¡Sorpresa!

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Daisy esperaba sentada en la cama de Luigi mientras este terminaba de arreglarse. Sin embargo, esto le estaba tomando más tiempo de lo habitual, pues sus manos no dejaban de temblar.

Había hablado con Bowser durante la tarde para ponerse de acuerdo sobre lo que harían y parecer lo menos sospechosos posible. Y confiaba en su novio, pero la cantidad de cosas que podían salir mal lo alteraban a un nivel que nunca había experimentado antes.

–¿Necesitas ayuda?– preguntó la chica al ver los torpes intentos de su amigo para acomodarse el cabello.

–Estoy bien– forzó una sonrisa.

–Lu, tranquilo– se acercó a él –Prometo que me portaré bien y no haré preguntas extrañas. Solo me emociona conocer a la primera persona que te gusta.

–Ni siquiera estoy seguro de si es el primero– confesó.

–¿Uh?– arqueó una ceja.

–Bueno, lo he estado pensando y, si todo este tiempo he sido gay, hay una alta probabilidad de que otra persona haya despertado ese lado de mí.

–¿Quién?– frunció el ceño.

‐No me haga decirlo– suplicó.

Daisy se quedó callada un rato en lo que pensaba –Oh– se dio cuenta de la respuesta. Soltó una pequeña risita –Pues entonces tu gusto tuvo una ENORME mejoría. Y si lo vemos desde un punto de vista positivo, tu hermano no puede despedir a Bowie.

–No estoy seguro de eso.

–Si lo hace tendrá que aguantarme un largo tiempo– lo abrazó por los hombros –Pero enserio, Lu, tu problema es que lo piensas demasiado– empezó a peinar su cabello –Ya estás perfecto– le sonrió.

–Gracias– suspiró –Prométeme por lo que más quieras que no vas a espantarlo.

–Oye, ese chico estuvo cuatro meses escuchándote decir 'Soy hetero' y aún así siguió intentando conquistarte; si yo lo asusto, no creo que valga la pena.

El chico forzó una sonrisa y fueron hacia el laberinto. Bowser ya los estaba esperando, su estado de ánimo no era muy diferente al del humano.

Cruzó miradas con la chica.

–¡Un gusto, soy Daisy!– estrechó su mano mientras lo sacudía –Estoy súper emocionada de conocerte, Lu me ha hablado mucho de ti.

El koopa se apresuró a sostener su corona y formar una sonrisa incómoda.

–El placer es mío. Vaya, eres muy fuerte– sobó su muñeca.

–Me gusta el ejercicio– presumió sus músculos.

Luigi forzó una sonrisa y se acercó para poder besar a su novio.

Daisy nunca lo admitiría, pero fue una escena que hizo doler su corazón.

–¿Nos vamos?– preguntó Luigi.

Los otros dos asintieron.

En su camino al bar, caminaron por la ciudad cuidando que la castaña no se alejara demasiado.

–¿Aún no reparan ese letrero?– frunció la chica el ceño –Lleva colgando ya unos cuatro meses, le va a caer encima a alguien tarde o temprano.

–No digas esas cosas, atraerás la mala suerte– dijo Luigi con cierto miedo.

–No culpes a la suerte del mal mantenimiento.

–Solo mantengámonos alejados de este camino durante el regreso y todo estará bien– sostuvo Bowser a su novio por los hombros.

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