Cap 8

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Unos toques suenan en la puerta de mi habitación y me aparto de las puertas que dan a la terraza.

Abro la puerta de la habitación y levanto las cejas al ver al líder de los halcones con una expresión completamente seria

—¿Qué?—enarco una ceja y me hace a un lado para entrar a la habitación—. Si, puedes pasar, no hay problema—ironizo cerrando la puerta

—La cena es dentro de una hora—me informa—, si quieres quedarte tendrás que intentar algo mejor que seducir al líder—esas últimas palabras le salen con cierta molestia sin mirarme en ningún momento

—¿Y cuál es el problema?—lo encaro— se llama supervivencia, y si tengo que ser la jodida mujer del líder para sobrevivir en este lugar, lo seré.

Me mira fijamente y me mantengo firme bajo el enojo en sus ojos quemando mi piel mientras mi corazón martillea como si esperara algo

—El problema es que no voy a permitir que hagas eso, que lo seduzcas, mi lealtad hacia él es muy grande, Kailani—responde y noto su pecho subir y bajar con rapidez mientras aprieta sus manos en puños

¿Lealtad? ¿Cree que no noté como se tensaba cuando Antoni fijó sus ojos en mi?

—¿Seguro que se trata de lealtad, Ali?—pregunto acercándome a él y se tensa cuando pongo mi mano en su abdomen—. Has estado ignorándome todo el día, pero antes me mirabas como si quisieras tenerme solo para ti y ahora pareces intentar convencerte de lo contrario

Aprieta la mandíbula y lo obligo a sentarse en la cama quedando con su rostro a la altura de mis pechos y masculla una maldición que me hace sonreír

»Dime la verdad, Ali—tomo su mandíbula y lo obligo a levantar el rostro para que me mire a los ojos—. ¿Es cuestión de lealtad o es algo más?

Sus ojos negros quedan fijos en los míos, como si buscara algo en ellos mientras mi mano sigue en su barbilla para que no evite mi mirada

—No quiero sus manos sobre ti—masculla antes de tomar mis caderas y sentarme en su regazo sacándome un jadeo—. No quiero que te toque—sus manos van a mi trasero presionándome contra su erección—, o te bese, o te folle

Nuestros rostros quedan a la misma altura y puedo sentir su respiración chocar en mis labios mientras me sostiene con firmeza

—¿Por qué no?—murmuro rodeando su cuello con mis brazos y el aprieta su mandíbula

Me inclino y dejo un beso en su mandíbula siguiendo un camino de besos hasta su oreja.

»Dime, Ali, ¿Por qué no?—insisto besando su cuello y sus manos aprietan mi trasero arrancándome un gemido bajo—, ¿Te acobardaste? ¿Eso es?

Mis mejillas están calientes y mi cuerpo me exige hacer algo más que estar aquí. Me exige quitarme las ganas que tengo encima.

—Porque eres mía—gruñe tomando mi rostro obligándome a mirarlo mientras roza nuestros labios—. Eres mía, Kailani, y lo has sido desde aquella noche en Londres

—No soy tuya—niego y él sonríe sobre mis labios

—Si lo eres, mi Luna—deja un casto beso en mis labios que me arranca un suspiro—. Eres mía; nadie te toca, te mira, o te besa, solo yo—insiste y me muerdo el interior de la mejilla ante la posesividad que brilla en sus hermosos ojos negros

—Seré tuya cuando yo quiera serlo—me lamo los labios—, no cuando tú quieras—tomo su labio entre mis dientes y suspira—. Tendrás que hacer más que un par de besos para que yo sea tuya, Ali.

Uno nuestros labios en un beso poco profundo pero intenso ante la tensión que emanaban nuestros cuerpos. Me muevo sobre su erección mientras nuestras respiraciones se mezclan y siento mi cuerpo calentarse aún más

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