Capítulo 41

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Dedicatoria:
BySu_583

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Todo lo que había pasado a su alrededor fue en una incómoda combinación, entre rápido y lento, como si el tiempo hubiera perdido el perfecto e impecable equilibrio de su ritmo al paso de los eternos segundos.

El hermoso brillo del rostro de su alteza real parecía que le fue arrebatado, su delicada piel morena había perdido por completo su hermoso color, la palidez que había en su piel la hacía parecer enferma, mientras sus ojeras no hacían nada más que crecer con su incontrolable llanto, la Princesa Evangeline no deseaba casarse con el Príncipe Dylan Hammond, mucho menos en un momento tan terrible e inestable como en el que estaba pasando, por lo que la idea de casarse, era lo último que quería.

Vivían funestas e intensamente en el interior de su cabeza ese lamentable sonido de aquellas campanadas de la iglesia, anunciándole al mundo que su majestad había sido llamado ante la sagrada y santísima presencia del salvador, nuestro señor Dios.

Sus ardientes lágrimas se habían llevado consigo sus palabras, de sus agrietados labios únicamente se conseguían escuchar lamentos y sollozos, debido a que su alteza real había dejado de comer en las últimas puestas de sol ante su inconmensurable dolor, el mismo dolor que ella estaba sintiendo que se la estaba comiendo desde el interior de sus entrañas, Evangeline no conseguía dormir en paz, porque cuando ella cerraba sus profundos ojos azules, veía ahí tan cercana la figura de su padre.

El palacio se había vuelto un lugar tan desastroso, frío y lóbrego para ella, su corazón había dejado de bombear sangre para ella misma, sus intensos ojos azules como el frío océano parecían haberse olvidado por completo de lo que era brillar.

Ni siquiera se había tomado la molestia de maquillar su cansado rostro, permitiendo por completo que el color de su piel reluciera aquella enfermiza palidez.

La tristeza y el desconsuelo gritaban en silencio, reflejándose en el andar de su alteza real, sus oscuras vestimentas lo terminaban de confirmar ante todas las diferentes miradas de las demás personas que también vestían de negro.

Sus intensos ojos azules se encontraban cerrados, intentaba dejar de llorar de esa forma, sin embargo, entre aquellos terribles y tortuosos pensamientos de ver a los Príncipes cargando el ataúd de su majestad, cuando el resto de la familia real observaría en silencio el ataúd pasar, eso le terminaba por romper su corazón, deseaba vehementemente que nada de lo que estaba pasando fuera real.

La caperuza de su oscuro atuendo cubría la mitad de su rostro, escondiendo así sus ojeras y su palidez, sin embargo, no lo usaba únicamente para ello, estaba obligada a no mostrarse débil delante de la servidumbre, de su pueblo, del mundo, se suponía que debía de ser más fuerte que todos los demás al ser ella la heredera al trono, la futura y nueva soberana del Imperio Este de la dinastía Blue.

Apretó débilmente sus temblorosos puños cuando de sus labios se escapó un ligero jadeo, Evangeline no se sentía lo suficientemente fuerte como para poder soportar ver ese féretro pasar delante suyo, no obstante, cuando abrió los parpados de sus profundos ojos azules, guió la su mirada hacia su lado izquierdo, observando la comitiva imperial aproximarse, provocó que aquel asfixiante y doloroso ardor del nudo que se formó en el medio de su garganta desencadenara nuevamente todas y cada una de las sensaciones que había estado tratando de evitar y así no tener que mostrar delante de todos los demás.

Ellos llevarían el féretro a uno de los grandes salones del Palacio Real, en ese lugar se haría el velorio de su majestad, todos los súbditos, la servidumbre y familia real tendrían acceso a velar al soberano del Imperio Este durante los siguientes siete días, de esa forma, dándole inicio al luto a su majestad a lo largo de los próximos ocho amargos meses.

Emperatriz - Bellow DiamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora