Capítulo 5

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Janet relamió sus labios luego de explicarle a Evangeline lo que planeaba hacer junto a la ayuda de Phillip, esperaba que a la princesa no le molestara la idea de que otro soldado las ayudara a salir del Castrum, para ella era entendible que se negara hacerlo, ¿cuánta era la posibilidad de que Phillip guardara el secreto o lo divulgara?

Evangeline guardaba silencio mientras masticaba con ligera lentitud los frutos que Janet le había ofrecido, no habían vuelto a hacer contacto visual, la princesa mantuvo fija su mirada en alguna parte de la habitación mientras comía.

— Entonces, ¿está de acuerdo con-... — intentó preguntar la solado con una mueca de preocupación en su rostro.

— ¿Tienes algo con lo que pueda limpiar mis manos? — interrumpió a la rubia.

— Su alteza, por favor, dígame que sí entendió lo que dije.— pidió suavizando su voz, empezando a desesperarse por lo despreocupada que estaba la princesa.

— Tranquilízate, Janet.— respondió con un mohín.

Cuando la soldado estuvo apunto de volver a insistir una fresa se interpuso entre sus labios, Janet frunció el entrecejo, Evangeline la había obligado a guardar silencio con una fresa.

— No importa de qué forma salgamos de aquí, está bien.— respondió con tranquilidad en su voz.

Ambas llevaron sus miradas hacia la puerta cuando se escucharon dos suaves golpes sonar, la rubia suspiró poniéndose de pie, dispuesta de abrir la puerta y explicarle a Phillip la razón del por qué le pidió volver, no sin antes pasarle a la princesa un pequeño trozo de tela para que limpiara sus manos.

Phillip la recibió con una cálida sonrisa cuando vió a la soldado salir, Janet tomó una corta respiración antes de explicarle al menor sobre por qué le pidió volver, la seriedad y un poco de pánico fue lo primero que dominó la conversación, la rubia le pidió al castaño guardar el secreto, prometiendo deberle cualquier favor si era necesario para que guardara en secreto toda la situación.

— ¿Puedo contar contigo? — preguntó la soldado con un gesto de preocupación.

Phillip tragó en seco antes de asentir con la cabeza.

— Perfecto.— sonrió aliviada tomando al joven por los hombros antes de abrazarlo —. Lo único que necesito es que cuando vayamos por los pasillos camines adelante para asegurarnos que no haya nadie y así conseguir pasar.

— Hazlo por hecho, querida Janet.— sonrió sin mostrar los dientes.

La soldado tomó la cerradura de la puerta para adentrarse a la habitación, siendo ella quien entró primero y detrás suyo entró el castaño.

— Eva... él es Phillip, la persona que nos ayudará a salir de aquí.— sonrió avergonzada, tratando de presentarlos brevemente —. Phillip, ella es la joven de la que te comenté.— continuó la rubia.

La princesa se cruzó de brazos con una mirada despectiva hacia el joven, alzó una ceja cuando apretó un poco su mandíbula.

— Phillip, ¿eh? — preguntó antes de levantarse y caminar hacia ambos soldados.

— E-es un gusto conocerla, joven Eva...— respondió con una sonrisa a medias, haciendo una ligera reverencia hacia la morena antes de extender su mano hacia la albina buscando estrechar sus manos.

La princesa miró con cierto desagrado y seriedad al castaño.

— No quiero perder más mi tiempo.— comentó mirando a la rubia de brazos cruzados.

— Correcto...— respondieron al unísono ambos soldados observando a la morena acomodarse la caperuza.

Los tres jóvenes salieron de la habitación, no sin antes comprobar que el pasillo se encontraba vacío para que primero saliera Phillip, luego la princesa y por último Janet.

Emperatriz - Bellow DiamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora