Prologo

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La luz se refleja en la hoja de la cuchilla y emite un resplandor burlón que parece invitarme a que siga adelante, a que lo haga, a que me  atreva a ponerle fin de una vez a todo esto

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La luz se refleja en la hoja de la cuchilla y emite un resplandor burlón que parece invitarme a que siga adelante, a que lo haga, a que me  atreva a ponerle fin de una vez a todo esto. Trago saliva. Sé que no debo hacerlo, que no puedo permitir que me venzan, que no puedo hacerles algo.

Sujeto bien la maniquilla y recorro con ella mi brazo, deteniéndome brevemente en las cicatrices, hasta llegar a la muñeca. Soy consciente de que no puedo pensarlo más, de que si sigo retrasándolo no me streveré, así que cierro los ojos, respiro hondo y me obligo a hacer que sé que tengo que hacer.

Y corto.

El dolor es intenso y amargo, más de lo que estoy acostumbrado, y no puedo evitar soltar un gruñido y abrir los ojos de golpe en contra mi voluntad. La sangre comienza a emanar de inmediato y se extiende por el agua coml la luz del sol que se derrama por el cielo al atardecer. Me siento mareado al verla. No sé si lo he hecho bien, si será suficiente, pero lo que sí sé es que si no sigo adelante acabaré echandome atras, así que sprieto los dientes y me corto tambien la otra muñeca 

El agua es cada vez más roja, y la sensación de amreo se ibcrementa más y mas. Me tumbo en la bañera y cierro los ojos otra vez, ahora con la intención de no volver a abrirlos, de dejar que llegue la noche despues del atardecer. El agua me cubre la blca, y cuandl unas gotas se cuelan en su interior noto un sabor extraño y metalico. Me doy cuenta de que es el sabor de mi proprio sangre.

Lenta, muy lentamente, voy dumiendome en la oscuridad, y todas las estrellas se van apagando poco a poco.

Y entonces despierto.

El corazón me palpita con fuerza, como si hubiera estado corriendo en lugar de dormir. Enciendo la luz, sobresalto, y compruebo que me encuentro en mi habitación, solo.

Ha sido un sueño.

Una pesadilla más.

Hay unas gotas de sangre seca en la cama, y me doy cuenta de que la herida del antebrazi se ha abierto mientras dormía. Contemplo mis piernas y mis brazos, y recorro con los dedos las cicatrices blanquecinas y los cortes que todavía no han sanado. Son muchos, pero no tengl ningunl en la muñeca 

Al menos, no todavía.

𝑺𝑯𝑨𝑫𝑶𝑾⁰¹ 𝑱𝑨𝑲𝑬𝑯𝑶𝑶𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora