Capítulo 5 - Confía en tu intuición.

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T.W.  Importante

Aviso de contenido: Ansiedad - Abuso de menores.

***

Hay infinitos secretos en este mundo,

tantos entre nosotros y las nubes.

Solo el viento conoce mi voz,

fue testigo cuando habló la corriente.

No puedes esconderte de ellos,

están perdidos en tu alma.

Ausentes de cordura,

inocentes.

De todo me olvido,

solo ellos viven en mi mente

***

Cierro el libro y lo guardo en la mochila. Son las seis y treinta y cinco. En poco más de un cuarto de hora tengo que salir de casa. Tomo el celular y escucho el último mensaje de voz de Malena:

—¿Si me porto bien podemos convencer a mamá para salir a comer por la noche?

Le contesto que no puedo, pero que, si se porta bien, lo vamos a intentar otro día. Mis ganas de salir las tres son más que las de la propia criatura.

Cuando estoy llegando a la casa de Marcial y me sorprende ver en la entrada un cúmulo de autos que nunca había visto antes. Estaciono mi moto junto a una gigante camioneta que está prácticamente bloqueando el garaje y me quito el casco. En mis oídos siento la invasión de una fuerte música, que proviene de esta casa.

Enfurecida, entro a la vivienda, con la llave que me han dado. Marcial está inclinado sobre la mesa del comedor y me dedica una mirada de aburrimiento, antes de darle un mordisco al sanguche que tiene en la mano.

—¿Por qué llegás tarde? —Inquiere a desgano.

—Es un hermoso día, así que me tomé mi tiempo para venir. Además, te traje algo más sustancial de comer que ese sanguche podrido.

Se rasca la cabeza y me sonríe, pícaro. Imagino que, cuando era joven, las mujeres y, por qué no, hombres, debían babear por él. No tiene nada del estereotipo gay, al menos, no de ese que nos venden los medios, más bien parece un modelo de tatuajes o un luchador de MMA, es decir, artes marciales mixtas. Siempre me sorprende porque, por un lado, es capaz de saber el color de tu aura, sabe mucho sobre chakras, y, al mismo tiempo, escucha música electro heavy.

Son tantas cosas que nos han enseñado desde el jardín de infantes, acerca de lo que son los «machos», que hoy están desactualizadas, o, mejor dicho, que en la actualidad hemos demostrado que son absurdas. La masculinidad no es más ni menos que una construcción social. Ser varón no es ni será siempre lo mismo.

—Aquí, tierra llamando a Ori. Es mejor que te apures y me muestres tu tesoro.

De mi mochila saco una bolsa de chipá, que aún está caliente. Los ojos del viejo se abren de par en par por la emoción y lo único que fastidia el momento es la fuerte música que no cesa. Cuando ve mi boca torcida, por el disgusto, se percata de mi molestia.

—Esto se arregla fácil, chiquita.

Nos dirigimos a la cocina y de la alacena saca un parlante de un buen tamaño. ¿Qué hacía ahí? Ni idea, pero la venganza será dulce.

—¿Con qué canción podemos combatir la música electrónica? Este vecino y su recital me tienen podrido.

Le dedico una mirada iracunda y niego con la cabeza un par de veces, como si no pudiera creer lo que está por suceder. A continuación, Marcial sube el volumen al máximo.

Cuando hable el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora