Era increíble lo que un par de tetas bien puestas, un cuerpo esculpido con duro entrenamiento, y que de todas formas conservaba la grasa en los lugares correctos, podía lograr por facilitar la vida de Linaya. Durante las últimas semanas pasaba las tardes y noches en posadas caras, bebiendo y comiendo lo mejor que tenía la ciudad para ofrecer, el único paso superior a ese era los chefs privados de la alta nobleza, que se gastaban fortunas por acapararlos, después de todo las posadas eran eso, posadas para los comerciantes ricos, pero sin conexiones con la nobleza.
Pero como todo en su mundo y en este también costaba dinero, Linaya trabajaba cuidando las fábricas de algún magnate, escoltaba nobles entre fiestas y visitas sociales a las mansiones de otros nobles, mientras que los días sin trabajos que merecieran la pena (que no pagaran lo que ella exigía, en realidad), los pasaba acompañando a Arrine, fuera entrenando para perfeccionar sus habilidades o simplemente estando cerca en las reuniones con oficiales. Lo cual aumentaba su reputación en el gremio, lo que se traducía en que contratarla era más caro. Un mercenario normal del gremio, cobraba caro por sus servicios, uno con conocimiento de una o más de las cuatro energías, cobraba por la que dominara mejor, mientras que Linaya cobraba por dominar dos de ellas hasta el punto de hacerlas trabajar juntas, y además era la protegida de Arrine, la jefa de esa rama del gremio mercenario, que por lo demás era bastante conocido, de modo que podía permitirse cobrar caro, y cobrar caro significaba estar de pie, mirar a todos los que pasaran con el ceño fruncido o con una perfecta indiferencia, si su empleador era el dueño de una fábrica que quería poner en regla a sus trabajadores o un noble que quería una escolta que indicara lo rico que era.
«Esto ya es ridículo..., ¡Si solo lo salude!», pensó Linaya al estar en la oficina de Arrine, quien la había llamado por que un comerciante rico, había enviado una botella de vino de excelente calidad.
—¿Bella Linaya? —pregunto Arrine al leer la carta que venía con la botella—, creo que se queda corto.
—Eh..., ¿gracias?
—La belleza no se agradece, se aprovecha —contesto Arrine sin despegar la vista de la carta, con la misma intensidad que si leyera un informe de ganancias particularmente bueno—, igual que con el dinero, quienes no lo tienen solo saben criticar a los que si lo tienen.
—¿Y si el método de obtenerlo es deshonesto? —pregunto Linaya al observar la botella sobre la mesa, la etiqueta pegada al cristal era roja y tenía escrito en letras doradas toda la información relevante—, he escuchado suficientes rumores sobre como las nobles se mantienen bellas.
—¿Y ese cuerpo lo obtuviste por esos métodos o por el duro entrenamiento junto a un regalo de los dioses?
—Creo que lo sabes bien.
—Entonces no pienses en eso —dijo Arrine con un gesto vago de la mano al dejar la carta a un lado—, como dije, los que están por debajo de ti, siempre te criticaran, aunque hagas todo bien, incluso si les regalas el mundo, pedirían otro mundo por que asumirán que tienes otro para ti sola. Así somos los humanos, somos ambiciosos por naturaleza, la diferencia está en que unos trabajamos por satisfacer la ambición y otros ambicionan cosas diferentes.
—¿Entonces que hago con el comerciante?
—Lo mismo con tus otros tres amigos.
Linaya dio un respingo.
—Soy tu jefa y líder de una banda de mercenarios —le recordó Arrine—, mi trabajo consiste en saber si tus líos de faldas pueden provocar un incidente o te nublaran el juicio.
—¿Entonces no hay problema?
—Linaya, como gastes tu dinero o con quien te acuestes es cosa tuya.
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Batalla de héroes.
काल्पनिकEl ser autoproclamado como: Dios. Los secuestro y los envió a otro mundo. En un mundo de muerte y guerra, en el eterno girar del destino, sin comienzos ni finales, un grupo de seres proclamándose como dioses, juegan con un sin numero de razas para...