Pedro alzó las cejas y silbó: - Entonces esa historia de noviazgo era cierta, eh, ¿alguna?
- ¡Por supuesto que no Pedro! Sabes, ha pasado un tiempo desde que rompí mi compromiso, incluso antes de que volviera a encontrar la banda.
- ¿Puedes dejar de recordar que ella estaba comprometida con ese tipo? Gracias de nada. - Dijo cariño.
Damián se rió y se levantó: - Ya llegamos chicos.
Bajamos y fuimos directos al escenario, donde los músicos lo tenían casi todo listo. Cuando Pedro sacó mi micrófono de bengala, se me llenaron los ojos de lágrimas. Me abrazó fuerte y se rió en mi oído: - Sé que sigues siendo la misma Anahí.
Miré el gran espacio vacío frente a mí, donde en poco más de 24 horas estaría lleno de fanáticos, esos que han estado a nuestro lado todo el tiempo, sin importar nada. Una felicidad inmensa se apoderó de mi corazón y durante ese ensayo me entregué por completo, haciéndolo por los que me amaban. Cantar con Poncho me trajo toda la alegría que me llenaba el corazón de estar en el escenario con mi mejor amigo, con ese chico que me conocía tan bien. Al terminar el ensayo, después de haberme duchado en el camerino con Dulce y Maite, Poncho tocó levemente a la puerta, acompañado de los chicos.
- ¡Salgamos a beber! - Ellos gritaron.
- ¡Solo voy si va José! - respondí, y todos me miraron.
- ¿QUÉ JOSÉ? – Hablaron al mismo tiempo, y la voz de Poncho resaltó.
- Cuervo – me reí, y me revolvieron el pelo.
- ¡Carmen ha vuelto chicos! - Dijo cariño. Frente al estadio ya había muchos hinchas, que gritaban histéricamente mientras nos íbamos.
Fuimos a un bar no muy lejos, pero encantador. Como de costumbre, Chris les pidió que fueran muy discretos con nuestra estadía allí, y el dueño del bar accedió. Llegó la primera ronda de tequila y comenzamos la “fiesta”. Sé que hablamos mucho, nos reímos aún más, recordamos las situaciones divertidas que nos pasaron, recordamos momentos especiales, y creo que para el octavo o noveno asalto, nos reíamos de los secretos que compartíamos. Eso es porque cuando me desperté a la mañana siguiente, me dolía tanto la cabeza que ni siquiera podía hablar correctamente. No sé cómo llegué a casa, ni cómo llegué a la cama en pijama. Solo recordaba haberme reído, me reí mucho, como no lo había hecho en años. Aunque estaba irritado por la pérdida de memoria y la resaca, estaba feliz. Me levanté de la cama y me duché, y cuando fui a la cocina a tomar un café bien cargado, encontré a Dulce y Maite recostadas en el sofá.
- ¿Dormiste aquí? - Señalé el sofá.
- No, llegué hace como 10 minutos – respondió Maite.
- Recuerdo haber dormido en la habitación de invitados, pero de alguna manera me desperté aquí. Dulce se encogió de hombros. Nos reímos y tratamos de reconstruir lo que había sucedido la noche anterior. Poncho nos trajo a casa, según Mai. Se puso mi pijama y el de Dulce, mientras -según ella- cantábamos “¡Carmen, Carmen, voy a tener que emborracharme!” y luego se fueron. Tomé una pastilla para el dolor de cabeza y nos fuimos al estadio. En menos de 12 horas comenzaría el espectáculo.
¡
Cuando llegamos a nuestro vestidor, chillé por el hermoso atuendo que nos habían dado. Elegí una falda muy corta, ceñida y preciosa en tul gris y lazos negros diminutos. Para la parte de arriba un top coat blanco, que dejaba mi barriga a la vista. No era infantil, al contrario. Era sexy, muy sexy. Cuando dejé el cambiador, Maite y Dulce aplaudieron. Les di un giro juguetón y me ayudaron a elegir un par de botas negras hasta la rodilla. Mi cabello caía en gruesas ondas oscuras hasta mi cintura, mi maquillaje de ojos era oscuro; resaltando mis ojos azules, y en la boca deje solo un labial nude. Alguien llamó a la puerta y gritó que quedaban 30 minutos. Revisé dos veces mi ropa y mi maquillaje, asegurándome de no haber olvidado nada. Christian y Ucker entraron al vestidor y silbaron, mirándonos a los tres.
- Joder, si no fuera gay te comería. – dijo Chris, y me eché a reír.
- Cualquiera, Poncho te llama al camerino. -dijo Ucker señalándome la puerta.
- ¿Lo que el quiere?
- Vaya, siempre eras tú quien elegía su ropa. - Él responde.
Asentí, porque era cierto. Caminé hasta el camerino de los chicos y llamé a la puerta. - Poncho, soy yo.
"Puedes entrar", respondió. Tan pronto como entré, me mostró esa sonrisa y yo le devolví la sonrisa. Su mirada bajó a mi ropa, luego a mi cara de nuevo, y se rió entre dientes. Me reí, incluso sin saber lo que encontraba divertido.
- ¿Que pasó?
- Nada, es que eres... Eres maravillosa, Any.
"Gracias, y ahora vamos a hacerte lucir hermosa", respondí, señalándolo con ambos dedos índices. Fui al perchero y busqué un atuendo que me encantara... Salté cuando sentí los brazos de Poncho envolviendo mi cintura.
- ¿Que estás haciendo? dije, empujándolo.
- ¿Como asi? Pensé que después de ayer todo se había aclarado entre nosotros – respondió confundido.
Fruncí el ceño, mirándolo fijamente. - ¿Lo que pasó ayer?
Sus ojos se endurecieron y dejó escapar una mueca. - ¿Estás bromeando, verdad? Negué con la cabeza lentamente hacia un lado, sorprendida por la forma en que había hablado. - ¡Maldita Anahí! ¡No puedo pegarle a uno contigo!
- Poncho, para. ¡Dime lo que pasó! Te juro que no recuerdo nada, estaba borracho, ¡ni siquiera recuerdo cómo llegué a casa!
- ¿Entonces no recuerdas la forma en que me besaste? Se llevó las manos a la cabeza, irritado.
- ¿Te besé? - Grité, sobresaltado. Maldito tequila.
- ¡Ay, no, no me diste un beso! ¡Me diste mil, Anahí! ¡Dijiste que soy el amor de tu vida, que me amas! ¿Fue mentira, Anahí? – gritó de vuelta. Me senté en el sillón porque pensé que me iba a desmayar de la vergüenza. Solo podía ser retrasado, ¿qué iba a hacer? - ¡Responde! - el dice.
- No. No era mentira, pero por favor ¡OLVIDA lo que dije, Poncho! - Me levanté para irme, pero me agarró del brazo. Cuando lo jalé hacia atrás, Poncho me sujetó contra la pared, puso ambas manos a un lado de mi cabeza y gritó:
- ¡YA NO SOPORTO MÁS, ANAHÍ! ¡NO PUEDO MÁS! “Todo lo que podía hacer era mirarlo. Su mirada se desvió de la mía y miró mis labios, y repitió, esta vez con una voz apenas por encima de un susurro:
- Ya no puedo estar sin ti. Inclinó su cabeza cerca de mí, y me congelé. "¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?" Pensé. De repente, la puerta se abrió y Poncho salió de mi camino, revelando a Pedro mirándonos irónicamente a los dos, de arriba abajo.
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enseñame
FanfictionAnahi trató de ocultar sus sentimientos por Poncho a Dios y al mundo. Poncho siempre se ha mentido a sí mismo y sus vidas han ido por caminos separados... Hasta ahora. Con el regreso de RBD y el acercamiento entre ellos, con su antigua vida de vue...