Dos meses después...
Estambul, Turquía.—Que bonita estás—Patrick me abre sus brazos y río antes de dejar que me abrace con fuerza
—Me asfixias—me quejo y se aparta de mala gana sonriendo ante mi ya abultado vientre de cuatro meses—. Crece rápido.
Patrick y Regina están aquí de visita. Hace un par de semanas que querían venir pero apenas ahora pudo darse y estoy feliz de verlos.
—Te ves hermosa—suspira—, y pensar que hace poco apenas te conocía; ahora eres una hermosa embarazada.
«Una hermosa embarazada, madre soltera»
Mi vientre apenas es abultado, con la ropa adecuada nadie sabría que estoy embarazada, pero mi vestido de hoy quiere dejar bastante claro que un bebé crece en mi vientre.
—Lo sé—acaricio mi vientre antes de ver a Regina acercarse—. Hola.
—Mira que hermosa te ves—toma mi rostro entre sus manos y dejo que bese mi frente—. ¿Cómo te sientes? ¿Estás comiendo bien?
Mi familia sigue preocupada después de haberme visto caer en lo más profundo de un pozo por la muerte de Ali.
Pero me propuse no fallarle a mi bebé, y eso es exactamente lo que haré. Ali va a sentirse orgulloso de mi, y este bebé va a tener todo lo que necesite mientras yo esté aquí.
Es como la luz de mi vida, me genera un sentimiento increíble el recordar que este bebé estará en mis brazos en cinco meses y estoy ansiosa por conocerlo.
Es mi vida, lo más preciado, y lo cuido como tal.
—Nos cuido—asiento apartándome para dejarlos entrar a mi departamento
Mi abuela mira a todos lados con ojo crítico, tensándose al ver fotos mías y de Ali en la mesita de noche junto al sofá de la sala.
Intento tener sus fotos, porque me da miedo que en algún momento se me olvide su rostro, su voz o algún detalle. Me da miedo olvidarlo, me da miedo no saber qué responder cuando mi bebé quiera saber sobre su padre.
Aún duele, sobretodo estos días, porque en dos semanas es su cumpleaños y se siente fatal no poder haber celebrado ni siquiera uno solo a su lado.
Rocco y Sultán se acercan a mi, manteniéndose cerca como si estuvieran dejando claro que no van a dudar en atacar si intentan algo, por lo que río acariciando las cabezas de ambos.
—Tu tío quería venir, pero está ocupado en Londres—me habla Regina y ruedo los ojos
—Si, por supuesto—suspiro acercándome a la ventana y respiro profundo al ver a los hombres de aquella vez
No se van, no se han ido desde ese día y ni siquiera se molestan en ocultarse para que yo no sepa que están ahí.
Solo han hablado conmigo un par de veces, insinuando que Argelia es más seguro que Estambul, que quizás debería volver y poner orden a los Halcones.
No lo haré, eso no va a pasar, o no mientras mi bebé no nazca y deba mantener un extremo cuidado para él y para mi.
No niego que la opción de tomar el liderazgo de los Halcones Negros ha pasado por mi mente, una parte de mi quiere vengar la muerte de Ali, pero otra parte me dice que yo no soy igual a Christopher, que yo no le voy a quitar un padre a sus hijos.
«La vida se encarga de castigar a quien lo merece. Y si yo merecía sufrir, el lo merece tanto como yo»
—No deberías tenerlas ahí, es peligroso—aconseja Patrick