Epílogo

47 6 6
                                    

2024

La casa de Nacho en Italia no podía ser más bella. Se encontraba en una zona de olivares y contaba con un extenso jardín. 

Alejandro jugaba con los mellizos y el hijo de Nacho al fútbol, frente a un arco improvisado con dos troncos, mientras la pequeña Aurora intentaba alcanzarlos de la mano de Olivia. 

Celeste observaba a su hija desde un banco de madera pintado de color blanco, acariciando su abultado vientre, donde su futuro hijo se movía divertido escuchando los acordes que su padre interpretaba con su guitarra. 

Había tenido que someterse a tres nuevas cirugías pero finalmente lo había conseguido. Si bien sólo tocaba puertas adentro, Celeste sabía que no faltaba mucho para que volviera a los escenarios. 

Ella había vuelto a llevar el pelo castaño y ya no lucía cortas faldas con demasiado brillo. Su carrera había girado lentamente hacía el lugar que más le gustaba. Interpretaba los temas que Juan componía y viajaba con toda su familia siempre que podía. 

-El almuerzo está listo. -llamó la tía Norma desde el comedor y la mesa, cada vez más grande se fue poblando. Sus primos, sus mujeres y sus hijos, Olivia y Mónica, Nacho y su marido y por último Juan de la mano de su hija Aurora, quien antes de entrar miró una vez a la mujer que amaba y le regaló una media sonrisa para besarla después. 

Y bajo el sol de los olivares de Chianti, con una suave brisa revoloteando el cabello de Celeste, volvieron a confesarse cuanto se amaban, tan sólo con mirarse. Porque una vez que pudieron elegir las notas para musicalizar sus vidas, sabían que aunque los graves se hicieran sentir eran sólo el interludio para llegar a la coda que, sin dudas, siempre valía la pena. 

🎶 Si una hermosa historia de amor

Sirve para alegrarte el corazón,

Aqui estoy 🎶

FIN.

Otra tonta canción de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora