Niñera de Última Hora

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Como ya era costumbre, Luigi era el primero en llegar al salón de clases. Debía admitir que era extraño no tener a Bowser a su lado, pero tenía una preocupación mayor en esos momentos.

Ya había revisado seis veces su teléfono esa mañana y parecía que Bowie seguía sin responder sus mensajes del día anterior. Sus dedos golpeaban el escritorio, mientras que su pierna rebotaba ligeramente de arriba a abajo.

¿Acaso lo había hecho enojar? Eso ni siquiera tenía sentido ¡No hablaba con él desde el incidente en que durmieron juntos! Temía que esa fuera la razón.

–Buenos días, mi príncipe encantador– llegó Daisy con dos helados de manzana –No pude evitar darme cuenta de que olvidaste tomar postre, así que vine a comerlo contigo– se sentó a su lado.

–Bowie está desaparecido, no he sabido de él en tres días y solíamos mínimo darnos las buenas noches cada día ¿Crees que esté enfermo?– preguntó preocupado.

–Hola a ti también– bufó –Tal vez solo esté ocupado– le dio su vaso –Pensar en alguien las veinticuatro horas no es sano.

–No pienso solo en él– gruñó –Ahora mi extraña relación de "amistad" con Bowser también invade mi cerebro.

–¿Amistad?– arqueó una ceja.

–Están pasando cosas raras este semestre. Primero Bowie, es nuevo y no lo encontré en la clase para los de nuevo ingreso, su juego no tiene nombre y a veces parece saber cosas que no le he dicho. Y luego está Bowser, ha estado actuando raro conmigo; quiero decir ¿Por qué de repente este semestre querría ser mi amigo?

–¿Te molesta?

–No, pero debes admitir que es extraño.

–Un poco– se encogió de hombros –Pero creo que lo estás sobrepensando mucho– dijo –Lu, come tu helado, te va a relajar– tomó una cucharada y la acercó a la boca de su amigo.

Comió de mala gana. Debía admitir que en parte lo tranquilizaba saber que Bowser no asistiría a la junta ese día, pero seguía sintiéndose algo incompleto al sentir el espacio vacío junto a él.

Poco a poco el salón se fue llenando, pero su ausencia seguía molestando a Luigi. Y odiaba darse cuenta de ello; el koopa no era importante en su vida, o al menos no personalmente, pero tenía una extraña urgencia de querer verlo; como si solo así podría tener un día completo.

–Estás raro otra vez– habló Mario.

–Mi día está raro, otra vez– respondió desanimado. Sintió un escalofrío al sentir la mirada de todos los koopalings sobre él –¿Últimamente no has sentido que todos te ven?

–Luigi, somos dos de los rostros más famosos del mundo, es normal que te vean todo el tiempo.

–Supongo– suspiró al tiempo que miraba a la nada. Cada vez le parecía más claro que su hermano y él vivían en realidades muy diferentes.

Dio un vistazo a su alrededor; de pronto todo parecía ser como antes. Ruido por todos lados, las personas riendo, el sol brillando, pero Luigi se sentía solo.

–Pero que puntuales son todos– entró Miyamoto con una taza de café y unas ojeras que lo hacían parecer como si no hubiera dormido en semanas –Lamento mi apariencia– bostezó –Ayer tuve una junta hasta tarde con Bowser para actualizarlo de los siguientes días que no va a poder acompañarnos.

–¿No preferiría ir a descansar?– levantó Daisy la mano.

–Apreciaría tu preocupación, pero sé que es por que quieres el día libre.

Proyecto Bowuigi 👑Fungwarry Tales👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora