Ali
—Ella va estar bien, el golpe fue fuerte pero nada grave pasó—me informa el doctor al que le pagué para que atendiera a Kailani
Escogí una clínica pequeña que sabía que estaba bien equipada porque el dueño es uno de los socios de Antoni, quién tiene personas compradas por todos lados por si las necesita en algún momento
—¿Las heridas de bala?—pregunto
—La del brazo atravesó, la de las costillas fue solo un roce—me entrega una bolsa—. Ahí tienes lo necesario para sus heridas y para el dolor.
—Gracias—asiento antes de entrar a la habitación dónde está Kailani. Me acerco a ella y aparto los mechones de cabello que cubren su rostro
Si Kai no estuviera muerto, yo lo habría matado por los moretones que dejó en la piel de mi hermosa mujer.
La conversación que tuvimos en el auto sigue rondando mi mente, y estoy casi seguro de que no estaba completamente consciente de lo que decía, porque ella jamás habría admitido tal cosa en sus cinco sentidos.
Está enamorada...
Joder, es indescriptible todo lo que esas palabras causaron en mí.
Ella dijo que era una condena, pero no hay peor condena que saber que ella nunca va a elegirme, siempre será su hermano sobre mi.
Irónico, siempre supe que en algún momento el destino iba a pasarme factura de todo lo que he hecho de la manera más dolorosa. Perdiendo a la mujer que amo, viéndola elegir a otro hombre sobre mi.
Aún así, me niego a soltarla, ella ha traído a mi vida una emoción que nunca había sentido, mis sentimientos hacia ella son más fuertes de lo que esperaba, es como un ancla que me mantiene en la realidad pero al mismo tiempo me hace distraerme de tantas cosas que es... extraño y liberador.
—Mi luna—acaricio su mejilla y ella se remueve—, tenemos que irnos.
—Por favor dime que no estoy en la FEMF—pide y río
—No, pero tenemos que tomar un avión, vamos—paso un brazo debajo de su cuerpo y ella rodea mi cuello con sus brazos—¿Perezosa?
—Si—asiente y suspiro antes de cargarla—. Además tengo frío y tú estás calentito
—Estás muy cariñosa ¿Dormiste bien?—cuestiono mientras salimos de la habitación y ella ríe haciéndome sonreír
—Cállate, pronto volverás a ver mi versión normal.
—Me gusta tu versión cariñosa—beso su mejilla antes de subirla al asiento de copiloto de la camioneta—. Duerme, te cargaré hasta el avión cuando lleguemos al hangar
Asiente mientras abrocho su cinturón de seguridad y una vez cierro la puerta ella se recuesta en esta.
Doy la vuelta y subo al lado del piloto dándole una breve mirada antes de encender la camioneta y manejar lejos de la clínica
***
Kailani
Me remuevo sintiendo una superficie blanda debajo de mí y abro los ojos lentamente notando que estoy en una habitación
Frunzo el ceño antes de levantarme notando que tengo una camiseta de hombre puesta y suspiro suponiendo que fue Ali quién me la puso
Me dirijo a la puerta y salgo de la habitación notando que estamos en la casa de Ali y de inmediato me encamino a su oficina sabiendo que se encuentra ahí.
Entro sin tocar y levanto las cejas al notar que habla por teléfono. Me hace una señal para que me acerque y obedezco antes de echar su silla un poco hacia atrás y subirme en su regazo haciéndolo levantar las cejas con asombro
—Si, Mehmed, si, mañana volvemos—acaricia mi espalda cuando recuesto mi cabeza en su pecho—. No, no me interesa lo que Kim haya hecho; si, le caes mal, creí que lo sabias
Río sintiendo una pequeña molestia entre mis piernas y maldigo recordando que ya era hora de que empezara a ovular.
»A veces eres un dolor de cabeza—le habla al celular—, mañana hablamos de eso, Mehmed.
Cuelga y deja el celular en su escritorio antes de mirarme con extrañeza mientras aparta algunos mechones de cabello de mi rostro
»¿Te sientes bien?—pregunta ojeando la venda en mi brazo—¿Cómo están tus heridas?
—Supongo que bien, no duelen—me encojo de hombros—. Aunque tengo una ligera molestia en la cabeza
—El doctor te puso algunos puntos, déjame ver—pide y me doy la vuelta mientras él hace a un lado mi cabello mirando la herida—. Estás bien, los puntos siguen en su lugar
Asiento recordando nuestra conversación en el auto mientras él se preocupaba porque yo no cerrara los ojos
Yo..., joder creo que le dije que estaba enamorada. Maldita sea.
Bueno, nunca he sido una cobarde, así que...
—Ali, ayer dije algo...
—¿Que estabas enamorada de mi?—asiente—, recuerdo bien esas palabras, mi luna.
—No sé como sentirme al respecto—confieso mientras acaricia mi espalda—, tú y yo somos enemigos, amarnos es algo prohibido, no podemos amarnos.
—Podemos, y lo hacemos—besa mi hombro antes de levantarme y darme la vuelta para que lo mire a la cara haciéndome chillar. Joder, tiene más fuerza de la que creí—. ¿Alguna vez has pensado en ti sin poner a tu hermano sobre lo que quieras?
Frunzo el ceño.
¿Qué carajos quiere decir con eso?
»Es obvio que lo que te frena es tu hermano, pero debes entender que él tiene su familia, su vida—acaricia mi mejilla—. Va siendo hora de que pienses en ti y en lo que quieres sin tener que preocuparte por él.
—Siempre me preocuparé por él, es mi hermano—murmuro y asiente
—Y dejas que tu amor por él te impida ser feliz—alega
No hago eso. Creo.
Bueno, la opinión de Christopher es muy importante para mi, él es la persona más importante para mí y... joder, siempre busco su aprobación, es cierto.
—Jamás te pondré a elegir entre tu hermano y yo, ambos sabemos cuál sería tu decisión—suspira—. Y lo que sea que quieras hacer luego, déjame hacerte feliz mientras pueda.
Lo miro a los ojos, notando el brillo de sinceridad y vulnerabilidad en ellos.
Nunca lo había visto así, es como si por fin pudiera ver al verdadero Ali. No al hombre con el que follo, el asesino o el enemigo de mi hermano; al verdadero Ali como persona y hombre enamorado.
—Dije que me gustaba el romanticismo, al parecer lo tomaste muy en serio—murmuro y ríe dejándome ver sus hoyuelos
—Me tomo muy en serio lo que dices, y más si te hace feliz—deja un beso en mi sien
—No quiero que seas alguien que no eres solo para hacerme feliz, Ali—lo miro con seriedad
—Lo hago porque quiero hacerlo, mi luna—me atrae a su pecho—. Deja de evitar la conversación sobre tus sentimientos, quiero saber sobre ellos
—Mmm, no vas a escuchar lo que quieres—me burlo—. Quizás algún día.
—Dios me de paciencia—rueda los ojos antes de dejar un casto beso en mis labios—. ¿Tienes hambre?
Asiento
—Vamos, hay lasaña—me carga y río rodeando su cuello con mis brazos mientras se encamina fuera de la oficina