Con una bandeja con fruta, pan recién horneado y una jarra con agua acompañada de un vaso, me acerco al jardín interior donde debiera estar aquella chica mercenaria que ayer quería matarme. Normalmente no me acercaría a una asesina entrenada, experimentada y que además es claramente más fuerte que yo, sin embargo, ha perdido a sus amigos, no tiene provisiones y ya he saqueado toda esta zona de la catedral, por lo que se puede morir de hambre sino le traigo comida.
Viendo la puerta cerrada, me inclino para dejar la bandeja en el piso y tocar antes de irme corriendo, pero en cuanto el metal rosa las losas de piedra, una cuchilla roja atraviesa la puerta, yo caigo hacia atrás y observo, como si fuera una escena sacada de una película de animación, como la hoja roja corta la puerta en segundos.
Los trozos de la gruesa puerta caen al suelo, aplastando la bandeja, haciendo salpicar los platos y reduciendo la fruta a una pulpa. Aquella chica esta del otro lado con la mano alzada, los dedos extendidos y esa cuchilla de Mana y Aura perfectamente fusionada con su mano, como si fuera una segunda piel que se extiende y cubre su mano y dedos.
—¡Solo te venía a traer comida! —grito alzando las manos, no sin preparar un cuadrado de Mana de aire, para golpear y verme empujado por el pasillo lejos de esta loca.
La chica mira la bandeja entre los restos de madera, por un momento creo distinguir algo de pesar, pero rápidamente frunce el ceño, las marcas rojas que rodean sus ojos como una sombra, y envuelven su cuello como una suerte de tatuaje tribal, brillan con más intensidad mientras su Aura se extiende a su alrededor, sacudiendo su cabello con dramatismo, como si el viento lo empujara hacia atrás.
Sacrificando todos mis sentidos, fuerza e incluso inteligencia, golpeo el cuadrado de Mana de aire con mi puño. No siento el impacto ni el rose contra la pierda, y mi mente se siente embotada, incapaz de pensar con claridad, hasta que el golpe contra el muro me estremece y deja a mi Aura volver a la normalidad, permitiéndome ponerme en pie, antes de comenzar a correr por mi vida al cuarto con ventana más cercano, saltar al vació y con el Mana de Aire, rebotar hasta el sagrario en lo alto de la catedral.
—Es la ultiman vez que intento hacer algo bueno por ella —digo antes de levantarme con un gruñido.
Estirando los músculos, me dirijo hacia el balcón que da hacia la entrada de la catedral, donde el sol del medio día calienta todo. Los Taurrúvister siguen sin hacer sonar sus cuernos desde la última vez, esa en la que me desperté rodeado por tres de los suyos. La ciudad, que parece estar viva, no me deja huir por mucho que lo intente, y no es buena idea explorar la ciudad, no con esos mercenarios dando vueltas por ella, quienes también han quedado atrapados en este lugar.
«¿Ha esto se ha reducido mi vida? ¿A un granjero que cultiva en una catedral gracias a semillas en la mierda de pájaro?», me pregunto mientras el viento acaricia mi cabello. aunque ciertamente ya no necesito la mierda de pájaro, el hecho de que traigan semillas de árboles frutales, de campos con trigo y demás lugares, que luego cagan por los tejados, me permite tener cada vez más variedad en el menú de frutas y verduras, algunas son nativas de este mundo, otros cultivos como el trigo, son familiares y gracias a ello, puedo hacer pan, y mis intentos por hacer fideos van progresando.
—Maldición —digo al agachar la cabeza, acariciándome la nuca—, esto va a ser muy aburrido si sigo aquí atrapado. Haciendo ejercicio y cultivando hasta que me muera.
—Ven a enseñarme...
Ante el susurro de la voz, me estremezco y me giro de golpe, solo para contemplar como la piedra, se derrite en una masa purpurea, que fluye y se acomodara, formando unas largas escaleras frente a mí, las mismas tuercen y rodean el sagrario hasta la parte de atrás, donde solo hay un jardín exterior con un par de estatuas. Cuando la materia extraña deja de fluir, la piedra vuelve a hacerse visible, sólida y estable. Hay arcos, pilares, incluso bajorrelieves de exquisito detalle en la piedra, dando la impresión de que la catedral siempre ha tenido está estructura.
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Batalla de héroes.
FantasyEl ser autoproclamado como: Dios. Los secuestro y los envió a otro mundo. En un mundo de muerte y guerra, en el eterno girar del destino, sin comienzos ni finales, un grupo de seres proclamándose como dioses, juegan con un sin numero de razas para...