Capítulo 22 -¡Trash!

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TW - Aviso de contenido: ansiedad, abuzo sexual.


Decime que te duele y te digo lo que ocultás.

Los secretos que guarda mi mente son expuestos al mundo a través de mi cuerpo. Es sabido que los sentimientos nos bloquean a nivel emocional, puedo dar fe en ello.

El dolor en los tobillos me impide avanzar, es la resistencia que pongo a la hora de aceptar la realidad. Las molestias en la parte baja de la espalda reflejan mis preocupaciones económicas, es el peso que cargo de aquello que no me corresponde: la valía y la mirada de mi padre.

El dolor en las rodillas estoy segura de que está asociado con mi orgullo. ¡Siempre el maldito orgullo!

El dolor de cabeza es la manera en que evaluo al mundo: la mano en la frente, sufriendo.

El dolor de cuello crónico es eso que no me animo a decir; el secreto que callo me enferma.

El secreto que guardo me está matando por dentro.

***

Despierto y me encuentro con la cara de Malena, quien me está mirando fijamente.

—Hola —me saluda.

Sonríe y se abalanza sobre mi cama para darme un beso. Mete sus manos debajo de la manta para jalarla de modo que quedo casi al borde, a punto de caer.

—¡Ya estoy despierta! —contesto en un grito.

—Buenos días. —Ríe y yo me acerco para apretar sus cachetes, como un mimo.

—No escuchamos el despertador—dice con una mueca triste.

Asiento. Miro el reloj y compruebo que, en efecto, ya se nos hizo tarde. Cuando por fin pongo los pies en el piso, ella se para a mi lado y mira por la ventana.

—Dejame arreglarme un poco y te llevo a la escuela. —le pido con paciencia.

Vuelve a mirarme y no hay nada de tristeza en sus ojos. Me deslizo al baño, donde peino mi cabello en una cola alta y desprolija. Me echo agua fresca sobre los ojos y lavo mis dientes. Al abrir la puerta, una pierna se me atraviesa y ella pega el torso a mi lado.

—¿Estás lista? —le pregunto y Male me toma de la mano a modo de confirmación.

—¿Nos vamos? Ya estoy más que lista —ratifica.

—Sí, pero no me vas a soltar de la mano cuando veas a tus compañeros, ¿eh? —aviso en tono de reproche.

—Mejor no.

—No entiendo. ¿Por qué no?

—Porque entonces todos van hablar y... van a pensar que sos mi mamá.

—Sí, somos —digo con sinceridad mientras frunzo el ceño.

Malena parpadea una y otra vez, a continuación, alza la vista hacia mí y dice:

—Entonces sí, tengo dos mamás.

Le sostengo la mirada durante unos segundos, imaginando que eso podría ser posible. Estoy delirando, sumándome a la imaginación de una niña. Pero me gusta, me hace sentir viva.

Más allá de los sentimientos, o no, que estoy teniendo por Ale, realmente me gustaría ser otra madre para esta niña. Pero no es una dedición que pueda tomar ni un rol que pueda aceptar sin el consentimiento de su madre.

—Male, no soy tu mamá. Pero si soy parte de tu familia, una persona que te cuida y que te ama.

—Sos una mamá suplente, me retás igual que lo hace la mía.

Cuando hable el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora