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2021

Pasó más de un mes desde el cumpleaños de Olivia y Celeste no tenía noticias de Juan. Había pasado una hermosa noche sorprendiendo a su hermana y cantando por casi dos horas, pero en el momento en que su presentación terminó, no pudo volver a verlo.

Se sacó fotografías con Olivia y sus amigas, le entregó un hermoso presente y cuando llegó el momento de irse supo que no podía hacer más nada, si Juan no estaba dispuesto a intentarlo, buscarlo era inútil. Le había abierto su corazón, le había hecho saber que nada le importaba más en la vida y que estaba dispuesta a lo que fuera necesario y así y todo, no la aceptó. Esta vez no hubo ningún accidente, esta vez fue su decisión.

Se encontraba en su camarín preparandose para el show que daría fin a sus conciertos por un tiempo, cuando vio el buzo negro que nunca había podido dejar atrás. Pasó sus dedos sobre la tela desgastada intentando recordar el aroma que solía trasladarla a esa sensación de bienestar que sólo Juan había llegado a darle y sin embargo también había resultado el único capaz de quitársela.

Cuando Pedro tocó a su puerta anunciando que en 5 minutos salía a escena, se miró al espejo: Llevaba abundante maquillaje, una pollera de cuero negro y un top de lentejuelas plateado. Los altos zapatos de taco habían dejado de incomodarla y el pelo rubio llevaba tanto tiempo de ese color que sentía que no se reconocería con su color natural. Tomó aire y atravesó la puerta disfrazada de Becky.

Tomó el micrófono y comenzó a cantar a capella el inicio de uno de sus temas más populares logrando que el estadio rugiera de euforia. A medida que avanzaba por el escenario oscuro una luz la iluminaba, tan pequeña pero tan potente que era capaz de movilizar hasta al espectador más lejano de las plateas. Cuando terminó la estrofa levantó su vista y analizó al público con una media sonrisa. Las pantallas mostraban su rostro que aunque contaba con algunas marcas del paso del tiempo, conservaba ese ángel que transmitía su luz.

-¿Están listos para divertirse?- preguntó con inocencia y la respuesta no se hizo esperar, con el grito unificado de miles de fanáticos se iluminó el escenario y los músicos comenzaron a tocar logrando que el piso pareciera temblar. Todos los presentes bailaban, saltaban, cantaban y sonreían. Ella los imitó, intentando olvidar que a pesar de estar rodeada de tanta gente se sentía demasiado sola.

Promediando el show, Celeste se acercó a uno de los costados para tomar un poco de agua. Quiso volver rápidamente al escenario, pero su primo Agustín, se lo impidió.

-¿Qué pasa Agus? ¿No sigue Atrapada?- le preguntó refiriéndose al tema que debían tocar a continuación.

-Hubo un cambio de último momento. - le anunció su primo intentando retenerla.

-¿Qué cambio? ¿Qué canción sigue?- le preguntó ella sin comprender.

-Una que no vas a cantar a vos. - le dijo y tomándola de la mano la volvió a guiar al centro del escenario. Celeste lo miró desconcertada y su asombro fue aún mayor cuando vio que Alejandro tomaba el micrófono.

-Buenas noches. - dijo dirigiéndose al público.

-Siendo este el último show de Becky por un tiempo me temo que vamos a tener que pedirles un favor. - agregó con la picardía que lo caracterizaba.

La gente comenzó a aplaudir y a gritar en señal de aceptación.

-Hoy hay alguien que viene especialmente para cantar. - dijo cuando el público se calmó un poco y mirando a su prima señaló el lado contrario del escenario, que se iluminó dejando el resto del lugar en penumbras.

Juan se acercó a un micrófono, con sus lentes de sol, vistiendo su campera de cuero y con una guitarra colgada sobre el hombro izquierdo. Celeste comenzó a temblar.

Otra tonta canción de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora