La Chispa Que Inició el Incendio

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⚠️DISCLAIMER⚠️

El final del siguiente capítulo contiene escenas sexuales no explicitas que pueden llegar a ser incómodas para algunos usuarios; leer con discresión. Sin embargo, se pondrá este símbolo  al inicio y final de la sección para los que prefieran saltarselo. 

Ahora sí, empecemos con el cap

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La conversación con los koopalings duró aproximadamente dos horas. Bowser fue el que se encargó de llevarla la mayoría del tiempo con pequeñas interrupciones de Kamek y Luigi. Al final, se sorprendieron de lo comprensivos y cooperativos que fueron los niños; incluso Ludwig, que a pesar de estar en desacuerdo con la relación, accedió a guardar el secreto.

Claro que también se volvieron a repasar las reglas de la habitación compartida. Con un énfasis especial en la de no entrar al cuarto del rey sin permiso.

–Espero que lo hayan pensado muy bien– dijo Kamek al quedarse solo con los menores –El riesgo que están tomando...

–Estamos conscientes– respondió Luigi.

–Si esto sale a la luz se enfrentarán a mil prejuicios. No solo se trata de un aliado y un villano, los dos son hombres.

–Lo sabemos– dijo Bowser –Pero queremos intentarlo.

El anciano soltó una risita.

–No tienes idea del orgullo que siento en estos momentos– miró al koopa –Miyamoto se volverá loco si se entera.

–Él no nos preocupa– confesó.

–Mi hermano es el problema– habló Luigi –No queremos que se repita lo del 2003.

–Oh cierto, el caso Peasley– murmuró –Ustedes no se preocupen; mientras yo esté aquí, nadie será echado de esta franquicia injustamente otra vez– dijo con convicción –Tienen derecho a amar, sean libres.

La pareja se miró y esbozaron tímidas sonrisas.

–Pero.

–¿Pero?– devolvieron sus miradas a Kamek.

–Aquí no pueden pasarse ¿En qué mierda pensaban? Hay niños ¡Por dios! Esto no es hotel– giró los ojos –Tienen derecho a amar, pero también deben ser responsables con ese amor. Y si no están dispuestos aún a mostrarse tal y como son, perdón, pero tendrán que seguir utilizando la corona.

Los menores asintieron con notoria vergüenza y finalmente pudieron ser libres de sermones.

–¿Quieres salir mañana?– preguntó Luigi cuando Kamek se fue.

–¿No vas a rendirte con lo nuestro, verdad?– rio Bowser.

–¿Quieres que lo haga?

–Tu terquedad es de las cosas que más me gustan de ti– confesó –¿Vamos al bar?

–Será divertido.

El día siguiente fue como todos los demás.

Desayuno, juntas aburridas, Daisy haciendo el tonto, Mario y Peach opinando por todos y Bowser y Luigi fingiendo que todo eso les importaba.

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