Capítulo 39

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Janet gimió al ser arrojada con fuerza contra la pared de una de las celdas del calabozo, a penas podía ver, la claridad había abandonado su vista debido a las lágrimas que desboraban y se acumulaban en sus ojos.

— ¡Voy a matarte, maldita! — gritó el varón, tomando por el cuello a la rubia, apretándolo con fuerza —. Nadie va salvarte esta vez, ¿me escuchaste? Voy hacerte pagar por lo que nos has hecho.— informó el Príncipe Dylan.

El Príncipe observó el enrojecido rostro de la ex-comandante Janet, sus pálidas mejillas estaban húmedas por sus lágrimas, su rostro estaba herido, golpeado y sucio, su vestimenta parecía similar a la de un indigente, todo su cuerpo había sido lastimado y golpeado, por lo que se veían moretones y algunas pequeñas heridas, sin embargo, no fue nada de eso lo que lo dejó sin aliento, Dylan soltó a Janet cuando entendió que ella no buscaba defenderse ni porque pudiera tener un arma en su mano, Janet estaba permitido que hicieran con ella todo lo que desearan, la muerte no la estaba asustando, sino que era absolutamente todo lo contrario, la muerte era lo que ella estaba buscando, Janet se estaba entregando a la muerte.

— ¿Eso es lo que tú quieres, no es así? — preguntó el Príncipe frunciendo el entrecejo.

Janet se deslizó sobre la pared hasta sentarse sobre el suelo, ella quería morir, quería que tomaran su vida de una vez por todas, su luna había muerto, su luna se había quitado la vida en frente suyo y no pudo hacer nada para evitarlo, su luna, el significado de su vida, ella ya no estaba en ese mundo, ¿por qué seguiría ahí desperdiciando el aire que estaba respirando con tanta dificultad? Ella debería morir

— Mátame, por favor...— gimió con dolor en su voz, desbordando pesadas lágrimas —. Mi vida ya no tiene significado aquí, tómala, acaba con ella, termina con mi dolor.. termina con mi desgracia, porque en mi triste corazón vida ya no hay, vida en mi ya no existe, sólo arrebatame mi cuerpo que es lo único y último que me queda.

Dylan jadeó con una sonrisa de lado al observar a la misma Janet Diamond acercarse se rodillas a él, tomando el dobladillo de su vestimenta, posicionando lentamente su frente sobre ella.

— Mátame..— rogó apesada —. Me quiero morir, por favor, por favor, me quiero morir, mátame, por favor, te lo suplico.. quítame este horrible dolor que me está quemando dentro de mi, de mi pecho, de mi alma.. te lo ruego.. arrebátamelo.— lloró.

Dylan apartó la mirada, retirando la tela de su vestimenta del tacto de Janet antes de retirarse de la celda.

Un fuerte gemido se escapó de los labios de la mujer de cabello rubio, lentamente llevó una de sus manos hasta la altura de su pecho, apretó firmemente la tela de su propia camisa en el momento que sintió el fuerte dolor en el interior de su pecho empezó a incrementar tortuosamente, podía percibir su cuerpo arder dolorosamente en las profundidades de la miserable tristeza que se había instalado adentro de su cuerpo.

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El Emperador Phil Hampton observaba inquieto la figura del médico Villalba, quien examinaba lenta y detenidamente de su alteza real, la Princesa Evangeline, sin ninguna prisa tomó una fina y larga aguja, húmeda, cual pasó lentamente cerca de la nariz morena de la primogénita del gran soberano.

Un audible suspiro de alivio salió de los labios del Emperador cuando observó que con tan sólo unos segundos, el médico con el olor de la aguja indujo a su hija a vomitar la bebida envenenada que había tomado ella en lugar de Janet.

Emperatriz - Bellow DiamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora