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PDV Anahí:

Había pasado casi un mes desde la última vez que vi a Poncho, y solo faltaban unas pocas semanas para la gira.  Las elecciones habían terminado y Velasco había ganado.  Próximamente podríamos dar a conocer el final del noviazgo.  Me quedé despierto toda la noche y sentí que me acababa de quedar dormido cuando sonó mi teléfono.  Miré el reloj que marcaba las 3 de la tarde, maldita sea.  Sin siquiera mirar el nombre en la pantalla, respondí aturdido:

- ¿Quien habla?

- Adivinar.  “Reconocería tu voz y tu risa en cualquier parte del mundo.  es poncho  - ¿Te desperté?  - Le preguntó.  – No pude evitar recordar el día en que él había respondido de la misma manera y yo había dado la misma respuesta durante una twitcam.  Sonrisa.

- No, ya estaba despierto.  – mintió – ¿Estás bien?

- Sí, te llamo para invitarte a cenar.  Hoy en mi casa.

DE ACUERDO.  Creo que todavía estoy durmiendo.  Me senté en la cama, frotándome los ojos.  - ¿Almorzar?  ¿Por qué?  ¿Qué sucedió?

- Nada.  ¿No puedo invitar a un amigo a cenar?  ¿Usted viene o no?

Me reí - Está bien, ¿a qué hora debo llegar?

- A las 7 pm.  – respondió con una sonrisa en la voz.

- Te veo mas tarde.  - Respondió y colgó.

Me levanté resignada de que no iba a dormir nada ese día, miré el reloj y decidí llamar a Dulce para que viniera a ayudarme a arreglarme, ya que Maite estaba fuera de la ciudad.  Ella llegó poco tiempo después, atacándome en la puerta.

- ¿QUÉ QUIERES DECIR QUE TE LLAMÓ A CENA SOLA?  ¿POR QUÉ?

- No lo sé Dul, me llamó y me invitó.  No hay mucho.  Vamos, son casi las 5:00 p. m. y necesito estar listo a las 7:00 p. m.

Pasó la hora siguiente acicalándome de pies a cabeza y tratando de convencerme de que Poncho estaba enamorado de mí.

- ¡Cualquiera, puedes verlo en su rostro, en la forma en que habla de ti!  - Ella rió.  – ¿Estás ciego o qué?

- ¿Cómo hablas de mí?  ¿Te habla de mí?  - Me giré en el taburete en el que estaba sentado para que pudiera arreglarme el cabello.  Levantó la plancha y me dio una mirada tonta.

- Cualquiera, cállate, ¿de acuerdo?  Déjame terminar de prepararte.

- ¡¿No, qué quieres decir?!

- CUALQUIERA, ven!  – Me terminó de peinar y le pedí que eligiera un atuendo mientras yo me maquillaba.  Cuando estaba terminando la última capa de rímel, ella llegó con un vestido azul marino con escote redondo.

- ¿En serio tonto?  ¿Eso?  Dije, levantando una ceja.

- Grave.  Es sexy, justo, pero no cursi.  Mira amiga, te quedará perfecto y realzará tus senos.  - Me entregó el vestido y me tiró al armario.  Me cambié rápidamente cuando dijo: Además, tienes un gran cuerpo, este vestido te quedará perfecto.  “Cuando volví, ella estaba sin palabras.  - Niña, vas a matar a Poncho.  Se tiró en mi cama y se echó a reír.

- Ay Dulce, ¿crees que es exagerado?  – Pregunté mientras me miraba en el espejo.  El maquillaje que hice fue simple: rubor melocotón, sombra de ojos rosa, delineador de ojos y rímel.  No era fuerte ni nada.  Agarré un par de zapatos de charol beige con tacón alto y un bolso del mismo color.

- Claro que no, eres hermosa.  Ella miró su teléfono celular.  - Y tarde también, ya son las 19 hs.  Pronto.

Conduje lo más rápido que pude hasta la casa de Poncho, y cuando estaba en el ascensor sentí que el corazón se me iba a salir del pecho.  Alcancé el timbre dos veces antes de lograr tocarlo.  Me armé de valor y pronto Poncho abrió la puerta.  Fue hermoso.  No podía creer que cuanto mayor se hacía, más guapo se volvía.

- Cualquier... Guau.  Dios mío, eres... te ves hermosa.  Dijo mientras me jalaba en un abrazo.  Ay, ese perfume...

- Gracias, también eres muy hermosa.  Sonreí, mirando hacia abajo.

- Vamos, estoy terminando de cenar.  ¿Quieres algo de beber?

- Una copa de vino, gracias.  – No sé por qué, pero tenía ganas de huir y esconderme.  No sabía qué hacer, qué decir.  Parecía un pez fuera del agua.

-Hola Carmen.  Se rió entre dientes mientras lo seguía a la cocina.  Me senté en el mostrador mientras me servía una bebida y pronto me sentí a gusto.  Ayudé a Poncho a hacer la ensalada mientras hablábamos de todo.  Me preguntó por Ana Pau y le dije cuánto había crecido, que estaba siguiendo los pasos de su madre y su tía por una carrera artística.

- Hablando de eso, Any, ¿no extrañaste este mundo durante ese tiempo que te alejaste?

- Lo siento, mucho.  Sentí que me faltaba algo, no sé.  – dije mientras ponía la mesa.  Poncho había hecho parrilla, olía de maravilla.

- ¿Y por qué te fuiste, fue por Velasco?  Hizo una mueca mientras me servía.

- Ni más ni menos.  Quería que estuviera en todas partes con él, sin pensar en mi carrera.  No pude soportarlo, y decidí dejarlo todo.

- ¿Lo amas?  – preguntó Poncho, sentándose frente a mí.

- No sé.  No.  Creo que solo he amado a una persona en toda mi vida, y no fue a él.  – Poncho negó con la cabeza, y abrió la boca para decir algo, y cuando me di cuenta de que había dicho demasiado, solté: - La comida es buenísima, Poncho, cocinas muy bien.

- ¿Ucker?  - El habló.  Me tomó unos momentos deducir que se refería a Ucker como el único amor de mi vida.

- No claro que no.  Hablando de eso, ¿dónde está Perla? Poncho se encogió de hombros.

- Se fue del país.

- Lástima, ¿cuándo volverá?  - cuestioné.  Estábamos a poco tiempo del programa, ¿qué tipo de novia deja el país antes de la gran cita de su novio?

- No creo que vuelva.  – respondió él, y me dijo que se habían separado hace unas semanas, cuando le pregunté por qué dijo que eran desacuerdos, que él quería una cosa y ella otra diferente.  No le di mucha importancia, sabía que una relación de tanto tiempo no terminaría así.  La cena fue maravillosa, y después de ayudarlo a poner los platos sucios en la máquina, nos sentamos en el sofá para tomar un café.  Hablamos un rato más, y luego Poncho tomó mi mano, diciendo:

- Te extrañé mucho, Any.  - Llevó mi mano a sus labios y sonreí, y como me había prometido, no busqué señales en nada.  Solo éramos dos amigos en la cena.

- Yo también te extrañé.  Estoy feliz de tenerlo todo de vuelta.  – respondí mirando hacia arriba.  Realmente, estaba feliz de recuperar mi vida.

- ¿Cualquier?  - Él llamó.  Lo miré, y Poncho estaba muy cerca de mí.  Con la mano que tenía libre, me acarició la cara, y pensé que me iba a toser el corazón allí mismo.  Donde pasaban sus dedos, dejaban un calor diferente, especial.  – ¿Quién fue tu único amor?  - Él susurró.  Mi respiración se aceleró.  ¿Cómo podría no saber que el único hombre al que he amado era él mismo?  Abrí la boca para responder, pero no pude emitir ningún sonido.  Poncho acercó sus labios a los míos y no pude apartarme, no se me ocurrió nada.  Ambos saltamos cuando sonó mi teléfono.  Rápidamente lo descolgué y vi que Velasco estaba llamando.  Colgué el teléfono y miré a Poncho, que se había dado la vuelta.

"Poncho…" susurré, tocando su hombro.  Agarró mi mano y con su mano libre atrajo mi rostro hacia él.  De repente, sus labios se movían contra los míos de una manera tan delicada, y luego su lengua se enredaba con la mía con tanta dulzura que me dejó sin aliento.  Fuego fundido corría por mis venas, y todo lo que podía hacer era acariciar su rostro y tratar de alguna manera de no explotar en sus brazos.  Poncho me acercó más, estrechándome contra él, y solo dejó de besarme cuando nos faltaba el aire.

- Soy yo, ¿no?  Yo era tu único amor, ¿no era yo Any?  Presionó su frente contra la mía.  – Porque eras mía.  - susurró, sin abrir los ojos.

Asentí, y aunque sabía que estaba mal, que iba a sufrir y que después no lo aguantaría, tuve que decir: “Fuiste tú, Poncho.  Sólo tú.

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