Capítulo 31

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🄰🄳🅅🄴🅁🅃🄴🄽🄲🄸🄰

El siguiente capítulo
describe y desarrolla
métodos médicos
riesgosos cuales
en la actualidad
ya no son
utilizados o
practicados.

Se sugiere
DISCRECIÓN
de parte del
lector.

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Pesadas gotas de sudor se deslizaban por su frente, mejillas y cuello, una de sus manos la sostenía sobre la superficie de pared mientras su otra mano se encontraba reposando sobre su cadera izquierda.

El dolor de su espalda y vientre la torturaba lentamente, su intimidad no había parado de sangrar en la última hora, no eran grandes y preocupantes cantidades de sangre, sino que era una cantidad similar a la de un período menstrual.

Evangeline mordió con fuerza su labio inferior, intentando ignorar el dolor que había en su espalda y vientre.

— Su alteza, por favor, recuestese, necesito revisarla.— pidió Villalba, acercándose hacia la princesa.

— Ni se te ocurra dar un paso más o eso será lo último que harás.— amenazó la albina, señalando a la médico con su dedo índice, tratando de que la mayor se mantuviera alejada.

— Mi princesa, usted conoce muy bien a la médico Villalba, por favor, permítale ayudarla.— imploró la Aya de ojos verdes.

— ¡Ya he dicho que no! — exclamó frunciendo el entrecejo, sintiendo como el aire le hacía falta —. No hasta que Janet Diamond esté a mi lado...— habló, empezando a bajar el tono de su voz.

— Su alteza..

— ¡No me hagas repetir lo que acabo de decir, Lauren! — ordenó.

— Pero, su alteza.. mire cómo está, seguir esperando no la está ayudando en absolutamente nada, su salud va a empeorar cada vez más, por favor, permítame ayudarla.— pidió la médico.

— Entonces, trae a la comandante Janet ante mí.— exigió la morena, inclinando la cabeza hacia abajo cuando volvió a sentir una punzada de dolor.

— Su alteza, no lo entiendo, ¿por qué insiste en esperar? — preguntó la médico, frunciendo el entrecejo, nuevamente intentando en acercarse al cuerpo de la princesa.

— ¡Porque sí, porque yo quiero esperarla! — gimió en voz alta, encorvándose ligeramente por el dolor.

— Por lo menos.. tome asiento, mi princesa.— pidió la Aya, extendiendo sus manos hacia la princesa en caso de que se tambaleara.

La princesa Evangeline negó con la cabeza, consiguiendo que su largo cabello albino se meneara.

— No.. el dolor es peor si me siento...— murmuró con voz jadeante.

— Su alteza, no puedo quedarme aquí, observándola retorcerse del dolor sin hacer nada.— mencionó la Aya —. Por favor, dígame qué hacer para ayudarla.

— ¡Busca a la comandante Janet Diamond, búscala, búsquenla, inmediatamente! — ordenó la morena.

Todos reverenciaron a la princesa Evangeline antes de salir de sus aposentos, los guardias tenían que salir en la búsqueda de la comandante Diamond por orden de su alteza real, la heredera al trono imperial.

Emperatriz - Bellow DiamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora