Embriagarme
Primera vez en cinco años que volvía a estar en aquella situación, solo que ahora, en vez de una mujer, estaba destrozado por un hombre, un maldito hombre, el cual ni siquiera había tenido una etiqueta clara y definida dentro de su vida, pero ahí estaba, consumiéndose lentamente, poco a poco, recordando una y otra vez la misma escena, destrozando y volviendo añicos lo que le quedaba de ser.- ¿Por qué me duele tanto el corazón?- se reprochó en voz alta, renegando de sus tristes y lastimados sentimientos. Su corazón latia punzante y doloroso, mientras su cabeza dolía por el mismo pensamiento, por la misma persona, por el mismo nombre; Jeon JungKook.
Tomó la botella de whisky y se sirvió nuevamente en el aquel vaso de cristal que tenía entre las manos- Ahogar las penas en alcohol, que gran consejo- recordó ver más de una vez a YoonGi y a Jimin hacerlo, se recordó a si mismo años atrás haciéndolo, rió sin gracia- ¿Cuáles penas?- se preguntó con ironía- ¿Cuáles son mis malditas penas?- repitió con rabia, y aquellos ojos negros aparecieron unas vez más al preguntar aquello en voz alta, al igual que su cabello, sus manos, su cuerpo, su rostro. Bufó- Esas no son mis malditas penas, ese solo es un maldito imbécil- si, eso era, un imbécil al que no tuvo que haberle sostenido ni la primera mirada.
Se volvió a recostar en el espaldar de su sofá, movió el vaso de un lado a otro, viendo como el líquido se movía dentro del mismo, rió, no tenía ningún tipo de sentido, pero rió, detuvo su mano y se llevó el vaso a la boca, bebiendo el líquido de un solo trago, carraspeando al sentir como el whisky le quemaba la garganta, dejó el vaso en la mesa y volvió a su posición, esta vez echando la cabeza hacia atrás y mirar el techo.
- ¿Y qué esperaba? ¿Una invitación?- no dejaba de recordar el momento y pensar en lo idiota que se debió de haber visto ahí, de pie y mirando pasmado el rostro del pelinegro- Tal vez habría sido más educado de su parte, ¿No?- rió, se estaba volviendo loco hablando consigo mismo, mientras que cada palabra y cada recuerdo se clavaban como un puñal en su corazón, pero él quería ignorarlo, él había decidido ignorarlo, pero si había decidido hacer aquello, entonces porqué...- ¿Por qué estoy llorando?- se preguntó, dolido, sintiendo las lágrimas volver a salir de sus ojos, al igual que sentía como aquel nudo en su garganta comenzaba a crecer aún más, mientras él solo podía sollozar.
Se llevó el dorso de la mano derecha hacia su rostro, intentando limpiar sus lágrimas, pero no había caso, cada vez salían más, hasta que el llanto se volvía a apoderar de él, se cubrió los ojos con su brazo, intentando ocultar su llanto, verse menos patético, por más que estuviera solo, se sentía con la obligación de verse menos miserable de lo que se sentía por dentro, al menos por intentar no sentirse peor.
Y así pasó una larga hora, ahogado en lágrimas y alcohol, la botella de whisky se había acabado, así que decidió ir por una nueva, la cual llevaba ya un poco más abajo de la mitad, mientras que las lágrimas se habían detenido algunos minutos, pero no tardaron en volver en cuanto su mente volvió a traicionarlo. A veces se golpeaba levemente el pecho, intentando que su corazón dejara de doler tanto, pero era inútil, cada latido era una punzada dolorosa.
- Me veo patético, me siento miserable- se dijo mientras veía a lo lejos su reflejo en las ventanas medio abiertas- Soy un miserable- se corrigió, bajando la mirada, mientras volvía a servirse otro trago, sin tardar en tomarlo.
Entonces el timbre sonó, y NamJoon volteó la mirada bruscamente hacia lo poco que se llegaba a ver la entrada- ¿Será...?- sintió su corazón golpear aún más fuerte, por un momento quiso levantarse, ir a ver si era él, pero se contuvo, quiso convencerse de que no le importaba, de que no quería volver a verlo- Que se vaya a la mierda- escupió con rabia, mientras volvía a servirse otro trago y lo bebió sin pensarlo dos veces, mientras el timbre volvía a sonar una y otra vez.
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Lust Flower |KookNam|
FanfictionSu llegada en aquel local había sido la clave para despertar el deseo y la curiosidad en un hombre serio, despectivo y egocéntrico. La flor de la lujuria era el mayor regalo que hasta ahora aquel hombre podía ofrecerle al mundo, pero la lista de fl...