Cortando con la espada explosiva al último de los monstruos que viven en las minas bajo la ciudad, teniendo que cubrir mi cuerpo con una capa de Mana de Tierra para que la onda expansiva no me haga daño, es que me encamino al interior de las minas, dejando a mi pasos ruinas y escombros, que poco a poco se van corrigiendo, las vigas de madera rota se enderezan solas, los escombros de todos los tamaños se disuelven y funden con el empedrado de la calle, en posas de un líquido parecido al alquitrán pero con un brillo purpureo, para que luego enormes burbujas del mismo líquido, crezcan unas sobre otras como tumores amorfos sobre las diferentes estructuras, restaurando todo a su estado previo a la batalla, que es el de una ciudad abandonada y deteriorada, como si la piedra misma se pudriera, pero en lugar de colapsar, se queda en ese estado decadente de forma perpetua.
«La reliquia se hace más fuerte, estoy seguro de que antes no reparaba la ciudad tan rápido», pienso al adentrarme al túnel de la mina, que en lugar de ser un pasillo cavado en la roca con vigas de madera, se trata de un enorme pasillo con bajorrelieves en su sus paredes y techos, con puertas de madera tallada que dan a casas de toda clase, algunos otros pasillos dan a enormes galerías a tres alturas, donde los restos de mercados y una colección de no muertos de toda clase, merodean de un lugar a otro, en un pasillo llego a ver uno de los monstruos matando a un esqueleto, solo para huir cuando me ve, pero el esqueleto no revive o es remplazado por otro, y al acercar la antorcha (una normal, no las que uso para sellar a los no muertos), descubro que el animal clavo una estaca de metal pulido en su cuenca ocular.
—Estaño —digo en voz alta, mi voz es todo lo que rompe el silencio en la absoluta oscuridad.
Absteniendome de tocar la estaca, pues se bien que absorbería toda mi Aura en segundos, y lo último que necesito ahora mismo es colapsar o debilitar mis poderes, es que sigo caminando por las catacumbas, en busca del nexo de Prana que revive a los no muertos cada noche. Este solo es un paso más en despejar la ciudad, un paso más en sellar la superficie para que, al asaltar la tumba de debajo de la ciudad, no puedan enviar una horda de no muertos que me corte el paso o algo peor.
Drinwe respiro profundo en su meditación, esforzándose por sentir el Mana de la naturaleza, tomarlo de los cultivos a su alrededor y canalizarlo en la semilla de la maceta. Las lágrimas de Tinaru que usaba Winrred, eran sin duda muy útiles para regar las platas y obtener frutos todos los días, pero el Mana de Naturaleza tenía sus propias ventajas. Con un color verde translucido, este tipo de mana permitía hacer crecer, literalmente, todo lo que pudiera crecer, desde plantas para que estas dieran frutos, ademas también permitía desarrollar eficientemente todos los sistemas vivos. Focos de especies separadas de sus reinos principales, dotadas en el uso del Mana, usaban esta cualidad para que sus embarazos duraran menos tiempo, y los bebes se convirtieran en niños y luego en adultos, en unos pocos meses, consiguiendo aumentar sus números en tiempo de necesidad y evitar tener que cuidar a sus hijos durante años.
Volviendo a respirar profundamente, Drinwe sintió el Mana de Naturaleza, un brillo verde bosque que cubría todas las plantas a su alrededor. Toda esa energía lentamente comenzó a dirigirse a la maceta, como pequeños hilos que se extendían desde cada hoja, rama y tronco. Como con todos los tipos de Mana, una vez lo dominara podría hacerlo por instinto, reuniéndolo sin pensar en el proceso de hacerlo, simplemente haciéndolo.
Al abrir los ojos Drinwe vio como había crecido un pequeño árbol en la maceta, lo cual sin duda era un enorme progreso.
—¿No pude ser descendiente de héroes? —se preguntó al echarse hacia taras sobre la hierba crecida—, y si intento enseñarle a ese cabeza dura, solo conseguiré que se mate más rápido.
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Batalla de héroes.
FantastikEl ser autoproclamado como: Dios. Los secuestro y los envió a otro mundo. En un mundo de muerte y guerra, en el eterno girar del destino, sin comienzos ni finales, un grupo de seres proclamándose como dioses, juegan con un sin numero de razas para...