¿Es malo guardar un secreto?
Los secretos significan un peso con una gran trascendencia emocional en los afectados por el hecho. Guardar uno no es tarea nada fácil. ¡Yo lo sé! Algunos son muy dañinos porque evocan vergüenza y lejos están muchas veces de poder empoderarnos. Ahora bien, la carga de sostener este suceso en la intimidad nos afecta en muchos aspectos:
● Vamos perdiendo la capacidad de resiliencia.
● Nos enojamos más fácilmente.
● Nos sentimos vulnerables.
● Nos vuelve débiles.
● Tenemos menos capacidad para defendernos.
● Y más... muuucho más.
Podría seguir y seguir durante mil años hablando sobre las consecuencias que tiene nuestro cuerpo para almacenar lo que no decimos.
Cada vez más estudios lo reafirman, internet está plagado de advertencias para lo que sucede con nuestro cuerpo. Hasta he leído que, a nivel neurológico, han descubierto que nuestro cerebro también se resiste a guardarlos: ¡si tan solo pudiéramos escucharlo! Y, sobre todo, hacerle caso...
***
El trayecto hasta la casa de Leticia me mantiene en las nubes. En realidad, es un día soleado, pero esa expresión es la que más se ajusta a los paisajes que transito en el camino. Ella vive en una calle perpendicular a la Biblioteca Popular de Hornos. Es una zona urbana donde los edificios son nuevos y para nada mezquinos. Las casonas lindantes son de proporciones mayúsculas, siendo un golpe a la vista, contrario las dimensiones de mi hogar. Estamos en una propiedad horizontal de dos dormitorios muy amplios, ambos con las ventanas abiertas dejando ver el porche. En la puerta hay dos maceteros que escoltan la entrada. En ellos reposan hermosos jazmines de un aroma tan suave y sutil como la dueña de esta casa.
Conversamos largo y tendido. Lo cual es una manera de hacernos compañía hasta que sea la hora que hemos acordado para terminar mis labores.
—Una vez recorrió sesenta cuadras para volver a casa. Mi papá la había llevado con la camioneta para perderla.
—Eso es horrible, Leti.
Me imagino a una Leticia de diez años con pecas y dos colitas. ¡Qué horror de padre!
—Ya te digo que sí.
— ¿Y cómo volvió?
— Sola.
— ¿En serio? —Frunzo el ceño.
—No sé cómo lo hizo, si por olfato o qué corno. Ikebana era una perra maravillosa, solo era hincha cocos porque rompía todo, pero, fuera de eso, era sorprendentemente dulce.
—Es que antes los animales no tenían ningún derecho, de hecho, en este país aún no los tienen.
—Es una veta que ningún político vio. ¡Son tan estúpidos!
Ya imagino un partido político con un perro de estandarte; yo seguro lo votaría. Las mascotas hacen mejor nuestra vida, y una persona que sea empática con ellos va a ser todavía mejor con nuestra especie. ¡Soñar no cuesta nada!
Leticia es una mujer sumamente reservada con sus hijos; me encanta, por encima de todo, cómo parece ser tan diferente a cuando está con ellos, de lo que es conmigo. No tiene que impresionarme ni yo a ella, eso simplemente hace que la relación fluya. Para otros es una abuela cascarrabias y quejosa. Pero eso no fue lo que sentí el día en que la conocí y me senté a hablar con ella en el living de su hija durante casi tres horas. En ese momento la puerta se abrió y vi acercarse a mí a una señora mayor con un blazer en tono camel y unos pantalones grises muy formales. Solo una mujer que es de buen pasar puede llevar esa ropa y combinarla.
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Cuando hable el viento
General FictionOriana es una joven de treinta y cuatro años que tiene una vida considerablemente tranquila; pero no siempre fue así. Ella guarda un secreto, uno del cual no está dispuesta a compartir, decir la verdad no le parece una opción. Se niega aun cuando...