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El poder de la música,
El alcance de una melodía,
El valor de la letra de una canción,
Siempre serán tan poderoso
como para despertar al valor 🎼 ♥

AÑO 2021
El maquillaje de la noche anterior aún permanecía adherido a sus pestañas. En un intento fallido por separarlas Celeste había decidido que lo mejor sería dormir durante un par de horas más. La claridad insistente se colaba a través de los costosos black outs de la habitación del hotel interrumpiendo su intento de seguir durmiendo. No recordaba el nombre del hotel en el que se encontraba, pero cuando lo hiciera seguramente se comunicaría con Pedro, su manager, para quejarse.
Sin demasiadas ganas aún, se incorporó en la cama y chequeó la hora en su celular: 13.45.  Habiendo completado el tercer show en esa ciudad, le resultaba comprensible que la hayan dejado dormir. Se dirigió al baño sacándose a su paso la remera de Nirvana con la que solía dormir, la arrojó sin demasiado decoro al suelo al tiempo que se peinaba con los dedos intentando que su alocado cabello rubio dejara de verse como recién salido de una lavadora. Vistiendo solamente su colgante de clave de sol y una diminuta bombacha y con cierta dificultad para enfocar correctamente a causa del abundante maquillaje que había omitido retirar la noche anterior, empujó la puerta del baño con su pie.
-Disculpe, señorita. – dijo una voz masculina que provenía del interior del sanitario. 
Celeste emitió un grito de sorpresa mientras se soltaba su cabello y se cubría los pechos, cruzando ambos brazos sobre ellos. El joven que hasta entonces había estado en cuclillas reparando una de las canillas de la ducha, llevó ambas manos a la gorra que cubría su cabello, claro y desmechado, para ponerse de pie y cruzar su mirada profunda con ella.
El tiempo pareció detenerse y retroceder en una fracción de segundo. Celeste conocía esos ojos, y los conocía demasiado bien. Sin poder emitir sonido, su expresión cambió del pánico a la sorpresa. Y cuando el joven intentó acercarse ella retrocedió como si un peligro inminente la acechara.
–Tranquila, sólo me pidieron que arreglara la ducha antes de que despierte, ya está lista, me voy. –dijo volviendo a acercarse, con movimientos más lentos esta vez.
Cuando lo tuvo al lado, y pudo confirmar sus sospechas, por fin habló.
- ¿Juan? – le preguntó ella en un tono más bajo del que normalmente utilizaba.
Otra vez volvieron a mirarse a los ojos, esta vez el sorprendido fue él. Arrugó el ceño buscando alguna señal que le develara de dónde conocía a la joven semidesnuda y despeinada que lo llamaba por su nombre.
–Soy Celeste. –agregó ella, para sacarlo de su confusión, temiendo que no la recordara.
Juan volvió a estudiar su rostro y en un movimiento intuitivo pasó uno de sus dedos por el contorno de su mejilla.
Celeste pudo reconocer el instante exacto en el que la reconoció, sus ojos se abrieron un poco y la mirada se hizo más profunda. Una escueta mueca en sus labios muy similar a una sonrisa, se desvaneció antes de lo que hubiese deseado. Sin planearlo, Juan recorrió su cuerpo sin disimulo con la mirada, como ganado tiempo para responder. Y cuando ella pensó que la abrazaría se limitó a tomar la visera de su gorra.
– Lo siento, me confunde con alguien más. – le dijo y haciendo un gesto de disculpa con su cabeza abandonó la habitación, dejando a una Celeste demasiado abrumada como para responder.
Cuando por fin pudo reaccionar, tomó su remera del suelo y se asomó a la puerta de su habitación.
 -Hola Becky, que bueno que ya estás despierta. Tenemos un meet and greet a las 15 hs y gimnasio a las 17 hs. - dijo su representante al verla. La voz de Pedro sonaba lejana en su cabeza, interrumpiendo sus intentos por localizar al chico de la gorra gris que hasta hace unos segundos habían tenido enfrente.
- ¿No viste a un chico rubio con una gorra?- le preguntó sin mirarlo. Pedro levantó la vista de su celular.
-¿Estás bien? ¿Te pasó algo? No me digas que algún fan se metió en tu cuarto. -  le preguntó preocupado. Celeste negó con su cabeza intentando ordenar sus pensamientos.
 - Estoy bien, es que pensé que era.. - comenzó a explicar. Pedro la miraba ansioso y Celeste prefirió no responder.
 -Nada, no te preocupes.- dijo finalmente. 
En ese momento un grupo de chicas alocadas comenzaron a avanzar por el pasillo coreando su nombre y sosteniendo carteles brillantes en sus manos.
- ¡¡Becky, Becky!!- gritaban con entusiasmo.
 Pedro prácticamente la empujó dentro de la habitación y cerró la puerta a su paso. 
 -Arreglate un poco y bajamos a comer algo, tenes cara de haber visto un fantasma. - le dijo colocando un mechón de su pelo detrás de su oreja. Celeste suspiró y giró sobre sí misma con resignación. Una vez más asumió su papel de estrella de la música y le hizo caso a su alocado amigo, que siempre lograba que cumpliera con su trabajo de la mejor forma posible. 
Desde hacía unos años su carrera había dado un salto enorme. Había pasado de cantar en bares a llenar teatros, de vestir camisas largas a ajustados conjuntos de colores estridentes, de manejar su agenda floreada a tener un representante y lo más raro de todo era que había dejado de llamarse Celeste para convertirse en Becky, la millenial con más seguidores en Instagram de toda la Argentina.  Estaba muy agradecida, había trabajado muy duro y el cariño de la gente era conmovedor. Sin embargo, esa mañana, aun un poco dormida, el pasado la había sorprendido,  y de repente había comenzado a sentir cuánto extrañaba a quien verdaderamente era.

Otra tonta canción de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora