Tres semanas después...
Estambul, Turquía.—Falta poco para saber el género, un par de semanas más—me informa el doctor y sonrío mirando el monitor dónde se ve el ultrasonido
—¿Todo está bien?—le pregunto y me sonríe con ternura
—Es el bebé más sano que he visto, no te preocupes—apaga el monitor y me entrega toallas húmedas para que me limpie el gel
Tres semanas han pasado, decidí mudarme a Turquía porque era el único lugar dónde sentí que iba a tener paz y podría estar lejos de todo.
Todavía duele, sobretodo cuando mi mente no está ocupada y pienso en mi bebé que no podrá conocer a su padre, en lo emocionado que estaba Ali cuando lo supimos y en mi amiga ayudándome con las pruebas de embarazo.
Me tomó un tiempo obligarme a cuidar de mí, recordarme día a día que no podía dejarme morir, que no era solo yo, sino que tenía un ser humano dentro de mi que era el producto de mi único amor.
Mi bebé se ha vuelto mi fuerza para salir adelante, para no hundirme en la depresión. En este momento puedo decir con seguridad que haré todo lo que esté en mis manos para que nunca le falte nada. No existe cosa que no haría por mi bebé.
—Entonces supongo que nos vemos en dos semanas para mi revisión rutinaria—termino de limpiar el gel y me abrocho el pantalón
—Por supuesto—asiente—, recuerda llamarme si me necesitas, debes tener cuidado en el primer trimestre.
Mi doctor, Fabiano, sin duda ha estado completamente al pendiente de mi, y aunque es su trabajo, a veces creo que confunde un poco las cosas.
No tengo ojos para nadie, nunca los tendré, mi prioridad siempre será mi bebé y eso no va a cambiar.
—Gracias, Fabiano, nos vemos—me despido casi huyendo del consultorio y respiro profundo deseando por fin llegar a donde quiero
***
—¿Le puedo ayudar en algo, señorita?—me pregunta la chica y le doy una sonrisa antes de negar
—No, pero gracias—le digo y asiente retirándose mientras tomo otro conjunto de bebé color beige mordiendo mi labio al imaginarme a mi bebé con eso puesto
Sé que es muy temprano para empezar a comprarle ropa al bebé, pero estoy emocionada por empezar a comprar cosas, cada que puedo veo coches, cunas, ropa y todo lo que sé que es necesario para un bebé.
«Aunque siempre termino llorando por hacer todo esto yo sola»
Hacerlo sola no es una manera de castigarme, sino una decisión que tomé porque quiero mantener mi embarazo lo más privado posible y conservar estos recuerdos para mi.
Sé que cuento con Reece, mi madre y Regina, pero se supone que un embarazo debe ser disfrutado por los padres, y como Ali no está presente, quiero guardármelo para mi.
Acaricio mi vientre distraídamente mientras tomo otras prendas de ropa y mi corazón se acelera al ver la sección de peluches y el animal que ahí se encuentra.
«Un halcón»
Mi piel se eriza y respiro profundo antes de acercarme y tomar el peluche sin poder evitar el acariciarlo como si fuera un objeto preciado.
Mi celular suena evitando que mis lágrimas salgan y respiro profundo antes de tomar la llamada de Reece.
—Tío—me encamino a la caja para pagar
—Hola, muñequita, ¿Cómo estás?—pregunta animado y le entrego las cosas a la encargada que empieza a escanearla
—Estoy bien, hace un momento salí de mi cita con el obstetra—le cuento y frunzo el ceño al escuchar el llanto de un bebé de fondo