Capítulo 14

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Desde la primera vez que besó a su alteza real en la boca, en esos perfectos labios, encontró algo diferente que le regalaba calidez en su pecho, algo que le revolvía todos sus pensamientos, algo difícil de explicar, algo especial, algo totalmente nuevo.

Desde esa noche en la colina, esa noche donde la luna fue la única testigo de verlas besarse como si lo hubieran hecho cientos de veces antes, se dijeron tantas cosas sin decir una sola palabra. Se habían vuelto a encontrar varias noches luego de esa, besándose a escondidas, algunas noches bebiendo, otras no, regalándose a través de sus bocas esa pasión que compartían cada vez que se besaban.

A veces, el aire les hacia falta y observar como sus rostros se acaloraban una vez que separaban sus bocas, se había vuelto su parte favorita luego de cada beso. Hubieron noches que luego de besarse observaban la luna reflejarse en el pequeño lago de la arboleda, o veían la luna ocultarse en el horizonte desde la hermosa colina, volviéndose ese su lugar favorito para entregarse sus bocas.

Sus besos, ese momento donde sus labios se encontraban, descubrieron que encajaban tan bien cuando se besaban, como dos piezas hechas a la perfección para estar juntas.

Los besos de esa mujer de piel morena quedaron tallados sobre su piel y sus labios como un dibujo sobre la madera.

Recordar la delicadeza con la que su alteza real acarició su piel, incluso esa humedad de sus labios cuando la besaba en el rostro, o también en ese momento en el que bajaba sus besos al cuello, todavía podía provocarle esa sensación que le herizaba su piel.

Definitivamente la princesa Evangeline le gustaba más de lo que pensaba.

Habían pasado unas semanas desde la última vez que vió a la princesa Evangeline, la vió partir de la capital desde la distancia, le deseó un buen viaje, aunque no pudo hacerlo en persona, esperaría con ansias el regreso de su alteza real.

En cuanto a ella, había tenido varios problemas y algunas discusiones con su padre por la misma razón, él seguía molesto sobre el asunto de Eva debido a la promesa que rompió de no ir a ver a Eva a la cantina.

Él no la entendía, Janet lo sabía, por su parte ella había sido honesta sobre lo que pasaba con ella y lo que sentía por Eva, en cambio su padre no podía ni verla a la cara cuando sacaba el tema sobre la razón del por qué un caballero golpeó al coronel jefe.

Suspiró al terminar de atarse sus botas, sus oídos recibieron el cantar mañanero de las aves, la luz de la enorme estrella del día entraba suavemente a su habitación, regalándole un poco de calor.

Cuando salió de su habitación no había nadie que la esperaba afuera con una carta o con una sonrisa, Phillip había sido enviado a tomar unos días de reposo debido a una lesión que tuvo en la casería de la última semana.

Caminó en silencio a través de los pasillos del Castrum.

No había vuelto a recibir una carta de su alteza real, tampoco respondía las que ya le había enviado, lo que la preocupaba e inquietaba demasiado, trataba de ser positiva pero ese silencio de parte de la princesa no la ayudaba para nada.

Extrañaba muchísimo a su albina, abrazarla, sentirla cerca, escuchar su voz pronunciar su nombre, sentir la punta de los dedos de su alteza real recorrerle el rostro mientras su cabeza descansaba sobre las piernas de su morena.

También extrañaba ese pequeño cosquilleo que sentía sobre sus labios cuando Evangeline los acariciaba antes de besarse, su corazón latía con fuerza cuando pensaba en aquel hermoso y profundo azul como el océano, extrañaba ver como brillaba luego de un largo y apasionante beso.

Terminó de colocarse su armadura de entrenamiento, volvió su mirada hacia un lado al ver a su padre hablar con otro caballero. Él ni siquiera la volteó a ver.

Emperatriz - Bellow DiamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora