-20- El prisionero y la mestiza.

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No.

La tétrica voz otra vez.

La reja de luz plateada y cristales purpúreos, me envuelven y me hacen aparecer, una vez más, dentro de los límites de la ciudad. Siendo este mi décimo intento de huir.

La ira me inunda.

—¡Aaaaaah!

Con un feroz grito doy un puñetazo contra un árbol cercano, derribándolo del golpe, aunque también me lastimo los nudillos. Pero eso no me importa, y me limito a mirar el cielo entre los árboles que yo mismo plante, antes de comenzar a caminar de regreso a la catedral. No es que me allá rendido, es solo que ya no se me ocurren formas de salir y se está haciendo de noche. Intente corriendo muy rápido, intente saltando por el cielo en una dirección al azar, intente impulsarme tan rápido hacia arriba hasta que el frio me paralizara, y entonces intente huir por el cielo, pero eso tampoco funciono. Siempre, siempre, siempre que cruzo el perímetro de los muros de la ciudad, la misma voz tétrica que me llevo a esa estructura subterránea, me hizo volver a la ciudad, no importa lo que intente, no importa lo que haga, simplemente no hay salida.

Caminando por las calles con pesar, termino llegando a una pequeña plaza con una fuente en el centro, la fuente representa a una hermosa mujer con una túnica de estilo griego, apoyando las manos sobre el pomo de una espada, y con pequeños orificios en los ojos, que a juzgar por los patrones de humedad que hay cerca de ellos, ese era el sitio de donde salía el agua. Pero ahora el agua está estancada y podrida, quizá las cañerías internas también estén obstruidas, pero bueno, no es como si yo me tuviera que preocupar por el agua, después de todo, las fuentes de la catedral funcionan con magia.

No pueden salir, no pueden alejarse —dice la misteriosa voz haciéndome estremecer—, necesito más...

Entonces una explosión de Aura me hace sentir un escalofrió, primero me golpea como una ola, haciéndome trastabillar, y luego se vuelve visible por el inmenso pilar de Aura que se alza al cielo, brillando con claridad pese al sol, y aun así siendo más opaco que el sol. Sin embargo, en lugar del color rojo natural del Aura, ese pilar se ve purpura y negro, antes de detenerse por completo como si no pasara nada.

«En esa dirección están esos mercenarios —pienso al tiempo que empuño mis manos—, será mejor que vea que paso ahora»

Saltando por el aire gracias al Mana y el Aura, me aproximo a toda velocidad, hacia los restos humeantes de lo que fue la mansión donde esos mercenarios acampaban.

De los restos de las vigas de madera, el fuego arde soltando volutas de humo, en otros solo son brazas incandescentes, y en el centro de toda la explosión, un espejo roto que parece intacto ante el daño, curiosamente el grupo de mercenarios están a salvo sobre los escombros, heridos, pero no parecen próximos a morir.

Sin perder tiempo, comienzo a darles de beber un sorbo de las lágrimas de Tinaru, sanando sus heridas y dejándolos aturdidos al despertar. Pero cuando llego a la última chica, la de cabello rubio y dos pistolas, cuando le doy de beber la poción, algo extraño le sucede. Su piel se torna aún más blanca, hasta el punto de igualar a la nieve, sobre sus ojos, una sombra rojo sangre se forman, al tiempo que la parte superior de sus orejas y la base del cuello, las mismas manchas rojas aparecen como un elegante patrón, de entre su cabello rubio, ahora aún más intenso por el contraste con su piel, salen pequeñas protuberancias cartilaginosas, como cuernos blancos con puntas rojas, todos apuntados hacia atrás, mientras que su camisa se quiebra en los codos y rodillas, al aparecer protuberancias iguales a las de su cabello, largas y finas, como estacas de cartílago, que parecen ser flexibles, por cómo se doblan cuando la chica rubia, abre los ojos y me aparta a un costado.

Batalla de héroes.Where stories live. Discover now