Capítulo 22

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Has acabado conmigo

El castaño sintió su cuerpo palidecer al escuchar su nombre sonar en aquella voz, intentó no darse la vuelta, intentó contenerse, intentó obligarse a seguir con la mirada en la pared, pero simplemente no pudo ignorarlo, como había intentado de manera fallida en la mesa.

Al voltear la mirada se encontró con aquellos ojos negros mirándolo con un sentimiento muy alejado a la indiferencia y frialdad a la que estaba acostumbrado, era algo diferente que no lograba descifrar, pero que llamaba su atención.

- JungKook- salió de sus labios sin permiso y sin aviso, como un suspiro cargado de necesidad renegada y de ansiedad oculta. Su corazón, en vez de parar su latir acelerado, comenzó a latir mucho más rápido, y comenzaba a sentir que el aire no era suficiente, se sentía sofocado, atrapado en una jaula junto a un depredador que venía a devorarlo.

El pelinegro se acercó a paso lento hacia el menor, cada pisada resonando en los oídos de NamJoon, quien comenzaba a sentirse cada vez más nervioso, quería echarse para atrás, buscar la manera de salir de su encierro, pero su cerebro parecía no mandarle las señales a sus pies para que comenzaran a caminar y salieran de ahí lo antes posible.

El caminar de JungKook se detuvo una vez llegó a un lado del castaño, con una de sus manos, extrañamente temblorosas, tomó un mechón del cabello del menor, acariciándolo, intentando sentirlo cerca, cerró sus ojos y respiró profundo, intentando encontrar el aroma de NamJoon en el aire, intentando no volverse loco y lanzarse sobre él sin pensarlo- ¿Recibiste las flores?- fue lo único que alcanzó a preguntar, abriendo levemente los ojos, perdido en el aroma ajeno, pero intentando mantenerse sereno, tranquilo y calmado.

- Si, lo hice- dijo tímidamente, mirando hacia la pared, intentando no prestarle atención a la cercanía del mayor, por más difícil que fuera.

- ¿Qué hiciste con ellas?- le preguntó, recordando la primera vez que le había enviado flores y el menor las había llevado a su casa, conservándolas.

NamJoon se quedó en blanco por un instante, incapaz de admitir que las había conservado, que incluso había guardado las cartas con recelo, que había estado pendiente de que la señora Yang mantuviera las flores en agua y las colocara en uno de los floreros más hermosos que había en su casa, y que, incluso, había llevado algunas a su habitación. Era incapaz de admitir que había añorado con volver a tener cerca al pelinegro, y era incapaz de admitir que deseaba ocultar su rostro en el cuello de este y olfatear aquel aroma que había logrado enloquecerlo. No era capaz de admitir nada.

- Nada en especial- salió de su voz, intentando disimular el nudo que se había formado en su garganta, e intentando ocultar la mentira tan descarada que había pronunciado.

- ¿Las conservaste?- preguntó, mirándolo con atención, esperando una respuesta, pero al no recibir alguna cambió la pregunta- ¿Las tiraste a la basura?- su voz salió algo molesta, esperando lo peor; que su última pregunta tuviera una respuesta afirmativa.

Y el castaño quería responder de mala manera, quería decirle que si, que había botado las flores, que incluso había ignorado las cartas, que poco le importaban sus disculpas, que lo dejara en paz, que dejara de ser molesto y que no le enviara más nada a su casa. Pero no pudo- No- respondió después de unos segundos, mirando de reojo al pelinegro.

Los ojos de Jungkook parecieron brillar levemente, a pesar de recibir una respuesta tan seca y escasa, pero había sido suficiente como para hacerlo sentir cálido por leves segundos- ¿Y entonces qué hiciste con ellas?- insistió, intentando encontrar algo más allá, e intentando ignorar el como su mano había pasado de jugar con el cabello del castaño a ahora jugar con su camisa.

- ¿Podrías detenerte?- pidió, casi suplicó, al sentir como la mano del pelinegro rozaba su cuello, no aguantaba más aquella cercanía.

- Lo haré si me respondes- dijo, un deje de diversión en su voz, siguiendo con su juego, toqueteando el cuello de la camisa del castaño, rozando en distintas ocasiones sus dedos con la piel ajena.

NamJoon suspiró, tomó aire profundamente y se rindió- Están en un florero- dijo, apartándose levemente del pelinegro, dándole la señal para que se apartara de él- Lo único que no entiendo...- volteó a mirarlo, sus ojos brillantes a la vez que serios al encontrarse con la mirada de JungKook- Es el porqué me envías flores, ¿Por qué pides disculpas? ¿Por qué me atormentas?- soltó la última pregunta sin pensarlo, bajando la mirada al darse cuenta de lo que había dicho.

- ¿Atormentarte?- preguntó con ironía, bufando, rodó los ojos y se apoyó en la pared, cruzando sus pies- ¿Yo soy el que te atormenta a tí?- sonrió sin gracia, borrando la sonrisa al instante- ¿Qué hay de lo que tú has hecho conmigo?- NamJoon volteó a verlo con indignación al escuchar aquello.

- ¿Yo? ¿Qué he hecho yo contigo?- le preguntó, sin poder creer lo que sus oídos habían escuchado, semejante acusación le parecía absurda y burda.

El pelinegro volvió a su postura rígida, sus ojos volviendo a tener ese semblante frío y serio, ésta vez posándose frente al castaño- Tú has acabado conmigo- con un dedo presionó en el pecho contrario- Has acabado con mi paz, has hecho que pierda la paciencia, has hecho que haga cosas absurdas e inmaduras...- para ese punto ya estaba lo suficientemente cerca del rostro de NamJoon como para sentir su respiración acelerada- Me has vuelto un desastre de persona, una persona que no deja de pensar en tí- ahora era su mano la que estaba completamente posada en el pecho del menor, intentando sentir cerca aquello que había extrañado- Una persona que ha intentado calmar sus ansias enviando flores, que pide disculpas, que busca como loco sentirte cerca- pegó su mejilla contra la contraria, suspirando al hacerlo, sintiendo algo de calma- Una persona inquieta que pide más de algo que no puede tener- escondió el rostro en el cuello de NamJoon, aspirando aquel aroma embriagante aún más de cerca- Que desea algo más que solo una o dos noches...- plantó un beso inconscientemente, haciendo que la piel de NamJoon se erizara, a la par que este se sentía derretir entre los brazos ajenos.

NamJoon se sentía acabado, la cercanía y las palabras del mayor solo habían servido para embriagar su mente y su cuerpo, se sentía cada vez más sin aliento, más embriagado. Llevado por sus impulsos giró su rostro, chocando con el de JungKook, posó sus manos sobre el pecho ajeno, buscando el contacto que él mismo se había negado, acariciando la zona, sintió como el pelinegro alzaba su rostro y lo sacaba de su escondite, posando sus labios sobre los suyos, en un leve toque indeciso y casi tímido, hasta que no pudo contenerse más, alzó las manos, colocando una en la cintura del menor y la otra en su mejilla, acariciándola antes de profundizar el beso, la ansiedad y necesidad de sentir el sabor ajeno lo habían llevado al abismo, al sentir como el castaño abría su boca, dejándole espacio, introdujo su lengua, sintiendo algo de calma entre las corrientes salvajes de agua que había sentido durante días, su otra mano inquieta por explorar la piel ajena, pudiendo nada más alcanzar despegar su mano de la cintura contraria a una de las manos ajenas, entrelazando sus dedos.

Al sentir como se despegaban bruscamente, NamJoon gimió lastimero, ansiando no despegarse de aquellos labios que le habían sido arrebatados, JungKook sonrió con algo de gracia, permitiendo que el menor escondiera la cabeza en su cuello, comenzando a olfatear su olor, y no solo eso, sino que había empezado a dejar un camino de pequeños besos en la zona.

- Allá afuera nos están esperando.



- Allá afuera nos están esperando

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