-17-Victoria sin mérito.

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Al entrar en la enorme tienda de campaña, Linaya sintió que había entrado a un palacio, el piso era de madera, dividido en grandes paneles de bordes metálicos, había pequeñas fuentes de mármol, que derramaban vino en lugar de agua, y muchos sirvientes se movían de un lugar a otro, repartiendo comida en grandes bandejas, los grandes generales estaban sentados al fondo, en la mesa alzada sobre las demás, mientras que el resto de capitanes y caballeros, deambulaban por el lugar, felicitándose por la increíble victoria que habían conseguido.

—Fuiste más rápida de lo que pesen —dijo una voz junto a Linaya, quien dio un brinco al girarse a mirar.

Era la mercenaria que la había salvado, a ella y a todos los que estaban en esa carretera ese mismo día, a su alrededor aún se desvanecía la reja de oro en un patrón diamantino, que usaba la gente de ese mundo para transportarse rápido de un lugar a otro.

La mujer era ciertamente hermosa, en sus treintas, con una mirada adusta en un rostro afilado, marcado por una cicatriz que le bajaba por el mentón, el cabello largo, sujeto en una coleta. Llevaba un ajustado uniforme, una chaqueta negra con líneas purpuras bajando por los laterales de los hombros y el pantalón. Por lo demás, era alta, más que el nuevo cuerpo de Linaya, que ella calculaba estaría por el metro setenta.

—Tengo algo que quieres, o como poco, que te interesa —dijo Linaya sin dejarse amedrentar—, de modo que vine a ver que tenías que decir.

La mujer sonrió.

—Tienes buen espíritu, eso es bueno para dominar Aura.

—Si, ya lo sabía.

—¿Y quién te enseño?

—Un viejo caballero venido a menos.

—Oh, ya veo —dijo al extender la mano a un lado, haciendo aparecer un disco negro rodeado de un borde de cierra blanco, de la cual saco dos copas y una botella—, pues en esta línea de trabajo no nos van las sutilezas, te quiero como mi aprendiz.

Linaya levanto las cejas.

—¿Solo así?

—Solo así —dijo la mujer al sacar el corcho de la botella con los dientes y llenar de vino las dos copas metálicas—, vi tu potencial y me gustas, serás buen material. Y a diferencia de esa panda de inútiles —hizo un gesto hacia los generales y nobles—, no te voy a prometer fortunas y lujos más allá de tu imaginación.

»Yo solo te voy a decir; Vuelve te mi aprendiz, y desarrollare tu potencial mejor que nadie, ignorarme y no pasara nada, a diferencia de ellos, no voy a intentar matarte para que otro no te consiga o por que la enorme cuchara de plata que tengo en el culo, no me deja entender que alguien pueda negarme algo que quiero.

Linaya comenzó a reír.

—Supongo que puedo dejar de ser tu aprendizaje cuando quiera —pregunto para tantear el terreno, le interesaba que le ensañaran a usar sus poderes, de los cuales solo había oído decir que los tenía, pero no quería comprometerse con nada ni nadie.

—Claro, somos mercenarios —la mujer regreso la botella y tomo una copa en cada mano, ofreciéndole una a Linaya—, tenemos nuestro propio código, y fuera del campo de batalla, nadie es dueño de nadie.

—Te tomo la palabra —dijo aceptando la copa—, maestra.

—Hahahaha, dime Arrine.

—Yo soy Linaya.

—Bien, ahora dime ¿quieres ver cómo le meten una cuchara más grande al idiota que casi te hace matar?

El solo recordarlo le hizo torcer una mueca de desagrado, si bien aquel noble había tomado las mismas decisiones que ella hubiera tomado u omitido otras, e igualmente había fallado miserablemente, Linaya apenas tenía una remota idea de estrategia, ese tipo debía ser un comandante experimentado, alguien que había participado en muchas batallas o por lo menos, tener un extenso conocimiento sobre estas.

Batalla de héroes.Where stories live. Discover now