─ chapter two

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— TENGO HAMBRE, VARI.

Álvaro dejó de mirar las camisetas de la Selección Argentina que estaban colgadas, para girarse a mirar a su hermana— Ya lo dijiste, siete veces.

— ¿Será porque tengo hambre? —cuestionó ella con tono sarcástico— Digo, no sé, de pronto me parece.

— Pero si desayunamos hace nada. —Álvaro continuó mirando las camisetas, buscando un número en específico, mientras Candela a su lado buscaba una versión especial que había visto en la vidriera de la tienda. Y es que los tres se encontraban en uno de los grandes centros comerciales que había en Qatar, colmado de turistas que al igual que ellos estaban ahí por el mundial, más precisamente en una tienda de camisetas y otras prendas relacionadas a las selecciones competidoras.

Alba le dedicó una mirada incrédula— Candela y vos desayunaron hace nada, porque se levantaron tarde, yo desayuné a las siete y ya es la una. —murmuró Alba mirando la hora en su nuevo teléfono, el que había conseguido al llegar luego del accidente con Pedri. La actriz seguía sin creer lo que había ocurrido, y si no fuera porque tenía su teléfono hecho bolsa como prueba, creería que había sido un delirio suyo.

— Cuando vinimos para acá pasamos por un lugar que vendía hamburguesas y eso, podés ir si querés para pedirte algo y cuando terminemos acá te avisamos.

La chica asintió, tendiéndole la camisetas que había escogido para ella, la 11 de España, junto a la 13 y la 25 de Argentina, en sus versiones alternativas, porque ella ya tenía las versiones normales de esas camisetas, junto con la plata para que pudiera pagarlas— ¿Me haces el favor de comprarlas? —Alba sonrió cuando Álvaro las agarró para ponerlas en el canastito donde estaban las otras que él y Candela habían elegido— ¿Quieren que les compre algo?

— Una hamburguesa y unas papas.

Alba miró a su hermano con una ceja alzada— ¿No era que acababan de desayunar?

— Una hamburguesa y unas papas no se le niegan a nadie.

— Pobre inodoro, mamita. —murmuró Alba con cara de asco— Menos mal que estamos en departamentos separados. A vos también te compro uno Cande, sin condimentos y extra queso, nos vemos en unos minutos. —agregó al ver que su cuñada iba a hablar, provocando que esta soltara una risita.

— Te adoro Alba.

Dedicándole una sonrisa, Alba salió de la tienda con su teléfono en mano y la mochila negra sobre sus hombros. Esta vez, la actriz llevaba su cabello oscuro suelto, en unas ondas leves naturales, y unos anteojos de sol sobre su cabeza porque afuera el sol estaba bastante fuerte y sin ellos no veía nada. Un ruidito de emoción escapó de sus labios cuando vio un cartel con la imagen de una hamburguesa, indicándole que había llegado.

ENCHANTED | pedri gonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora