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Después de que dejé a Anahí en casa sin intercambiar palabra, me fui a casa.  Perla estaba pálida, recostada en el sofá.

- ¡Perla!  ¿Qué sucedió?  - Corrí hacia ella, pero estaba desmayada.  La recogí y el portero me ayudó a subirla al auto.  Conduje rápidamente al hospital, el efecto de la bebida se estaba disipando de mi nerviosismo.  Mi hijo estaba en peligro... No.

Llegamos a la clínica y pronto la subieron a la camilla, llevándola a los exámenes.  Yo estaba esperando en la sala de espera, en agonía.  Llamé a Dulce, que pronto apareció con los otros cinco.

- Oye, va a estar bien.  Cálmate - Dijo Any, acariciando mi cabello.

- Si algo le pasa a mi hijo... - comencé.

- No - respondieron todos juntos, mirándose unos a otros.

- A tu hijo no le va a pasar nada, Poncho, porque Perla no... - comenzó Maite, pero fue interrumpida por el médico.

- ¿Hay alguien aquí relacionado con la señorita Perla?

"Somos sus amigos", dije, y escuché a los demás resoplar.

- ¿No está aquí su familia?  - cuestionó el médico.

- No, ella no tiene a nadie.  - Yo dije.  - ¿Cómo están ellos?

- ¿Ellos?  - Preguntó el doctor, confundido.

"Perla y el bebé," dije nerviosa.

- La señorita Perla no estaba embarazada.  - Respondió, mirando el portapapeles.

- ¿Qué?  Ella estaba sí, estaba esperando un bebé.  - dije, pasando una mano por mi cabello.

- Lo siento señor...

"Herrera", respondí.

- Sr. Herrera, lo siento, pero no está embarazada.  De todos modos, tomó una dosis muy grande de medicamento, fue sometida a un lavado de estómago y los procedimientos adecuados para limpiar la química de su organismo.  Lo que nos queda por hacer es esperar a que todo vaya bien en las próximas horas para ver cómo reacciona.  Les aconsejo que vayan a sus casas, descansen y regresen mañana por la mañana.  - Dijo el doctor y se fue.

Me senté y estaba rodeado de mis amigos, quienes susurraban palabras de apoyo.

- ¿Qué quieres decir con que no está embarazada?  ¿Me mintió?

- Poncho, eso te iba a decir cuando llegó el médico.  Christian se enteró hoy.  - Dijo Maite.

- ¿Como?  - Le pregunté.

- Cuando llegué a tu casa, ella estaba hablando por teléfono... - explicó Chris.

"Creo que es bueno que no muera", dije.  - Quiero hacerlo yo mismo.  Vamos.

Dentro del carro nadie dijo nada y como no tenía ánimos para pensar en la pelea de antes con Anahí, lo único que hice fue dejar que me abrazara.

Chris y Ucker me llevaron a su departamento después de dejar a Any y las niñas.

POV Anahí.

Las chicas se fueron conmigo a casa.  Ya amanecía cuando llegamos, así que preparamos un café y hablamos de lo sucedido.  Les conté lo que había pasado en el club con Poncho y cómo se comportó después.

- Eso es normal, Any.  Estaba celoso - dijo Maite apretándome la mano.

- Lo sé, pero Poncho nunca me había tratado así.  - respondí, tomando un sorbo de café.

- ¿Pero Alex y tú realmente os quedasteis?

- Sí... Y ceno con él en unas horas.

-Cualquiera, no le puedes hacer eso a Poncho- dijo Dulce golpeándome la frente.

- No, mira... Poncho es exactamente de lo que he estado huyendo - le expliqué -, nunca saldríamos bien, Dul.

"Ustedes tienen una química increíble", comentó.

- No somos Mía y Miguel, no vamos a tener un final feliz.  - dije - tengo que dormir un poco, ya saben donde dormir chicas.  Los amo.  - Y me fui a mi habitación, dejándolos en la cocina.

Me desperté unas horas más tarde y todavía estaban allí.  Hablamos un poco, le expliqué lo que sentía por Poncho, el miedo que tenía de salir lastimada.

- Pero él te ama, Any.  Está loco por ti.  Eso es suficiente.  - dijo Maite con desdén.

- Mira, voy a cenar con Alex hoy.  Fin.

- Tu decides.

Me preparé y fui a encontrarme con Alex.  La cena sería en su casa;  y estábamos hablando y bebiendo vino cuando sonó mi celular.  Ofrecí una sonrisa de disculpa antes de responder.

- ¿Cómo va la cita, Any?

Le di la espalda a Alex y le susurré al teléfono.

- ¿Qué pasa, Poncho?  Traté de poner un borde en mi voz, pero se suavizó con alivio al escuchar la suya.

- Quiero ir a beber mañana.  Necesito a mi pareja.

- ¿Beber?  ¿No podrías haberme llamado más tarde?

Me sentí como un idiota al decir esas palabras, porque esperaba encontrar alguna excusa para mantener los labios de Alex lejos de mí.

- ¿Cómo sabré cuándo habrás terminado?  Allá.  Lo siento.  - Dijo, viéndose divertido.

- Te llamaré mañana, ¿de acuerdo?

- No.  ¿Dices que eres mi amigo pero no podemos salir juntos?  - Rodé los ojos y Poncho resopló.  - No pongas los ojos en blanco.  ¿vas o no?

- ¿Cómo sabes que puse los ojos en blanco?  ¿Me estás persiguiendo?  Pregunté, notando que las cortinas estaban abiertas.

- Siempre pones los ojos en blanco.  ¿Sí?  ¿No?  Estás perdiendo un tiempo precioso de tu cita.

Me conocía muy bien.  Luché contra el impulso de pedirle que me recogiera en ese mismo momento.  No pude evitar sonreír ante la idea.

- ¡Sí!  Dije con voz apagada, tratando de no reírme.  - Yo voy.

- Te recogeré en casa.

Me volví hacia Alex con una sonrisa tan amplia que sentí que mi cara se iba a romper.

- ¿Fue ese tipo Poncho?  - él me preguntó.

"Sí", respondí, frunciendo el ceño.

- ¿Siguen siendo solo amigos?

- Siguen siendo solo amigos.

Nos sentamos a la mesa y comimos algo de comida china, que él había pedido para llevar.  Me encariñé con él después de un tiempo, y me recordó lo encantador que era.  Me sentí más ligero, casi riéndome, un cambio marcado desde momentos antes.  Por más que intentaba quitarme el pensamiento de la cabeza, no podía negar que eran los planes con Poncho los que me habían aligerado el ánimo.
Después de la cena, nos sentamos en el sofá para ver una película, pero antes de que terminaran los créditos iniciales, Alex estaba encima de mí y yo estaba de espaldas.  Me alegré de haber elegido usar jeans;  No hubiera sido capaz de esquivar tan fácilmente si hubiera estado usando un vestido.  Sus labios se movieron a mi cuello y su mano descansó en mi cinturón.  Torpemente, trató de abrirlo, y tan pronto como pudo, me levanté del sofá.

- ¡Todo bien!  Creo que lo único que vas a conseguir hoy es un beso – dije, atando mi cinturón.

- ¿Qué?

- No importa.  Es tarde y mejor me voy.

Se sentó y sostuvo mis piernas.

- No te vayas, Any.  No quiero que pienses que por eso te traje aquí.

- ¿Y no fue así?

"Por supuesto que no", me dijo, jalándome a su regazo.  - Solo he podido pensar en ti en los últimos años.  Lo siento por ser impaciente.

Me besó en la mejilla y me incliné hacia él, sonriendo cuando su aliento me hizo cosquillas en el cuello.  Me giré y presioné mis labios contra los suyos, haciendo todo lo posible por sentir algo, pero no pasó nada.  Me aparté y suspiré.
Alex frunció el ceño.

- Yo dije que lo sentía.

- Y dije que era tarde.

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