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2008

El domingo posterior a la fiesta, los tíos de Celeste realizaron el asado que los caracterizaba. Aunque habían modificado el horario para que sus trasnochados hijos pudieran asistir, les gustaba que continuara siendo un momento de encuentro. 

Celeste fue la primera en llegar al jardín, la noche había resultado imposible para ella, que continuaba rememorando el hermoso beso que Juan le había dado. Cuando él la dejó en su casa, acordaron que no compartirían lo sucedido con nadie, al menos no por el momento. No estaba segura de lo que eso significaba pensó que podía ser para evitar que sus primos se volvieran monotemáticos y no dejaran de gastarles bromas, pero también temió que fuera porque aquello hubiese sido todo.  Sólo quería volver a verlo, tenía que hablar con él, debía contarle lo que sentía, debía saber lo que significaba para él. 

Ayudó a su tía a poner la mesa y el jardín de a poco se fue llenando. Sus primos, sus novias, Nacho y por fin lo vio a Juan. Llevaba sus anteojos de sol, unas bermudas de jean y una remera blanca con el símbolo de Velvet Underground en un costado. No pudo evitar sonreír y para evitar delatarse inventó una excusa para ingresar a la cocina sin siquiera saludarlo. 

Cuando sintió que su corazón volvía a latir con normalidad, tocaron a la puerta. Se aventuró a abrir y se sorprendió al ver a la madre de Juan. Era una señora joven, que cargaba a una pequeña en sus brazos. Olivia de apenas un año intentaba despertarse de la siesta que había dormido durante el viaje. Iba acompañada de su actual marido y una jovencita de largo cabello rubio lacio, que llevaba unos shorts de jean demasiado cortos y una musculosa negra ceñida a su figura. 

-Bienvenidos- dijo la voz de su tía desde el otro lado del comedor.

-Celeste, invitá a pasar a la familia de Juan, me encontré con Mónica en el supermercado y me pareció una muy buena idea que compartamos un almuerzo.- aclaró Norma.

-Hola Celeste, soy Mónica la madre de Juan, me alegro mucho de conocerte, por fin.- dijo la mujer dándole un efusivo beso.

Cuando se asomaron al jardín la cara de Juan fue todo un poema, claramente no esperaba semejante intromisión, pero para no ser descortés con Norma y Fernando, que siempre lo hacían sentir bienvenido, se limitó a saludar a su familia. 

La sorpresa llegó cuando su madre le anunció quien los acompañaba.

-Hijo, mirá quien vino a visitarte desde Santa Fe. - dijo su madre señalando a Jesica, una joven que había sido algo más que amiga de Juan en el pasado. 

-¿No vas a saludar a Jesica?- insistió su madre y giró para decirle en voz baja a Norma:

-Era la noviecita de Juan en Santa fe.- 

Celeste sintió que su mundo se derrumbaba. Aquella joven, altísima, de piernas largas y cabello perfecto resultó demasiado. Mientras el bullicio se adueñó del jardín, disimuladamente se retiró a su habitación. 

Desde su ventana pudo ver como Jesica se había sentado al lado de Juan y cada vez que lo tocaba intencionalmente creía que su corazón iba a explotar. Se sentía tonta, pequeña y fea, pero sobre todo se sentía engañada. ¿Acaso Juan no pensaba decirle que tenía novia? Llevaba cuatro meses en Rosario ¿Cómo nunca había escuchado de ella?

Estaba perdida en sus pensamientos cuando su tía se aventuró a su cuarto.

-¿Te sentís mal Cele?- le preguntó con cariño tocándole la frente.

-Estoy bien tía, sólo un poco cansada, sabes que no estoy acostumbrada a salir de noche.- respondió, sintiéndose mal por mentirle a su tía.

-¿No queres comer algo?- le preguntó su tía.

Y ella negó con su cabeza, el mal trago de conocer a la novia de Juan le había cerrado el estómago.

Su tía se encaminó a la puerta y antes de salir le dijo:

-Sos mucho más hermosa que esa chica, Cele.- 

Celeste se quedó sorprendida, pero le agradeció en silencio sus palabras. Sólo que, lamentablemente,  ella no las creía. 

Otra tonta canción de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora