Capítulo 4

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I'm okay

Al entrar por los pasillos del Castrum, comenzó a arrepentirse de haber llevado a su alteza real al lugar con más hombres en toda la capital, caminó en silencio hacia su habitación lo antes posible, lo último que necesitaba era que las encontraran así.

Janet casi pierde el equilibrio cuando abrió la puerta antes de entrar a la habitación, caminó hacia la cama y acostó cuidadosamente a la princesa Evangeline, asegurándose que su alteza real estuviera cómoda, corrió a la puerta y la cerró.

Tragó saliva, tratando de relajar los fuertes latidos de su corazón. Todo le parecía una locura, si alguien se enteraba, ¿cómo explicaría que la hija del emperador Phil Hampton se encontraba durmiendo o desmayada, sobre su cama dentro del Castrum?

— Dios mio, estoy perdida.— susurró sentándose en el borde de la cama, cubriéndose la cara con sus manos —. ¿Qué haré con usted, su alteza? — preguntó en voz baja, más para sí misma.

La soldado levantó la mirada al escuchar a la princesa gemir, por un momento pensó que su alteza había despertado, pero ella aún dormía profundamente.

«¿Con qué estará soñando, su alteza real..?» pensó enredando los dedos su mano entre su cabello rubio, su mirada ambarina observó detenidamente el rostro de la princesa Evangeline, una hora atrás ambas estaban bailando junto a la música festiva y riendo, el rostro pacífico de la princesa mientras dormía le provocaba un vuelco en su corazón.

En 17 años, jamás había desobedecido a su padre, nunca se había atrevido a actuar a sus espaldas, pero había algo en la mirada de la princesa Evangeline que la impulsaba hacerlo, a querer huir juntas. Pero ahí estaba Janet mirando a la albina dormir en su cama cuando lo intentaron.

«¿Qué estaríamos haciendo si no estuviéramos aquí ahora?» se preguntó Janet acariciando cuidadosamente la mejilla de la princesa «¿Qué me está haciendo, princesa?»

Cerró los ojos cuando volvió a sentir el dolor en su vientre, gimió con pesar en sus adentros, se olvidó por completo, con todos esos sentimientos que tuvo a lo largo de la noche se olvidó sobre su condición, logró dejar de pensar en sus días de sangrado hasta en ese momento.

Caminó con sigilo hacia el cuarto de baño, tenía que asearse lo antes posible, no podía dejar a la princesa sola en la habitación por mucho tiempo.

Su mente vagaba en los recuerdos de la música, las risas y los bailes, su corazón latía con fuerza cuando al cerrar los ojos tenía perfectamente grabado en su memoria la sonrisa de la princesa mientras bailaban juntas, recordar su risa cuando ambas bailaban en el centro del círculo le robaba el aliento.

¡Había bailado con su alteza real!

Si alguien le hubiera dicho que tendría el honor de bailar con la heredera al trono del imperio al que servía,  veinticuatro horas antes, nunca lo hubiera creído.

Todavía podía recordar el cálido aliento de la morena chocar contra el suyo cuando la tomó por la cintura al final del baile, ambas se miraron perdiéndose en sus ojos, indiferentes a la euforia de los demás invitados.

Se cambió de ropa al terminar de asearse y volvió a su habitación, tomó asiento en el piso junto de la cama, observando por el rabillo de sus ojos a la princesa, la luz de la luna que entraba por la ventana hacía que el titulo de "la mujer más hermosa del imperio" de la princesa se hiciera justicia, cada parte de su rostro era perfecto, no importaba el ángulo o posición, la princesa era hermosa, pero, Janet podría decir con seguridad que su detalle favorito son sus ojos color azul, cuando terminaron de bailar tuvo la dicha de poder verlos de cerca.

Emperatriz - Bellow DiamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora