El día de inicio de clases Viktor no tenía ganas de levantarse de cama, extrañaba mucho a sus amiguitos y tenía miedo de que ningún niño quiera ser su amigo, tenía miedo y se sentía triste que lo único que hizo es esconderse entre las cobijas y esperar a que de un milagro despertara en Rusia con su antigua vida.
- Cariño, vamos, tienes que levantarte ya, es tarde - decía sonriendo mientras se sentaba en su cama.
- No quiero mami- dijo con sus ojitos cristalizados - ¿Y si nadie quiere ser mi amigo?
- Cariño - decía triste tomando a su hijo en brazos - no pienses eso pequeño, ya verás que harás amiguitos, confía en ello ¿Si? - animó dando un toque a su pequeña nariz - Venga, prepararte cariño, todo saldrá bien.
Viktor asintió con ánimos, se sentía emocionado pero a la vez temeroso, había recibido algo de clases en el idioma que ahora usaría pero entendía lo básico y eso también era algo que lo tenía inquieto.
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Ya listo y frente a su respectiva aula un pequeño Viktor dudaba en si entrar o no, pero la maestra al verlo sonrió y abrió la puerta.
- Hola pequeño.
- Priviet - respondió y después se corrigió - Hola...
- Oh, eres el pequeño que viene de Rusia, ven cariño, todo estará bien, iremos lento con las clases para que entiendas.
Al entrar al aula todos los niños se quedaron callados al ver al pequeño niño con tez muy pálida, ojitos grises y cabello plata.
- El es el su nuevo compañerito, no entiende bien nuestro idioma y por ello hay que ayudarlo a que nos entienda ¿De acuerdo?
- Si maestra - respondieron todos los niños a viva voz.
El pequeño Viktor sonrió nervioso y con paso lento caminó hacia una silla vacía.
La clase había empezado y Viktor no entendía casi nada, si bien, estudió el idioma, algunas cosas todavía se le dificultaban.
- Hola.. - escuchó el saludo en casi un susurro, con su mirada buscó a la persona que le ofreció un saludo y se encontró con dos ojitos brillantes que lo observaban con una amplia sonrisa.
- Priviet - saludó tímido
- ¿Qué es Priviet? - preguntó bajando más su voz.
- Eh... hola... Es Hola - Trató de decir pero los nervios evitaban que hable con claridad.
- Un gusto - Susurró de nuevo - Mi nombre es Horacio - Estiró su manita en forma de saludo.
- Me llamo Viktor - Respondió sonriendo tomando la mano ajena para devolver el saludo.
Ambos pequeños sonrieron y siguieron atentos a sus clases hasta que el timbre del receso sonó, rápidamente todos los niños cogieron su comida y salieron al patio.
Horacio se encontraba igual de inseguro y tímido que el pequeño Viktor, ya que el también era nuevo, vio cómo el pequeño niño de ojitos grises se quedó en la clase con la mirada gacha Horacio pensó que sería una buena idea acercarse y charlar con el... O al menos intentarlo.
- De dónde eres - preguntó dando un bocado a su sándwich
- De Rusia - Respondió todavía tímido.
- ¿No tienes comida? - Preguntó ladeando la cabeza
- Si... Pero no tengo hambre.
- Pues tienes que comer.. porque si no comes no podrás crecer sano y fuerte... - Horacio daba un breve discurso de lo que pasaría si no se alimentaba correctamente, pero el pequeño ruso solo lo observaba muy confundido ya que no entendía bien lo que estaba diciendo - Sabes, mi mami te puede ayudar, ella sabe muchos idiomas - Respondió sonriendo ampliamente a pesar de saber que el pequeño ruso no le entendía.
El resto del día Horacio se pasó junto al pequeño niño que se mostraba tímido a cualquier persona, sin duda sentía la necesidad de ayudar al pequeño y que mejor que su madre para socorrer en aquello.
Al llegar a casa, Horacio no paraba de hablar del pequeño niño que se incorporó en el año junto a el, de lo extraño que sonaba cuando hablaba en ruso y de lo tímido que era. Charlotte lo escuchaba atentamente hasta que una inesperada petición llegó a sus oídos.
- Mami... ¿Me enseñas ruso? - dijo agachando su cabeza - es que Viktor no me entiende y no quiero verlo triste.
Charlotte sonrió enternecida por la preocupación y el buen corazón de su pequeño y le propuso ayudarlo, y también al pequeño niño, claro, tendría que hablar con la madre del pequeño para ver si estaba de acuerdo.
- Hablaré con la madre de Viktor y le preguntaré si desea ayuda para que su hijo entienda mejor el idioma, y también te enseñaré ¿Vale?
Horacio emocionado asintió varias veces, demasiado emocionado por la propuesta de Charlotte, se sentía emocionado, por fin entendería a Viktor.
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El día siguiente Horacio corrió a su salón, emocionado y al ver a Viktor se sentó a su lado - Te tengo una sorpresa.
Viktor ladeo su cabeza, confundido, no entendió mucho pero la sonrisa del pequeño niño de cabello caramelo le hizo entender que era algo bueno y que no tenía de que preocuparse.
El día transcurrió tranquilo, la maestra sabia la dificultad del idioma así que buscó muchas formas de ayudarlo con eso, muchas veces una maestra de idiomas iba a explicarle todo lo que recibieron en clases, así que Viktor no estaba tan atrasado o confundido.
- ¿Qué tal tu día, cariño? - Preguntó Irina al ver a Viktor salir.
- Bien, la maestra me ayudó y entendí la clase porque una profesora sabe ruso - Respondió animado.
- Tranquilo cariño, la madre de uno de tus compañeritos me ofreció algo y vamos a ver qué tal eso ¿Va? - Viktor se mantuvo en silencio y asintió. Llegaron a una casa bastante grande y lujosa, sus ojos grises viajaron a una mujer rubia, alta, con cabello corto.
La alta mujer empezó a hablar con su madre y después de un rato se dirigió a el - Hola pequeño - Sonrió amable - Te enseñaré el idioma para que te sea fácil entender todo - Anuncio contenta en la lengua natal del pequeño ruso.
Este parpadeo un par de veces de la emoción que por fin alguien pueda hablar su idioma, sonrió ampliamente y agradeció contento - Entonces las clases serían todos los días después de la escuela - Dijo la mujer, Viktor sonrió ampliamente asintiendo emocionado hasta que escuchó unos pasos detrás de él, regresó su mirada y sonrió mucho más al encontrarse con unos bicolores ojos brillantes.
- Priviet - Pronunció el pequeño de ojitos brillantes, su acento no era el mejor pero lo estaba intentando y eso era lo que realmente importaba.
- Priviet - Respondió el pequeño con una amplia sonrisa.
- Ya quiero aprender Ruso para que me entiendas y no te sientas triste - pronunció el de mirada bicolor ganándose una mirada cargada de ternura por parte de la madre de Viktor.
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Inocente amor
RomanceUn inocente amor es cruelmente separado por la arrogancia y prejuicios de un padre pero ni la distancia, ni el tiempo, ni la maldad evitarán que esos dos corazones puros e inocentes vuelvan a encontrarse para luchar contra quien sea por defender su...