Capítulo 16 -Un momento feliz

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TW - Aviso de contenido: abuso sexual, ansiedad y depresión.

Seamos sinceros, yo digo mentiras, vos decís mentiras, todos mentimos en mayor o menor medida y, asimismo, guardamos secretos. Seguro es algo por lo que no debemos ni deberíamos sentirnos orgullosos, pero es indiscutible que está intensamente adherido a nuestra naturaleza.

En política, la mentira «noble» es asociada con la falsedad de los gobernantes y está destinada, de algún modo, a preservar la armonía social. Lo más interesante de esta mentira «piadosa» es que se suscitan por dos situaciones:

Primero, trasmitir verdad y felicidad, usando estrategias verbales que resultan ser totalmente irracionales. De esta manera llevan al público a asimilar tantas y tantas situaciones absurdas y ridículas que no caben en sí mismas. Segundo, la frontera entre la ficción y la realidad no siempre es nítida. De esto hacen uso y abuso. Pero ese es el secreto mejor guardado de un político.

Ahora, ¿un político debe ser astuto o prudente? Yo soy prudente y lo propio de mi sensatez es que no solo el fin ha de ser conforme a la verdad y al bien, sino también a los métodos que utilizo para alcanzarlo. Mi silencio es una jugada, no es astuto, ni prudente, ni lógico: es supervivencia política.

***

—¿Y el amor no vale la pena? —me pregunta Marcial, haciéndome un gesto para que apague la pava eléctrica.

Lo miro con una sonrisa mientras mi cabeza da vueltas, pensando qué contestar.

—Es una palabra que en castellano tiene muchos significados.

El viejo gira la perilla de la radio y enciende un cigarrillo imaginario que pita de manera burlona.

—Es amor, ¿cuáles son sus otros significados? —pregunta él con delicadeza mientras se abraza a sí mismo, dándome la espalda, y simula estar siendo besado por alguien.

¡Payaso!

—Amor por los hijos, por el trabajo, por los amigos... —No sé para qué me meto en estas conversaciones cuando sé que no voy a poder ganar.

—En esos casos yo suelo usar la palabra «quiero» para diferenciar que es un sentimiento menor o por lo menos diferente —aclara Marcial creyéndose ganador.

—Sabías que en griego hay una palabra para cada uno de esos tipos de amor.

—No tenía ni idea. ¿Cuáles son? —Levanta las cejas, intrigado.

—¡Por fin te tengo! Esperame que los busco en Google. —Tecleo con rapidez. Son: philia que es el amor entre amigos; storge que es el amor por la familia; eros que es amor físico, alguien que te atrae en su compañía y agape que es el amor incondicional, que no busca nada a cambio.

—Entonces, partiendo de esas palabras, ¿uno podría comprender cómo te ama cada persona? —pregunta con el ceño fruncido.

—Todos merecemos saber cómo nos aman. Y nuestro idioma, en este caso, entorpece eso.

—¿Se puede pasar del amor de amigos al eros?

¡Ay! ¡Ay!, ¡qué manera de avivar el debate! ¡Este viejito es mucho más pillo de lo que pensaba!

—Yo creo que sí —respondo—. Muchas veces hay una base de amistad antes de llevarlo al amor. Aunque eso seguro se da cuando hay un deseo inconsciente desde el primer momento. Pero estamos en constante cambio, por ahí mañana te gusta lo que hoy no.

—También hay que estar abiertos a la posibilidad.

—Totalmente de acuerdo. Yo quiero Eros, no Philia. En cuanto a conocimiento se puede entender, pero a nivel emocional, en mi opinión, es un NO rotundo.

Cuando hable el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora