4. House of Memories

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Hola mi gente ¿Cómo están?

Yo por aquí trayéndoles este nuevo capítulo jejeje es largo pero sustancioso asa que disfrútenlo!!!

❤️No leemos al final ❤️

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Después de aquella noche, las cosas cambiaron mucho para Colombia, fue una metamorfosis obligada que puso su vida patas arriba. Cambios, cambios y más cambios, eso era lo único constante en su vida, realmente el rubio estaba cansado de todo, pero tuvo que afrontarlo, pues no había otro camino que recorrer.

Primero, Noruega y él vivieron un mes en la capital de la nación tricolor, esos treinta días no solo empaco todo lo que necesitaría para vivir en tierras nórdicas, (Pues dentro del contrato de alianza, ONU había puesto una cláusula obligatoria de vivir juntos un año como mínimo) sino que trabajo junto al vikingo por largas jornadas para dejar listo todos los planes de gobierno, tratos comerciales y firmas para estar dentro de todos los comités internacionales a los cuales deseaban pertenecer.

Más que despedirse de su tierra, Colombia lo único que hizo fue trabajar como mula, llegando al finalizar el mes, a las tierras frías del norte.

Noruega vivía en las afueras de su capital, en un viejo castillo familiar rodeado de bosques, donde apenas y llegaban personas que no trabajaran en la mansión vikinga. Era aburrido, realmente aburrido, la rutina de Colombia consistía en tres actividades básicas.

Primero aprender noruego con Olga e Ingrid, sus damas de compañía, las cuales debía admitir eran dos jovencitas amables y divertidas, que le enseñaban a su nación todo lo que necesitaba saber de su nueva cultura y sociedad. Después trabajaba un par de horas en el estudio que Noruega le había proporcionado, revisando planes y contratos, para finalmente, hacer algo de jardinería.

Si, uno de sus pasatiempos era decorar todo ese lúgubre castillo, una de las habilidades del rubio era revitalizar la naturaleza y ya que no le apetecía salir, Colombia se había encargado de cada jardín del maldito castillo, descubriendo como su habilidad reaccionaba con las tierras noruegas.

Al final el castaño tenía razón, aunque la runa no funcionara bien en ellos, funcionaba a la perfección en su nación y su gente, esa tierra era tan suya como del vikingo y ambos influenciaban en ella según sus habilidades. Colombia había transformado las zonas verdes en bellos jardines que cuidaba con amor y dedicación, pues las flores le recordaban tanto a su querida hermana Ecuador que se había vuelto adicto a cultivarlas.

Pero dejando esa obsesión de lado, Colombia no hacía nada más, nada, solo tres cosas y ya, pues, aunque fuera amigo de las mucamas y el resto del personal del castillo, al final estaba solo. Noruega, su "esposo" brillaba por su ausencia, realmente en esos tres meses ninguno de los dos se había en preocupado por conocer o convivir con el otro, las únicas veces que Colombia veía al vikingo de ojos verdes era en la mañana, cuando salían de su habitación y durante el desayuno, el resto del día Noruega estaba en la oficina que tenía en el centro de la ciudad y si llegaba a casa temprano se encerraba en su despacho o en cualquier otro rincón del castillo, Colombia a veces lo escuchaba entrenar o lo veía en el jardín practicando lucha con Oslo.

La vida de Colombia se había vuelto una rutina aburrida y desgastadora para el mismo, no había nada que hacer y aunque pedía consejo de sus amigos, ninguno de ellos le decía lo que realmente quiera escuchar, lo cual era escapar de ese matrimonio arreglado.

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Hablando de rutinas desgastadoras, Colombia abrió los ojos con pereza esa fresca mañana, el techo blanco lo recibió como un fantasma recién salido de su tumba, mientras se restregaba los ojos y saludaba a una de sus damas.

AllianserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora