La Gala

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–¿Debo recordarte cuál es tu trabajo?– preguntó el segundo Mario a su hijo mayor.

–Ya no puedo controlar a Lu, papá– respondió -Estaba a casi nada de perderlo; entonces decidí soltarlo un poco.

–Ese es tu problema, apenas se complican las cosas quieres soltarlas– gruñó –Tu hermano está confundido y es tu culpa.

–Pero...

–Un Luigi siempre debe seguir a su Mario. Si tu hermano se está descarrilando es responsabilidad tuya devolverlo al camino correcto ¿Acaso no quieres lo mejor para él?

–Obviamente sí, pero le prometí que no me metería de más.

–Hijo, te seré sincero; no podría importarme menos tu promesa ¿Quieres que el juego se vaya al carajo por tu culpa?

–¡No!– gritó.

–Los koopas no son de fiar, los villanos no son elegidos al azar. No entiendo bien la relación de tu hermano con Bowser, pero no me gusta.

–¿Y crees que a mí sí?

–Entonces arréglalo ¿Quieres ser como yo, no es así?

–¿Qué más podría desear?– sonrió.

–Bueno, supongo que ya sabes que hacer– le dio la espalda buscando salir del cuarto.

–Gracias, papá. Necesitaba esto– dijo Mario de repente.

–Haz las cosas bien– lo miró de reojo.

Esa conversación seguía dando vueltas en la cabeza del protagonista de la franquicia. Su padre tenía razón, el juego funcionaba porque antiguas generaciones habían sabido mantener todo al margen y acomodado de manera correcta.

Frunció el ceño; darle espacio a Luigi no era la respuesta, debía tenerlo en la mira más que antes.

Por otro lado, Luigi estaba tranquilo en su habitación; sin tener la más mínima idea del infierno que estaba por vivir.

–¿Te parece si salimos hoy en la noche?– preguntó Daisy acostada en la cama del chico.

–Hoy no puedo, tengo una cita con Bow– respondió Luigi.

–¿¡Otra vez!? Al menos dime que esta vez si harán algo divertido.

–Bueno, como no podemos salir mucho se nos ocurrió cenar en su alcoba, acostar a los niños, tomar un poco de vino y armar rompecabezas.

Daisy giró los ojos e hizo una mueca –Pues si eso los divierte.

–No entiendo en que te afecta si lo hace o no– la miró.

–No lo sé– se encogió de hombros –Es solo que... Estoy feliz por ti y me gustaría que vivieras tu primer noviazgo al máximo.

–¿Y qué haga las cosas que a ti te gustaría hacer?– arqueó una ceja.

La chica bajó la mirada –Tienes razón, lo siento– suspiró.

Luigi la miró por unos segundos, conocía a Daisy desde que tenía trece años, sabía que algo no estaba bien.

–Bella ¿Está todo bien?– fue a su lado.

–Sí– mintió.

–Sabes que no puedes engañarme, dime– la sacudió ligeramente.

–Es solo que te extraño– confesó –Entiendo que estés en una relación ahora y quieres pasar tiempo con él, pero ¿Entonces ya no hay nada para mí?

Proyecto Bowuigi 👑Fungwarry Tales👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora