Linaya dedico una sonrisa al hijo mayor de Escnam, el dueño de todas las granjas visibles, y de una cantidad de tierras que abarcaba todo el bosque hasta un rio que lo dividía, tan rico por eso que incluso la nobleza le pedía prestamos, que de hecho era la razón por la que había conseguido toda esa tierra, prestando dinero a niños ricos, haciendo a sus padres firmar contratos, y cuando no podían pagar, les arrebataba su torreones y tierras. Donde antes existían docenas de torreones y pequeños castillos de la nobleza menor, ahora solo existía un único hombre sin nobleza, dueño de todo ello.
—Eres un buen hombre Hailver —dijo Linaya al hombre en sus treintas, con la gruesa barba negra y espalda ancha—, me voy a tomar muy en serio tu oferta si te pasas por la ciudad.
—Espero estés de contrato —respondió Hailver con una sonrisa encantadora, quizá demasiado encantadora—, creo que nunca he visto a una mujer que pueda beber tanto.
—Me dicen hígado de hierro por algo —bromeo Linaya mientras que un siempre enérgico Escnam negociaba con el dueño del carruaje, el precio por desviarse de su ruta diaria y traerle otra barrica de vino.
—Suerte en tus campañas futuras —comento Hailver—, y mi padre dijo que te extendiera la invitación de venir cuando quisieras, creo que sigue con la ilusión de que le dé nietos.
—Si, pero será difícil...
—Tranquila, no era una insinuación, ahora mismo solo me agrada tener una amiga que ha pasado por lo mismo.
Dedicándole un asentimiento, Linaya se despidió al tomar el brazo de Hailver por el antebrazo y el haciendo lo mismo con el de Linaya, compartieron un abrazo como si fueran amigos de toda la vida, y entonces ella se subió a la carreta, dedicando una mirada fugas a los campos, antes de sacar un libro de bolsillo sobre Prana, un regalo de Escnam durante la noche anterior, luego de que contara su historia entre copas y más copas de vino.
Cerrando el libro sin poder concentrarse, el carruaje comenzó a avanzar con su traquetear, técnicamente era una diligencia y no un carruaje, de modo que Linaya guardo la esperanza de que los carruajes reales, fueran más cómodos de usar, mientras pensaba en las medias verdades de la noche anterior. Técnicamente su novio si estaba muerto, se les había caído el techo encima y por algún motivo solo ella había sido transportada a ese mundo, con una cara diferente, un cuerpo diferente ¿y si había sido enviado, pero no se habían podido reconocer? Y en caso de haber sido enviado ¿él estaba en el imperio Erlthur como ella? ¿Y si ahora estaba en otro reino humano lejano? ¿Y si lo habían descartado como a los otros y estaba de verdad muerto?
Eran demasiadas posibilidades, era mejor asumir que estaba muerto, que había muerto con la caída del techo, y si de casualidad había sobrevivido, Linaya esperaba que se recuperara, que estuviera bien y que pudiera seguir su vida sin ella, pues no le deseaba el destino de ese mundo, ser arrastrada a un mundo atrasado tecnológicamente, donde supuestos dioses proclamaban que tendrían que luchar hasta morir.
«Y yo estoy luchando para sobrevivir —pensó Linaya, sonriendo otra vez ante tal ironía—, en lugar de luchar por un imperio que da camas calientes y entrenamiento, estoy luchando por una compañía mercenaria, durmiendo en camas duras y entrenando duramente»
—Solo que ahora lo hago para volver a casa —añadió en voz baja Linaya al intentar leer el pequeño libro, buscando cualquier pista sobre la habilidad rasar, no era una solución para volver, pero un poder que aseguraba traer cosas de otros mundos era mejor que nada.
El libro en sí mismo no decía la gran cosa, hablaba de implicaciones filosóficas, argumentos religiosos, planteaba la idea de que la estrella sobre sus cabezas era fija en el universo, y que todo giraba a su alrededor, por eso dependiendo del movimiento relativo del planeta, y a su vez del movimiento relativo del resto de estrellas con sus propios mundos moviéndose, era tan difícil conseguir algo diferente de una roca.
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Batalla de héroes.
ФентезіEl ser autoproclamado como: Dios. Los secuestro y los envió a otro mundo. En un mundo de muerte y guerra, en el eterno girar del destino, sin comienzos ni finales, un grupo de seres proclamándose como dioses, juegan con un sin numero de razas para...