Linaya se bajó del carruaje con el trasero adolorido, además de la convicción de que, si se volvía rica buscando como volver a su mundo, gastaría la mayor parte en inventar el equivalente a un automóvil.
Acomodándose la barra de metal que era su arma, de aproximadamente metro y medio de largo, formada por un cilindro con ranuras y pequeños surcos que se extendían por toda su superficie. De un profundo negro, los detalles en cobre y hierro, destacaban aún más su falta de una empuñadura convencional, cosa inútil en un arma pensada para formar diferentes cuchillas mediante el Aura, el Mana o incluso el Atma.
—Pasare por aquí mañana, como a esta hora —le dijo el cochero—, si no estas lista, tendrás que esperar otra semana o caminar de regreso a la ciudad.
—Enterado.
—Buena cacería.
—Gracias.
Con el carro alejándose por el camino, Linaya se fijó en la enorme casa de piedra, que coronaba la pequeña colina, la cual estaba rodeada por extensos campos salpicados de granjeros. Esa era solo el centro de esas tierras, donde por lo que había visto Linaya, se expandía cada vez más, despejando nuevas parcelas de tierra en el bosque, para cultivar aun más de esas extrañas flores azules y tallos negros.
Al cabo de unos momentos, un hombre con las mangas de la camisa arremangadas, dejando ver los gruesos brazos velludos, el chaleco ajustado en el torso, y la barba recortada, con el cabello corto y laceo. Algo atractivo, pero no en el sentido de belleza, más bien era ese atractivo de una mirada segura y una postura firme, demostrando orgullo sin caer en la arrogancia, además de una firme determinación.
—¿Eres tú la mercenaria de las alas de plata? —pregunto el hombre cuando llego.
—Lo soy.
—Vimos a esa bestia merodeando por las granjas de por allá —dijo al indicar con el dedo por la carretera donde el carruaje seguía avanzado—, no estamos seguros de que es, pero...
—Bien, de todas formas, tengo que cobrar por averiguar que es —dijo Linaya sin dejarse intimidad por el ceño fruncido del hombre frente a ella—, si es algo muy peligroso, abandonare el trabajo y me llevare la paga por confirmar el rango de peligro.
—Necesitare pruebas.
—¿De qué tipo?
—De las que dicen que no fuiste al bosque, a coger con un jabalí.
Linaya soltó una holeada de Aura, el granjero se estremeció y retrocedió trastabillando. más cuando Linaya se detuvo, se limitó a tomar su arma del arnés en su espalda y a empezar a caminar, creando una cuchilla de Aura para formar una enorme espada.
—Solo ten el pago listo para cuando vuelva.
El hombre no respondió, y Linaya se aseguró de mantener su Aura y su arma en ristre, hasta que se aproximó a la linde del bosque, donde volvió a colgarla a su espalda.
En su mundo original había aprendido el arte de la caza con su padre, y en este nuevo mundo, las bases eran las mismas. Incluso si algunas pisadas o rastros no tenían sentido, por no hablar de las plantas desconocidas, que crecían de forma natural en el bosque de ese nuevo mundo, la idea de seguir los rastros de los animales era la misma.
Avanzando por el bosque con sigilo, buscando los indicios de las bestias que Linaya creía encajaban en los reportes de los granjeros. Sintió que estaba de regreso en casa, que estaba en control de la situación por primera vez desde que había llegado a ese mundo, pero no, no era desde que había llegado a ese mundo, era desde que su mente había dejado de sentirse embotada, sometida por el miedo, el desconcierto y a esas alturas, no le sorprendería saber que el agua y la comida que le daban, tenía alguna droga extraña, para garantizar su obediencia en el futuro.
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Batalla de héroes.
FantasyEl ser autoproclamado como: Dios. Los secuestro y los envió a otro mundo. En un mundo de muerte y guerra, en el eterno girar del destino, sin comienzos ni finales, un grupo de seres proclamándose como dioses, juegan con un sin numero de razas para...