Capítulo 29

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El tiempo se sentía acelerado, la suave calidez de los amaneceres junto a la delicada frialdad de los atardeceres tomaban el protagonismo, por lo que conseguía que los días terminaran más rápido de lo esperado, en realidad, el azul y el ambar sentían como si el destino estuviera conspirando en contra de ellas, debido a que no habían vuelto
a tener la oportunidad de estar a solas.

La princesa Megan Hammond había empezado a llevar al pequeño príncipe Matthew con ella ante la presencia de la heredera al trono, al ser el último príncipe sucesor en la línea de herederos, el hermano menor de Evangeline se sentía extremadamente interesado y atraído sobre todo lo que su hermana mayor hacía.

— ¡Yo también quiero un castillo, hermana! — mencionó el pequeño varón —. Así de grande como lo es el tuyo, Evangeline.— sonrió ampliamente — ¿Puedo tener uno, puedo, puedo.? — preguntó haciendo un puchero —. Prometo ser bueno y tratar bien a mis sirvientes si recibo mi castillo.— dijo con entusiasmo.

Janet jamás había visto un brillo tan hermoso en ese profundo océano azul que Evangeline tenía en sus ojos cuando observaba a su hermano menor.

— ¿En serio? — preguntó ladeando la cabeza a un lado la albina — ¿Y qué pasa si algún día me entero que no es así, mi príncipe? — quiso saber la mayor.

El pequeño abrió su boca en un intento de defenderse, sin embargo, ni una sola palabra fue pronunciada, el pequeño de ojos azules se encontraba sentado sobre el regazo de su hermana, por lo que se acomodó y la abrazó, rodeando con sus cortos brazos el cuello de la mayor.

— Por favor, no seré mal príncipe.— habló en voz baja el pequeño varón.

— Lo voy a pensar, querido Matthew.— sonrió la morena.

— ¡En ese caso yo también quiero un castillo! — reclamó la princesa de cabello castaño —. Como tu cuñada yo también me merezco uno, antes de Matthew yo era la niña de tus ojos.— exigió la princesa de cabellos castaños al poner las manos sobre el borde de la cama.

Evangeline rió con una hermosa sonrisa adornandole su rostro ligeramente sonrojado.

— Muy bien, tomaré en cuenta sus peticiones, mis queridos príncipes.— respondió, alzando sus cejas, ensanchando su sonrisa al escuchar como los jóvenes príncipes celebraban la respuesta de la albina.

Los ojos ámbar de la guardia observaron cómo la princesa intentó acariciar el cabello de su hermano menor, no obstante, un ligero temblor en su mano provocó que la morena bajara la mano y la escondiera de la vista de los niños.

Frunció el entrecejo, ¿qué fue eso?

— Su alteza.— nombró una criada al reverenciar con la cabeza a la morena, sobre sus manos cargaba una bandeja en la que llevaba una taza de té y un pedazo de papel.

Evangeline observó cómo la Aya de su pequeño hermano lo tomaba en brazos antes de que su propia Aya le extendiera la taza de té, se acomodó sobre la cama sonriendo en forma de agradecimiento al tomarlo entre sus manos.

— Hermana, ¿por qué siempre tomas tés? — preguntó el príncipe Matthew, llevando una de sus manos a su mentón.

La princesa de piel morena sonrió con sus labios.

— Que príncipe tan curioso.— respondió una vez que bebió un sorbo del té.

— Porque es bueno para la salud, mi querido príncipe.— todos volvieron su atención hacia un lado, una vez que la voz de la emperatriz Elena White se distinguió en la habitación.

— Su majestad.— nombró la princesa heredera al trono, inclinando la cabeza.

Todos los demás reverenciaron a la emperatriz Elena en silencio.

Emperatriz - Bellow DiamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora