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Cuando abrí la boca para responder, Poncho dijo: "Me la llevo, Dul".  Gracias.  Dulce levantó las manos como si dijera "está bien" y la miré.  ¿En qué estaba pensando dejándome 3 horas sola en un carro con Poncho?  Ay Dios mío.  Lo miré, un gran signo de interrogación en mi frente.  Se encogió de hombros y fue a despedirse de Pedro.  Hice lo mismo, aunque pude ver que no estaba contento con la charla de besos.

Poncho y yo bajamos en silencio en el ascensor.  Cuando llegamos al auto, me abrió la puerta y entré.  Entró enseguida y me miró.

- ¿Está listo?  Sabes que habrá algunos paparazzi por ahí.

Joder, no había pensado en eso.  Respiré hondo y no lo miré, solo negué con la cabeza y me abroché el cinturón.  - Ir.  - Por el rabillo del ojo, vi una de sus maravillosas sonrisas.  Me mordí el labio para no sonreír también.  Salió del estacionamiento y empezaron a saltar los fogonazos, traté de mantener la calma y solo miré al frente, Poncho hizo lo mismo.  Cuando salimos de su campo de visión, habló de nuevo:

- No fue tan malo, ¿verdad?  Es como en los viejos tiempos.  – Miré a Poncho, y no pude evitar sonreír.

- Sí, como en los viejos tiempos.

Poncho me preguntó dónde vivía, y eso me molestó un poco, porque casi esperaba que estuviera siguiendo mis pasos.  Nos dirigimos hacia un pueblito donde yo pasaba el tiempo, desde que rompí con Velasco.  Quedaba a pocos kilómetros de Ciudad de México, y bueno, bueno, lejos de Chiapas.  Cuando salíamos de la gran ciudad, Poncho decidió hablar.

- Entonces, eso de los besos... Te enfadaste, ¿verdad?  Con Pedro con ganas de forzar y todo.

- No, no, no fue eso.  Es que... Oh, no sé Poncho, hace mucho tiempo que...' Empecé a hablar, pero me interrumpió.

- ¿Desde la última vez que nos besamos?

- Es eso.  No lo sé.

No respondió, solo miró al frente y noté que apretaba la mandíbula.  Me mordí la lengua luchando contra el impulso de preguntar qué estaba pensando.

- ¿Esa es la única razón por la que me pediste que fuera contigo?  - Yo pregunté.

- No, no solo por eso.  Es solo que te extrañé, Any, realmente lo hice.  Eres como una hermana para mí.  - Él sonrió.  Me di la vuelta y nos dirigimos en silencio a San Juan.  Le dije a Poncho dónde estaba el hotel en el que me hospedaba y cuando llegamos al frente, detuvo el auto.  Estaba a punto de caer cuando me agarró la mano.  Miré nuestras manos entrelazadas y luego a él.  Maldita sea, Poncho, no.  Él sonrió:

"Yo también me quedo en este hotel, así que podemos escribir mañana", dijo rápidamente.

Me bajé del auto con él, y como el pueblo era pequeño, no había paparazzis.  Me despedí de Poncho cuando se registró y me besó en la frente.  Fui a mi habitación y me duché, luego me acosté a descansar.


Mi cabeza daba vueltas.  Hace mucho tiempo, estaba enamorada de Poncho.  Nunca le dije a nadie más que a Dul.  Recuerdo el día que me di cuenta que me había enamorado.  Estaba desesperado.  Luchamos, y todo el mundo se enteró.  Quería salir del grupo, estaba asustado, perdido.  No creo que nadie haya sospechado nunca la verdadera razón por la que peleamos.  Todos pensaron que estaba enojado porque no quería mojarme en el escenario ese día, pero en realidad estaba enojado de celos porque Poncho le dijo a Ucker que creía que estaba enamorado de una mujer.  No negué que fuera por la lluvia, y después de eso se calmó el tema.  Hasta hace unos tres años, cuando decidí contárselo a Dulce.  Me entendió muy bien y guardó mi secreto.  Después del final de la telenovela, pensé que todo iba a estar bien, que lo que estaba sintiendo era fugaz, solo un enamoramiento sin sentido por mi pareja romántica en la televisión.  Pero luego vinieron las giras, y estar con él 24/7 solo me hizo querer estar con él aún más.  Y los besos en el escenario... Fue un momento feliz, un momento triste.  Un agridulce en mi vida.  Me encantaba sentir tus labios sobre los míos, aunque fuera por unos segundos.  Aún sabiendo que para él era un acto, me permití imaginar que estaba enamorado de mí, que nuestro beso era real.  Lo besé, cada vez, con todo mi corazón.  De vez en cuando, lo sorprendía mirándome de una manera diferente, pero poco después, regresaba y me trataba como a su hermana pequeña.  Él fue mi primer amor, y porque pensé que era el mejor, guardé ese amor dentro de mí durante todos estos años, hasta que conocí a Velasco.  No lo amaba, pero me hacía sentir bien.  De hecho, no creo que jamás amaré a nadie como amaba a Alfonso.  Y ahora, ¿cómo sería volver a tenerlo en mi vida?  Perdido en todas estas dudas, me quedé dormido.  Me desperté escuchando golpes en la puerta y un poco desorientado, me levanté y fui allí, preguntando antes de abrir:

- ¿Quien es?  Mi voz era más ronca que de costumbre, como si eso fuera posible.

- Soy yo, Poncho.  Vine a recogerte para desayunar.

Abrí la puerta y volví a la cama, cubriéndome la cara con el edredón blanco.  - ¡NO QUIERO!  Yo quiero dormir.

Oí reír a Poncho.  - Algunas cosas nunca cambian, ¿verdad?  Ven con sueño, tomemos un café, que tenemos que trabajar.  Se rió entre dientes y me pellizcó la nariz como siempre lo hacía.

Poncho esperó pacientemente mientras yo iba al baño a ducharme, cepillarme los dientes y ponerme unos shorts de mezclilla y una camiseta blanca.  Me recogí el pelo, demasiado cansada para pensar en maquillarme.  Regresé a la habitación y Poncho sonrió.  Bajamos juntos al restaurante y nos sentamos en una mesa reservada, donde el café salió bien, el nerviosismo que sentí el día anterior desapareció, y fue como si nunca nos hubiéramos separado.  Entramos a un salón de juntas a escribir la primera canción y Poncho trajo una guitarra.  Ni siquiera sabía que tocaba la guitarra.

- Entonces, Any, ¿se te ocurrió algo?  ' Negué con la cabeza negativamente.  – Tengo algunas estrofas escritas, tal vez me puedas ayudar a completar.

- Está bien, Ponchito.  ¿Qué tienes ahí?  – Tomé la pequeña hoja que había dejado sobre la mesa y le di una lectura rápida.

- Poncho, es… es… es hermoso.  Pero después de tantos años sin componer, no sé si llegará tan rápido como antes...

- Gracias, Cualquiera.  Nosotros vamos a conseguir.  ¿Recuerdas cómo escribimos “Adios”?  Mostró esa sonrisa perfecta.

- ¿Puedes tocar y cantar esa parte, para que pueda averiguarlo?

Tocó, y con su voz profunda y dulce cantó divinamente:

http://www.youtube.com/watch?v=xUWwao-nNGk

Eres todo lo que pedí, lo que mi alma vacía quería sentir

Eras lo que tanto esperaba, lo que buscaba en mis sueños, y lo que descubrí en ti.

Has venido a iluminar cada parte de mi alma, cada espacio de mi ser

Ya no tengo corazón ni ojos para nadie, solo para ti

Y aun después de tanto tiempo, las palabras empezaron a fluir en mi mente, tan naturales, tan rápidas, que me mareé.  Solté mi voz al ritmo de la melodía que tocaba Poncho y empezamos a componer la primera canción.  Las horas pasaron rápidamente y al final de la tarde habíamos terminado nuestro trabajo.  Sonó mi celular, era Velasco.  Le pedí permiso a Poncho y me fui a mi habitación, le devolví la llamada y al segundo timbre contestó Manoel.

- Hola.  ¿Estaba ocupada?  – Preguntó de inmediato.

- Sí, estaba trabajando.  ¿Qué es lo qué quieres?


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