Sicilia, Italia.
3:26 a.m—¿Todos listos?—pregunta Kim
—Lista—hablo
Mirando a los halcones rondar la mansión me doy cuenta de que son menos de los que creí que habrían, y eso es algo extraño.
—Listos—escucho la voz de Christopher y respiro profundo tomando mi posición—. Entran en tres, dos...
Las luces se apagan y levanto mi arma disparándoles a los hombres que se atraviesan en la entrada para protegerla
Seis hombres caen al piso muertos antes de que yo pueda entrar a la mansión sintiendo a Kim detrás de mí protegiendo mi espalda.
—Entra—me pide y asiento adelantándome al jardín trasero de la mansión Mascherano en busca de la ventana de la habitación de Ali
Antoni está en un viaje de negocios y el líder de los halcones fue herido por uno de sus enemigos así que está vulnerable.
Decidimos que sería yo quien entrara a encargarse mientras Kim vigilara debido a que los planes cambiaron a último momento y de las dos soy la que mejor sabe escalar.
Una vez encuentro la ventana guardo mi arma y analizo la situación.
Debo saltar y tomarme de la rejilla, necesito un muy buen impulso para eso.
Bien, entrené con Reece en la Isla para todo tipo de situaciones, esto es pan comido.
Retrocedo y respiro profundo antes de correr y saltar tomándome del borde de la terraza y logrando que mis dedos duelan, pero lo ignoro usando mis fuerzas hasta tomar el barandal y subir a la terraza.
Una vez ahí entro rápidamente a la habitación cerrando las puertas de cristal y maldigo internamente cuando Ali me mira con una ceja enarcada.
—¿Te crees que soy rapunzel?—se burla caminando hasta mi y me aparto de las puertas alejándome de su cercanía—. Esa fue una linda entrada, mi Luna, pero habría preferido algo que no lastimara tus dedos
Frunzo el ceño mirando mis manos y me doy cuenta de mi error cuando me acorrala contra la pared poniendo una navaja sobre mi garganta
Respiro tranquilamente levantando un poco el rostro para mirar directamente a sus ojos negros, tan negros como la noche.
—Un error podría costarte la vida—masculla molesto y me lamos los labios logrando que su atención se desvíe hacia ellos
Aprovecho su distracción para cambiar de lugares arrebatando la navaja de su mano y poniéndola sobre su cuello tatuado.
—Lo sé, y para este momento yo podría haberte matado—le recuerdo y sonríe como si tuviera todo bajo control—. ¿Por qué sonríes?
Es una sonrisa malditamente sexy, se ve confiado y eso le agrega atractivo.
—Por nada—sus manos van a mi cintura y me sobresalto presionando más la navaja—. Mmm, parece que te agrada mi toque, hermosa mía.
Aprieto la mandíbula ante la rapidez con la que late mi corazón y el cosquilleo placentero que me recorre cuando sus pulgares presionan mi vientre haciéndome tragar un jadeo para no darle la victoria.
Mátalo y ya, carajo.
»Puedo ver la duda brillando en tus hermosos ojos—murmura y maldigo—. ¿En qué piensas?
—En que debería arrancarte la lengua, tu voz es sumamente molesta—siseo haciéndolo reír y un escalofrío me recorre ante el hermoso sonido de su risa