Londres, Inglaterra.
—Hola, cariño—acaricio la mejilla de Owen bajo la mirada de Rachel y respiro profundo sonriendo cuando el pequeño sonríe—. Eres muy guapo, así es...
—Kailani—la voz sorprendida de Christopher me obliga a levantar la cabeza y dejo a Owen en los brazos de Reece antes de voltearme a ver a Christopher—. Hola. ¿Qué haces aquí?
—Sin duda no una visita familiar—contesto mirando las cunas de los niños y su cuerpo se tensa haciéndome sonreír—. ¿Sabes? Yo siempre quise tu felicidad, y creí que tú también querías la mía
Acaricio mi vientre logrando que sus ojos vayan allí y respira profundo antes de fijar sus ojos en los míos.
—No me arrepiento de matarlo, pero si del dolor que eso te causa—habla y bufo negando
—No, a ti no te importa mi dolor, no mientas—niego apretando los labios—. A ti solo te importa tu burbuja, la imagen tan alterada de la realidad que creaste en tu cabeza para hacerte creer que cada cosa que haces está bien.
Intenta hablar pero levanto la mano callándolo en el proceso.
»Sé que no tengo la moral para reprocharte, yo también vivo en mi propia realidad, supongo—suspiro—. Pero así como tú tienes derecho a ser feliz con tu burbuja, yo también tenía derecho a serlo en la mía.
—Muñequita...—Rece intenta hablar
—Silencio, tío—lo corto sin dejar de mirar a Christopher—. ¿Sabes? Si los pusiéramos a ti y a Ali en una balanza, se inclinaría de tu lado, ¿Pero sabes por qué?
—¿Por qué?
—Porque tú eres mucho peor que él—contesto—. Él era un asesino, un criminal—asiento respirando profundo—, pero tú eres eso tres veces peor. Igual que yo.
»En tal caso, deberías haberlo cuestionado a él por estar conmigo—me encojo de hombros—. Pero en fin, solo quería preguntarle algo a Rachel—la miro y ella aprieta los labios—¿En algún momento Ali te agredió?
Christopher se tensa, ella se endereza y yo río con diversión.
»Por supuesto que no, ¿A caso él intentó algo durante el tiempo que yo estuve infiltrada?—enarco una ceja
—Nunca lo hizo—contesta y asiento
—No, no lo hizo, pero esa es la razón que usa tu esposo para justificar que dejó a mi hijo sin su padre—miro a Christopher—. Para justificar que en realidad no es más que un pésimo hermano.
—Kailani, no es el momento—Reece intenta mediar y río
—Si, si lo es—lo interrumpo mirando a Christopher a los ojos—. Puedes pasar.
Ali entra en la habitación de los niños y Reece se congela, Christopher se tensa, Rachel se endereza alerta y yo simplemente recibo el beso que el árabe deja en mi sien.
Pone su mano en mi vientre de manera protectora y Rachel toma el brazo de Christopher cuando este da un paso al frente.
—Te dije que no era una visita familiar—le hablo a Christopher—. Pero por el bien de tus hijos, y de mi hijo—pongo mi mano sobre la de Ali—, voy a ofrecerte una tregua. Yo no toco a tu familia, tú no tocas a la mía.
—Amenazas a tu propia sangre—sisea y me encojo de hombros con falso pesar
—Hago lo mismo que tú, ser egoísta—contesto—. Hace mucho que te dejó de importar la sangre, ahora Rachel es tu familia. Pues yo hago lo mismo, Ali es mi familia, y si lo tocas, me va a importar una mierda la sangre que corre por tus venas.