Dos Vidas No Son Mejor que Una

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No pudieron evitar sonreír al despertar.

Luigi fue el primero en levantarse, los recuerdos de la noche anterior lo invadieron de golpe y volteó a ver la rosa que había puesto ya en un florero. La acarició con delicadeza mientras sus labios se torcían hacia arriba; a pesar de no ser las primeras flores que recibía, sí se trataba de la primera ocasión en la que no quería plantarla y verla cada día apenas abriera los ojos.

Había algo en aquella rosa que sentía que destacaba sobre cualquiera que hubiera visto antes. Tal vez se trataba de sus pétalos, cuyo color rojizo asemejaba al fuego más puro: o también podía tratarse de sus espinas, las cuales, a pesar de saber que le podrían hacer daño, le causaban unas tremendas ganas de tocarlas; después de todo, un pinchazo nunca había dañado a nadie.

O bueno, eso podría decir cualquiera que no estuviera sintiendo ese dolor en el momento, pues Bowser tenía una opinión diferente.

Su mañana había empezado de maravilla, las memorias de su noche con Luigi dibujaron una sonrisa en sus labios casi al instante. Pero al cruzar a la cocina para poder prepararles el desayuno a los koopalings, Morton y Roy empujaron una silla a causa de una pelea que terminó por aplastar la cola del koopa mayor.

Claro que algo aplastado no es lo mismo que un pinchazo, pero nadie puede negar que ambos duelen.

–¿¡Qué les he dicho de los pleitos dentro de los dormitorios!?– les gritó a los menores.

–Que están prohibidos, pero me temo que el cerebro de esos dos es tan pequeño que seguramente no puede procesar más de una palabra– respondió Wendy mientras leía una revista.

–¡Oye!– le gritaron sus hermanos al unísono.

–Por cierto, Bowser ¿Tú pusiste las flores en mi habitación?– miró la chica al mayor.

–Bueno, tenía que agradecerte por ayudarme ayer– le sonrió.

–¿¡Entonces te fue bien!?– se emocionó.

–¡También quiero escuchar!- corrió Lemmy a la mesa.

–¿Ya tienes novia?– se apresuró a preguntar Larry.

–¿La marcaste?– lo miró Iggy.

–Primero que nada, salí con un chico y fue como amigos; segundo, Iggy, ya hablamos de que no se marca a las personas por más que te gusten. No eres un animal– se cruzó Bowser de brazos.

–No aún.

–Lo que digas– giró los ojos mientras empezaba a partir una docena de huevos –Y sí me fue bien, Wendy. De hecho me divertí– suspiró –Él es asombroso.

–¿Y lo conocemos?– soltó Roy mientras se asomaba a la comida.

–Eso no es de su incumbencia.

–Entonces sí lo hacemos– dijo Morton con una sonrisa burlona, al tiempo que intentaba robar un pan dulce.

–Deja eso– lo separó –Y tal vez lo conozcan– puso los huevos en la sartén.

–¡Debes decirnos quién es!– dijeron al unísono.

–¿Y para qué quieren saber?– apareció Ludwig –Si lo conoció mientras usaba la corona, seguramente es solo un estúpido héroe o un aliado bueno para nada.

–No es correcto que te expreses así de las personas– lo regañó Bowser.

–¿Y por qué no? Ellos dicen cosas peores de nosotros– se sirvió un poco de café.

–Eso es verdad, el otro día escuché a Zira burlarse de mí por que estoy calva– se quejó Wendy –Ella está en exceso peluda y nadie le dice nada.

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