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Dul nos atendió desde lejos, y bebíamos más y más, hasta que una rubia vino caminando lentamente hacia nosotros, y Ucker volteó a saludarla.

- ¡Oye, Luz!  ¿Todo bien?

- ¡Todo todo!

- Este de aquí es Poncho, creo que ya se conocen – me señaló.  Se mordió el labio y se inclinó, dejando que sus enormes pechos se mostraran en su escote.  Estaba seguro de que si hubiera pasado dos minutos con ella en cualquier momento, lo habría recordado.

Luz me tendió la mano y se la estreché.

"No lo creo", respondí.

"Ella acaba de romper", comenzó Ucker.

"Escuché que tú también lo has pasado mal", dijo Luz.

Asentí y ella comenzó a parlotear.  Asentiría con la cabeza y diría "um, ejem, uhum, ¿en serio?"  para no dejarla en el vacío.

- Tal vez pueda hacerte compañía hoy.

"No necesito una niñera", respondí.  Bajó la cabeza y me sentí un poco culpable.  - Oye lo siento.  No quería estar aquí.

Miró mis labios y luego todos gritaron “FELIZ AÑO NUEVO” y Luz presionó sus labios contra los míos.  Mi boca se movió contra la de ella por un momento, pero sus labios eran tan extraños, tan diferentes a lo que estaba acostumbrada, que hicieron más vivo en mí el recuerdo de Anahí y más doloroso el darme cuenta de que se había ido.

Me aparté y me limpié la boca con la manga de la camisa.

"Lo siento", dijo mientras me levantaba.

Caminé entre la multitud hasta el baño y me encerré en un cubículo.  Agarré mi teléfono y lo sostuve, mis ojos borrosos y el sabor a tequila podrido en mi lengua.

Es probable que Any también esté borracho, pensé.  A ella no le importará si la llamo.  Es año nuevo.  Tal vez ella está esperando que yo llame.

Marqué su número y lo pensé un poco más... Si hubiera querido hablar conmigo, me habría llamado.  Mi oportunidad había llegado y se había ido, y yo iba a engendrar un hijo con otra mujer.  Borracho o no, llamarla sería demasiado egoísta.

Alguien toco la puerta.

- ¿Ponchos?  – Era Chris – ¿Todo bien?

Abrí la puerta y salí, celular en mano.

- ¿La llamaste?

Negué con la cabeza y luego miré la pared de azulejos al otro lado del baño.  Retrocedí unos pasos y arrojé mi teléfono a la pared, viéndolo romperse en miles de pedazos que cubrían el piso.  Un hombre que estaba parado en el urinario saltó, con los hombros subiendo hasta las orejas.

- No – dije – y no llamaré.

PDV Anahí:

Estaba en casa de mi hermana con mi familia y Maite cuando Dulce llamó:

- ¡Hola Dul!

- ¡FELIZ AÑO NUEVO, PERÚ!  - Me reí

- ¿Esta todo bien?

- Todo, Mai está contigo, ¿no?  - respondió Dul - ¡Ven a pasar la Nochevieja conmigo!

- Estamos en casa de Marichelo, Dul.  Después del turno nos vamos.

- Estoy en un club que se llama Red Door, ven aquí en cuanto puedas.

- Está bien, estaremos allí más tarde.

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