Capítulo 29 - Hay besos que hablan

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TW: abuso sexual - Ansiedad


La mayor parte de los conflictos que se suceden en los vínculos, por no decir todos, vienen de «el proyectar».

Primero, proyectamos lo que nos gustaría que el otro sea. Lo hacemos a partir de uno o más rasgos y, por supuesto, también le agregamos esa cuota de ilusión.

Una vez formada la imagen, llegamos a un período de contraste. Ahí viene después lo evidente: una negación. Negarnos a ver lo que el otro realmente es. Forzamos la realidad y al otro, exigiendo que sea la imagen que pretendíamos, todo esto generando malestar y enojo.

¿No sería más fácil ver que el otro es único, que le pasa algo diferente, no querer obligarlo a ser alguien que no es para satisfacernos?

Si lo viéramos de este modo, se acabarían el noventa por ciento de los problemas. Y ahí viene lo peor, el descargo del ajeno que nos cataloga de HDP por, de igual modo, no ser lo que él quería. Y suele pasar con las personas más cercanas y las que más amamos.

¡Lloro!

¿No sería más fácil ver la realidad? Los secretos me roban vida, en cambio, la verdad destruye esa mentira y me libera del dolor. La verdad me quita las dudas.

***

Hojas de un enorme Ficus caen sobre mi cabeza mientras camino por la entrada de la casa de Rosa. El palier está cubierto de pétalos de rosas y de flores silvestres que son producto de la ventisca que azota en la mañana.

Mi vieja amiga me recibe y examina mi rostro buscando la sonrisa que llevo perdida hace unos días.

—O me levanto temprano o me levanto amable, no puedo con todo, Rosa.

—Me parece perfecto, no somos robots.

—Claro que no lo somos.

—¿Y el trabajo qué? —pregunta Rosa—. ¿Te adaptaste?

—¿Te referís a que si ya dejaron de llamarme la nueva?

—Sí.

—Supongo —contesto—. Empecé hace pocos días, pero odio pensar en que puede ser transitorio. No me gusta sentarme en una silla que no es permanente, ¿sabés?

—¿La gente habla de vos?

Pienso en ello un momento.

—No lo sé. La verdad es que no hablo con nadie.

—Ah..., está bien.

Es raro que no lo cuestione. Detecto algo en su voz. ¿Un dejo de tristeza?

—¿Te pasa algo, Rosa?

Suspira como si tuviera miedo de hablar.

—Es que escuché a alguien hablar hoy y me dejó pensando.

—¿Qué escuchaste?, ¿a quién?

—Una mujer defensora del feminismo dijo en la televisión que un violador no es un desviado, es un moralizador, alguien que está enseñando.

—Noooo, eso es un horror. ¿En qué contexto dijo eso?

Me mareo por un segundo y me sostengo sutilmente de la mesa ante la que estamos sentadas.

—Explicó que es alguien que le está enseñado a la mujer a ocupar el lugar que le corresponde... Un lugar de subordinación.

—De disponibilidad de su cuerpo —adhiero —. Me da escalofríos de solo pensarlo.

—¿Sabés lo que pasa, nena? A ellos se los instruyen para desear desde el lugar de... —Se queda pensando la palabra adecuada—, desde un lugar de depredación. ¡El famoso macho alfa!

Cuando hable el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora