Burdel
Sus ojos irradiaron molestia y temor al ser empujado dentro de aquel local al cual minutos atrás se estaba negando a visitar, fulminó a su acompañante con la mirada y luego se adentró al lugar siendo casi arrastrado por el rubio a su lado.Si por fuera ya le parecía excesivamente extravagante, a la vez que elegante y vulgar, por dentro era tres veces peor, no podía negarlo, el ambiente le parecía muy bueno y relajante, siendo acompañado por aquellas luces blancas indirectas conjunto aquel toque oscuro que le daban otras de color morado, sin mencionar el espacio tan amplio que poseía el lugar, el suelo negro y paredes de terciopelo del mismo tono, al igual que aquellos sofás y sillones que se veían excesivamente cómodos, tanto como para plantearse dormir en uno de ellos, si no fuera porque sabía que probablemente despertaría sin billetera y, quizá, increíblemente drogado. Pero a su vez, por dondequiera que mirara se encontraba a bailarinas eróticas, decenas de hombres más que alcoholizados, otra tanda en un rincón fumando hierba, en cada pared alguna pareja metiéndose la lengua hasta la garganta y en los asientos otra cantidad de personas toqueteándose obscena, vulgar y descaradamente entre ellos; típico de un burdel como cualquiera, solo que nunca antes se imaginó que este sería tan elegante y excesivamente costoso, le parecía una perdida de dinero increíble, en este momento no podía entender por qué la gente rica pagaba tanto dinero por una follada o mamada de una sola noche. Se preguntaba qué tan necesitados debían de estar, aunque probablemente más de uno allí tenía una esposa e hijos esperando en casa.
El olor del lugar era curioso, más que desagradable lo encontraba dulce a la vez que neutral, le parecía extraño contando con el aroma del alcohol o la marihuana que alguien estaba fumando.
El local gritaba sexo por donde lo miraras, era chocante pero eso era lo que debía de transmitir, le parecía increíble que hubiera tanto espacio y aún así ningún sitio se veía aislado, habían distintas zonas que eran exclusivas, eso era cierto, pero todo estaba bien integrado, alcanzó a divisar en una de las esquinas los baños, esa era su parte menos favoritas de lugares como este, en ellos siempre se encontraba con escenas excesivamente perturbadoras, y por último, pudo divisar unas escaleras que daban a un segundo piso, no sabía qué habría allí, y tampoco estaba seguro de querer saberlo.
- Te dije que no quería venir a este lugar- comentó con desagrado el castaño al chocar brevemente con una pareja que iba saliendo del local, ya se podría imaginar qué harían y la sola idea de pensarlo le provocaba náuseas, desearía estar en su casa, en la comodidad de su cama y con las sábanas hasta el cuello, no estaba para música, alcohol o bailar, le comenzaba a doler la cabeza y eso no era divertido.
El rubio rió al escuchar la queja de su amigo y ver la expresión de desagrado que había dibujada en su rostro, era claro que estaba más que disgustado, pero poco le importaba, esa noche se había propuesto lograr que el castaño se divirtiera y, si era posible, hacer que echara un polvo con alguna de las bailarinas, ya le hacía falta- Pero ya estás aquí, por lo tanto toca disfrutar- comentó con picardía, arrastrando una vez más al menor hasta la barra, pediría unos tragos, era hora de comenzar a entrar en calor- Buenas noches, preciosa- saludó al ver a la chica pelirroja encargada de la barra, la cual le sonrió coquetamente al verlo.
- Jimin, hace días que no venías, ¿Por qué me has dejado tanto tiempo abandonada?- la chica se inclinó levemente sobre la barra, apoyándose en ella, mostrando descaradamente su busto hacia el rubio frente a ella.
El mayor sonrió embobado viendo deliberadamente los pechos de la chica, moría por llevarse a la pelirroja a su cama, esa noche pasaría, sin duda alguna- Tuve algunos pendientes que atender, Suni, pero ya estoy de regreso- dijo sugerente, el castaño a su lado volteó los ojos, no estaba para esto.
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Lust Flower |KookNam|
FanfictionSu llegada en aquel local había sido la clave para despertar el deseo y la curiosidad en un hombre serio, despectivo y egocéntrico. La flor de la lujuria era el mayor regalo que hasta ahora aquel hombre podía ofrecerle al mundo, pero la lista de fl...