─ chapter twenty-one

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— ¡YA VOY! ¡DEJA EL TIMBRE ÁLVARO! —exclamó la chica mientras se secaba las manos con un repasador, ya que estaba cocinando el almuerzo, acercándose a la puerta de su departamento. Un grito de emoción escapando de sus labios cuando vio que no era su hermano quien se encontraba del otro lado de la puerta, sino Pedri, que sonreía de oreja a oreja— ¿Qué haces acá? ¿No era que el avión llegaba mañana?

El futbolista soltó una risa, levantando a la chica del suelo cuando la abrazó y esta lo abrazó por la cintura con sus piernas— Pues esa era la idea, pero han adelantado el vuelo para hoy y nos han dado el resto del día libre.

Así como Pedri había llegado a España desde Arabia Saudita, el chico había tomado su auto y había manejado hasta la dirección que Alba le había pasado antes, con unas tremendas ganas de verla. En el momento en el que Alba cerró la puerta del departamento, Pedri no desperdició ni un segundo más para poder finalmente atrapar sus labios en un beso, ese beso que los dos tanto venían queriendo pero que no había ocurrido porque no habían tenido ni un minuto a solas hasta ese momento.

El español sonrió en medio del beso, sintiendo como todo en él se relajaba, como la tensión desaparecía de sus hombros, y toda esa carga era reemplazada por una sensación de calma y tranquilidad. Ambos se mantuvieron de esa forma durante algunos minutos, hasta que finalmente se separaron, Pedri dejando pequeños besitos por todo el rostro de Alba lo que logró hacer reír a la chica por las cosquillas que le provocaba.

— ¿Comiste algo?

— No, lo último que comí fueron unas barritas que me dio Gavi antes de bajar del avión, no tuve tiempo de pasar por casa para agarrar algo.

— ¿Entonces te quedas a comer conmigo? No es nada grasoso o que pueda afectar a la dieta que siguen ustedes creo, o por lo menos he visto al Cuti comiendo esto. —Pedri siguió a Alba hasta la zona de la cocina, aprovechando para ver el departamento de la chica, sonriendo al ver las fotos que ella tenía distribuidas por el lugar con su familia y amigos, pero sobre todo sonriendo al ver que había un cuadro especial en una de las paredes donde aparecía una foto de ambos durante uno de los partidos de Argentina.

— Me encantaría, además puedo darme un permitido de tanto en tanto. —Alba lo observó con una ceja alzada— Bueno, ahora mismo no puedo darme un permitido, pero sí puedo comer eso, tú tranquila.

— Sentate entonces porque llegaste justo, ahí te busco un plato y cubiertos para que puedas usarlos.

— Dime donde se encuentran y yo los busco, déjame ayudarte al menos en algo. —se ofreció el chico acercándose a la canilla para lavar sus manos con cuidado. Con las indicaciones de Alba, Pedri agarró todo lo necesario y lo colocó sobre la mesa, junto a lo que la chica ya había colocado para ella.

ENCHANTED | pedri gonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora