tiene cocinas y mesas en un comedor apartado de la entrada, en el vestíbulo las alfombras y la estatua en su centro algún día fueron grandiosas, pero la alfombra está a medio devorada por insectos y la estatua esta derretida, literalmente derretida y solidificada tras recibir alguna clase de magia de calor. Pero continuando con las habitaciones de este lugar, me he encontrado que, tras la recepción, hay docenas de libros en estanterías muy bien organizadas, con nombres de trabajos, el personal asignado, la paga esperada, si se ha cobrado el dinero y un rango de dificultad, establecido con letras, bueno, no exactamente letras, más bien símbolos que recuerdan a las letras del abecedario latino en mi mundo. Además, hay una especie de enfermería, oficinas para personal administrativo, y bajo tierra, una armería en la que no queda mucho y una bóveda llena de dinero y objetos llamativos, pero una especie de muro de energía impide que me acerque, y tampoco tendría como llevarme tanto dinero, de modo que no es una perdida muy importante.
—Si, he venido a reportar el éxito de la misión —digo al apoyarme en el mostrador de la recepción, junto a una caja con una especie de bola de bidente en la tapa—, extermine exitosamente a los dragones, sí, soy todo un novato, pero ya me pagan mucho y... —empiezo a reír entre dientes, luego empiezo a reír con todas mis fuerzas.
Niego con la cabeza, mirando por encima del hombro a los esqueletos, zombis y toda clase de engendros, que se acumulan alrededor de la luz de las antorchas, que rodean este edificio, igual a la catedral, si cierras un perímetro con las antorchas y no hay un nexo de Prana, no pueden aparecer desde las sombras y los cadáveres no reviven.
Por ver si ocurre algo apoyo mi mano sobre la bola de cristal, para mi sorpresa al empujarla hacia abajo, unas palancas empujan hacia arriba una pequeña placa de cristal.
Nombre: Winrred.
Edad: 19.
Sexo: Hombre.
Afiliación: No registrada.
Rango: Indeterminado.
R. Aura: G.
R. Prana: Indeterminado.
R. Mana: Indeterminado.
R. Arma: Indeterminado.
«¿Esto es lo que se llama un medidor de nivel?», me pregunto al observar la información que aparece en el cristal. Una vez un buen amigo, me quiso introducir al mundo del anime o algo similar, y decía que el recurso que siempre tenían en las historias de fantasía, era que tenían unas piedras que decían tu nivel, pero luego no afectaban en nada a la trama.
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Batalla de héroes.
FantasyEl ser autoproclamado como: Dios. Los secuestro y los envió a otro mundo. En un mundo de muerte y guerra, en el eterno girar del destino, sin comienzos ni finales, un grupo de seres proclamándose como dioses, juegan con un sin numero de razas para...